Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente de Brasil, en Buenos Aires alertó que una victoria electoral de Cristina Kirchner supondría el riesgo de que Argentina se convirtiera en Venezuela. Curiosamente, se expresó mientras su padre está consiguiendo lo que no puede Guaidó… sólo que al revés: por todas partes, surgen levantamientos y oposición creciente contra el actual mandatario. En estos momentos, hay fuertes chances de que la presidencia Bolsonaro se convierta en una gestión exprés. La palabra impeachment ya forma parte del léxico corriente en medios de comunicación y redes sociales.
La histórica marcha del miércoles 15 de mayo, cuando cerca de dos millones de personas salieron a la calle a protestar contra el recorte en educación en alrededor de 200 ciudades de Brasil, fue un punto de inflexión de un cúmulo de rechazo a su figura, a los de sus hijos y a las figuras más cercanas al presidente. Quienes en la campaña electoral pensaron, seguramente, que su estilo violento y belicoso constituía una estrategia electoral para atacar a sus opositores, están percibiendo que constituye una faceta de su personalidad. Da la impresión de que su capacidad de diálogo es nula, y sólo sabe expresarse en forma agresiva –aun cuando puede no ser su intención–. Sobre esto, pareciera que con sus hijos procuró fortalecer su figura en una relación directa con su base electoral, desprestigiando a sectores que formaban parte de la coalición de gobierno, como militares (que ocupan varios cargos del vicepresidente para bajo) y partidos políticos aliados. Además, económicamente, cerró con su “superministro” Paulo Guedes en una opción extremadamente neoliberal y cien por ciento subalterna a capitales estadounidenses que incluye la entrega de la explotación extrema de los recursos naturales, de las instituciones financieras estatales y empresas como Petrobras. En esta estrategia, Guedes colocó todas las fichas a que se apruebe una brutal reforma previsional como necesaria para evitar la catástrofe económica, que encuentra resistencias dentro y fuera del parlamento.
Esta estrategia de sumisión a la actividad privada es completada con la gestión del Ministro de Educación Weintraub que, al ser convocado en medio de la protesta estudiantil por el Congreso, dejó bien en claro que el objetivo no era el recorte del presupuesto educativo, sino la extinción del sistema educativo público. En línea con el presidente, descalificó a los estudiantes y afirmó que los egresados de las universidades públicas no sabían nada. La realidad es lo contrario; no sólo son las públicas las que ocupan los primeros puestos en ranking nacionales –con sólo dos o tres privadas–, sino que incluso están entre los primeros puestos en mediciones de países emergentes, y algunas públicas tienen respetables colocaciones incluso a nivel internacional. Así, quedó en claro el proyecto gubernamental de desmantelar la educación pública, en beneficio de la privada, que el ministro elogió sin fundamento alguno.
De modo similar, el canciller Ernesto Araújo alineó la política externa de Brasil a Estados Unidos en una cruzada moralista que identifica la “globalización” como un proceso manejado por el “marxismo cultural” y los riesgos climáticos una “conspiración comunista”, aun a costa de perder mercados externos importantes. Mientras tanto, la economía se paraliza, la bolsa cae y el dólar se dispara. Además, la consultora A.T. Kearney sacó a Brasil, por primera vez, de los 25 principales destinos para los inversores de Estados Unidos. Durante el gobierno de Dilma Rousseff estaba en tercer lugar.
Bolsonaro fue perdiendo apoyos propios en la última semana. Incluso su “gurú” el astrólogo Olavo de Carvalho anunció que dejará de participar en la política de Brasil. El Movimiento Brasil Libre, gran participante de la caída de Rousseff y de la onda anti-PT, también anunció su ruptura. Los estudiantes ya convocan una movilización mayor para el 30 de mayo, y, además, sumarse a la Huelga General del 14 de junio contra la reforma previsional. Los tres medios principales, O Globo, y en San Pablo, Folha y Estado, en sus editoriales son muy críticos del manejo político del presidente y de sus ataques a la democracia. Las investigaciones de corrupción y asociación ilícita sobre otro de sus hijos, Flavio, crecen cada día y afectan a casi 100 personas que estuvieron contratadas en su despacho o movieron dinero, incluyendo la esposa del actual mandatario.
La respuesta de Bolsonaro parece ser jugarse a todo o nada. Las redes convocan a una gran marcha en su favor el 26 de mayo, luego que el presidente diera el puntapié a la divulgación por whatsapp de una carta que lo coloca como víctima de los conspiradores en el poder, y cuasi proponiendo un cierre del Congreso y de la Corte. Ante la denuncia de que más del 60% de los perfiles que lo apoyan en redes son falsos, habrá que esperar si las tendencias en Twitter en su apoyo tienen base social o no. Por la dudas, el influyente columnista Reinaldo Azevedo afirmó: “después de la carta, la salida es suicido o renuncia. Sugiero la segunda”. Si llega ser el caso, al menos su presidencia habrá durado más que la de Guaidó.
* Profesor Ufrgs (Brasil).