“Los sitios de memoria no pueden ofrecer una inmunidad generalizada contra el extremismo de derecha”, plantea el historiador alemán Steffen Jost, director del área de educación del Sitio de Memoria Campo de Concentración Dachau (Alemania), que participará hoy a las 19 en la Biblioteca del Goethe Institut (Corrientes 343) de “Memorias del pasado para pensar el presente”, un diálogo junto con Nora Hochbaum (Directora del Parque de la Memoria) y Alejandra Naftal (Museo Sitio de Memoria ESMA) sobre el rol de los sitios de memoria en Alemania y en Argentina y el desafío de encontrar respuestas a través del trabajo con la memoria frente al avance de los discursos negacionistas. Experto en pedagogía de la memoria, Jost afirma en la entrevista con PáginaI12 que “se ha visibilizado notablemente la rememoración del genocidio a los sinti y romaníes” entre los denominados grupos marginados de víctimas de los campos de concentración.

–¿Cuáles son los principales desafíos de enseñar la historia de Dachau, que fue el primer campo de concentración de la Alemania nazi?

–El campo de concentración de Dachau existió durante más de doce años; por su campo principal y sus más de 140 campos externos pasaron más de 200.000 personas prisioneras. A esto se sumaron 74 años de historia. Por esa razón, es un enorme desafío transmitir en un muy breve tiempo la historia increíblemente compleja del lugar. La mayoría de los grupos vienen para hacer un recorrido de dos horas y media, por eso los guías tienen que seleccionar muy bien lo que van a contar. Además, algo fundamental es que el conocimiento sobre el nacionalsocialismo está disminuyendo, de modo que a menudo hay que simplificar mucho el relato. Para transmitir la historia en el sitio de memoria del campo de concentración, es un gran desafío elaborar las propuestas de tal manera que los visitantes puedan entrar en un diálogo, tanto entre sí como con los comunicadores. Para nosotros no se trata de transmitir el conocimiento de manera vertical, sino de charlar de forma conjunta y reflexionar sobre las consecuencias de una ideología antisemita, racista y nacional-populista. Para la pedagogía de sitios de memoria representa un gran desafío tratar con las diversas demandas que nos llegan. Los sitios de memoria no pueden ofrecer una inmunidad generalizada contra el extremismo de derecha, incluso cuando desde el ámbito de la política a veces se lo pretenda formular de ese modo.

–¿Cómo se trabaja, en los memoriales a las víctimas de los nazis, con grupos que han sido “marginados” del relato de las víctimas, como podrían ser homosexuales y gitanos?

–Afortunadamente, los destinos de los denominados grupos marginados de víctimas de los campos de concentración han pasado a primer plano con más ímpetu en los últimos años. En el sitio de memoria del campo de concentración de Dachau, ofrecemos recorridos específicos sobre la persecución a los sinti y romaníes, homosexuales y prisioneros de guerra soviéticos. Respecto de esto último, se abrió también un memorial cerca de Dachau, en el que son recordados 4.000 prisioneros de guerra soviéticos fusilados. Entretanto, se trabaja también sensibilizando a los guías durante su formación acerca de la diversidad de la comunidad de prisioneros, algo que ocasionó que haya aumentado considerablemente durante los recorridos el tratamiento de las biografías de prisioneros homosexuales, sinti y romaníes. En el ámbito discursivo alemán en su conjunto sobre memoria histórica sucede que se ha visibilizado notablemente la rememoración del genocidio a los sinti y romaníes. Esto es gracias al compromiso de esa minoría en sí misma que, desde fines de la década del ‘70, ha estado luchando por este reconocimiento de forma incansable y contra fuertes resistencias.

-En tan solo cinco años, la ultraderecha alemana, a través del joven partido Alternativa para Alemana (AfD), consiguió un total de 90 bancas. 

¿Por qué crece la derecha en Alemania?  

–Sinceramente, no tengo los conocimientos suficientes sobre este tema como para presentarlo en su amplia complejidad. Lo que sí puedo decir es que los sitios de memoria de campos de concentración juegan un papel importante a la hora de oponerse a la derecha. Resulta importante el hecho de que los sitios de memoria sean lugares políticos y que, por ejemplo, se expresen respecto del giro de la sociedad hacia la derecha. Los cambios emancipadores de las sociedades alemana y europea, que fueron combatidos en las últimas décadas, deben ser defendidos también por los sitios de memoria. Pero también hay que destacar que en este aspecto se trata de una responsabilidad de la sociedad en su conjunto: los sitios de memoria no deberían quedar solos para lograr esto.

-Hay una cuestión compleja que tiene que ver con el turismo y cómo los campos de concentración se han vuelto un lugar de visita obligado para sacarse una selfie. Hay una película muy perturbadora en este sentido, “Austerlitz”, del cineasta ucraniano Sergei Loznitsa. ¿Se podría aplicar al turista, el visitante de un campo como Dachau, el concepto acuñado por Hannah Arendt “banalidad del mal”, para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos?

–Me parece que reducir el comportamiento de los turistas a las “selfies” es ver la cuestión de manera demasiado acotada. En este sentido, la película Austerlitz no me resulta para nada productiva. La supuesta neutralidad y objetividad del cineasta en el resultado final de la película constituye más bien un gesto acusador arrogante sobre prácticas expuestas de manera aislada. La película no muestra interés por los motivos de los visitantes, pero invita a los espectadores a indignarse al respecto. Mis propias experiencias y también investigaciones sobre la representación de sitios de memoria en Instagram muestran que el mundo es claramente más complejo. Por esta razón, agregaría que muchísimos visitantes reflexionan efectivamente sobre su comportamiento en el lugar. Una selfie es simplemente una posibilidad, que responde a prácticas fotográficas actuales de turistas, de conservar un recuerdo de la visita. Me parece que no se puede deducir que todos esos turistas solo quieran cumplir con el hecho de haber visitado el lugar. Sucede que no podemos establecer de qué manera reflexionan los visitantes al final de su visita ni qué se llevan de ella. Y esto rige tanto para los turistas como para los estudiantes que vienen a un sitio de memoria en el marco de una excursión escolar de carácter obligatorio. Por lo demás, es innegable que el continuo aumento de la cantidad de visitantes en Dachau y en otros sitios de memoria representa un desafío. Este va desde el desgaste cada vez mayor de las construcciones originales aún existentes hasta la necesidad de tener que incrementar el personal de los sitios de memoria en todos los sectores.