“Fui sometida a las peores humillaciones en la tv”, dijo Florencia de la V en “su” propio living, el del programa “Flor de tarde” (Ciudad Magazine), rodeada por la actriz Mónica Gonzaga, Edda Bustamante, legendario punto G del erotismo local y el psicólogo Gabriel Cartaña. “Definime qué es para vos ‘mujer’ y qué es para vos ‘hombre’” insistía Edda, devenida defensora del pito igual varón, cachucha igual mujer. “Yo hago esa pregunta y en general la gente contesta senos, vagina, pene y la respuesta correcta es ‘Soy mujer por cómo me siento’” respondió Cartaña. “Pero si hay una persona autorizada para hablar soy yo” dijo De la V, “que toda la vida me sentí mujer, lo lamento si a las vaginas empoderadas no les gusta, pártanme al medio”, sentenció. “¿Querés que te diga una cosa?” agregó Gonzaga, “Yo al revés: soy mujer, fui sex symbol y soy un macho”. De esta manera, los responsables del ciclo decidieron (re)instalar una discusión que “contagió” de travestismo sí y travestismo no a otros espacios. De vuelta, identidades que sí e identidades que no. El puntapié fue un nuevo y viejísimo debate sobre el humor y sus límites, con mensajes elogiosos a Gerardo Sofovich, lamentos por la depresión en la que cayó Facho Castaña tras llamar a la relajación y al goce de las mujeres si “la violación es inevitable”, “extrañitis” de producciones al estilo “Matrimonios y algo más” de Hugo Moser (con el personaje “Huguito Araña” interpretado por el actor Hugo Arana, acaso la representación histórica más atroz de un homosexual) y críticas a Tinelli porque “este año le falta humor”.
Que todo haya sido dispuesto desde allí, desde “Flor de tarde” y por quien en efecto enfrentó en la televisión y desde los años 90 vejaciones inagotables, es por lo menos atendible. ¿Por qué? Porque puede que Florencia como conductora no incida en todos los contenidos de sus tardes televisivas; acaso no tenga esa obligación contractual y sobre todo quizás no cuente con esa posibilidad. Pero cabe al menos la pregunta acerca del acuerdo, permiso o silencio que pudo haber otorgado para tantos atentados comunicativos. En la apertura de esa misma edición, ella recordó con humor los tiempos de los códigos contravencionales, el frío en la calle y “los maricas presos” por vestirse de mujer.
Esta semana, invitada a “Intrusos” (América) Bustamante ironizó, se enfrentó con algunos integrantes del panel y terminó yéndose antes de lo previsto, tras contestar una pregunta de Jorge Rial que será determinante para entender cómo la cruzada de Edda –que desde ese día está citando el diccionario y su definición de mujer– es empeorada ad infinitum incluso por aquellos que simulan repudiarla: “¿Qué ves cuando ves a Florencia de la V?”.
Días antes, “Incorrectas con Moria Casán” (América) emitió un informe que reproducía varios de los enfrentamientos y ataques que sufrió la capocómica. Sobraron los barbarismos. A modo de ejemplo, Carolina Losada, una de las “incorrectas” y conductora de noticieros en la misma empresa, contó que para prepararse llamó a dos chicas trans para ver “cómo era esto”. Conductora de noticiero: el subrayado no implica jerarquizar esos segmentos sino intentar iluminar cómo esas franjas de la programación revestidas de teórica solidez y aparente compromiso, están a cargo de personas que pueden haber llegado hasta el 2019 ignorando que los negros son personas y las trans también. Moria se encargó de abrir recordando que el género es una construcción social, aunque “la autoridad” citada fue el médico especialista en tratamientos ortomoleculares Rubén Mülberger.
Por su parte, las bailarinas Valeria Archimó y Cinthia Fernández, recordaron en “Los ángeles de la mañana” (El Trece) desplantes de Florencia durante temporadas sofovichescas (de vuelta, ¡qué tiempos aquellos! coinciden todes, como si con “el Ruso” no se hubiera tratado siempre de amedrentamiento y reducción de las mujeres). Archimó y Fernández “analizaron” la convocatoria actual de De la V antes y después de la escena del DNI en mano “de mujer, madre y argentina” en Telefé y etcéteras. En suma, qué y cómo pueden ser las travestis y trans; qué divismos sí y cuáles nunca; cuánto mejor es ser humilde y qué mal agrandarse. Si en el ofertorio de los intercambios, la sujeta en cuestión fuese una figura no trans, los ejes serían muy parecidos pero la génesis otra. Toda vez que se discute sobre trans y travestis se empieza discutiendo su existencia para terminar discutiendo su probable maldad, su lánguido o intacto carisma o su make up. Por qué existen y cómo, es la base.
“Hablando de Flor de la V” dijo Ángel De Brito, “… hubo un momento de tensión protagonizado por Edda Bustamante”. ¿Tensión? Sí, porque la tv nunca antepone el respeto a la ley (menos a la de identidad de género, con 7 años de vigencia) y no califica entonces esos hechos como lo que son, violaciones a una ley. Por el contrario, son puros “líos” o como en el graph de “Intrusos”, “Fuertísimas declaraciones”. “¿Qué ves cuando ves a Flor de la V, un hombre o una mujer?”, preguntó De Brito, como Rial. “¿Qué ves cuando ves a Lizy Tagliani, un hombre o una mujer?”, preguntó más tarde Andrea Taboada, como Rial. La mera presencia de Bustamante en estos estudios, convocada tras sus violencias, y la sola formulación de estas preguntas son travesticidio social. Frente a interrogaciones semejantes nada importan las respuestas. En la pantalla (súper) chica, “¿Qué ves cuando ves a Susana Giménez?” o “¿Qué ves cuando ves a Pablo Echarri?” no serán enunciados. Vandalismos periodísticos sin sanción.
Dos planos conjugados. En principio, una permanencia cada vez más inestable y precarizada desespera a quienes habitan los medios. Ni manotazos ni ahogo: el panorama es de hundimiento oceánico y “seguir estando” tiene estas reglas. Por encima, una desregulación creciente y en apariencia definitiva de los mensajes; un “cualquierismo” apañado por el estado y los productores a cargo. Al aire, sin aire libre.