El español Rafael Nadal se coronó por novena vez en el Masters 1000 de Roma luego de vencer al número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, 6-0, 4-6, 6-1 en una final disputada durante dos horas y 25 minutos, en la cancha central del Foro Itálico. Nadal renovó el título obtenido el año pasado ante el alemán Alexander Zverev, y ratificó su condición de emperador en esa ciudad que también lo vio campeón en otras siete oportunidades (2005, 2006, 2007, 2009, 2010, 2012 y 2013). Además, torció a su favor el mini historial de finales ante Djokovic en el torneo de la capital italiana, que ahora aventaja 3-2 después de la rotunda victoria conseguida en un partido sin equivalencias desde el aspecto físico.
El serbio pagó caro el “desgaste argentino” al que lo sumieron sus anteriores rivales en las últimas 36 horas: Juan Martín Del Potro en cuartos de final, y Diego Schwartzman en la instancia siguiente.
Después de batallar con ambos un acumulado cinco horas y media, Djokovic tuvo que enfrentarse a un Nadal fresco e inspirado a lo largo de toda la semana en el Foro Itálico, y el comienzo no pudo ser peor.
El español jugó un set perfecto, con altos porcentajes de eficacia en el saque y la devolución, sin darle chance a un rival que parecía extenuado por su reciente recorrido hasta la final. Nadal cerró el primer parcial en 39 minutos con su adversario en blanco, como ya lo había hecho en este torneo frente al francés Jeremy Chardy, al georgiano Nikoloz Basilashvili y a su compatriota Fernando Verdasco.
Djokovic debió esperar hasta el primer juego del segundo segmento para confirmar su saque, y a partir de entonces aumentó la intensidad de su juego para contener al mallorquín, siempre letal con su drive. Tras salvar cinco posibilidades de quiebre en el noveno game, el serbio llevó la final hacia un tercer y decisivo set que planteaba un partido aparte, con fuerte incidencia del aspecto mental.
En ese punto, el break conseguido por Nadal en el primer juego fue decisivo para marcar tendencia en la definición y encaminarse a una nueva consagración, a 14 años de la primera lograda con apenas 18 años ante el argentino Guillermo Coria. “Es un honor, siempre me acuerdo de la primera vez que vine aquí en 2005, y muchos años después volver a ganar esta Copa significa mucho. Gracias”, declaró el campeón, tras recibir el trofeo de manos del brasileño Gustavo Kuerten, ganador del torneo en 1999.
Tras convertirse en el primer jugador en ganar 34 títulos de serie Masters, el mallorquín admitió que “ganar un torneo siempre es importante, pero más lo es sentirse competitivo”, por lo que lo alegró el rendimiento demostrado esta semana. “Si tengo este nivel, sé que tengo mis opciones. Fue un gran partido, jugué bien y ahora disfruto”, dijo. “Quiero felicitar a Novak por su carrera y por la temporada que está haciendo. Enhorabuena por Madrid y suerte para París la próxima semana. Para mí es una semana increíble y esta ciudad es una de las mejores del mundo”, concluyó ovacionado.
Djokovic no puso excusas por la diferencia física, aunque sí reconoció que su rival “fue demasiado fuerte”, y ello resultó determinante en la final.