Luz es una joven travesti de 22 años acusada de un delito que no cometió, estuvo 8 meses privada de su libertad en el Penal de Ezeiza hasta que el mes pasado le otorgaron prisión domiciliaria. Perdió casi toda la visión, pero la justicia se negaba a aceptar su discapacidad y a otorgarle el beneficio de esperar el juicio en libertad, a pesar de que existe el inciso C del artículo 32 de la ley 24.660 que ampara este derecho a las personas que presenten una discapacidad. Durante el tiempo que pasó en la cárcel su estado de salud empeoró, además de padecer la violencia del Sistema Penitenciario Bonaerense, especialmente cruel con las travestis y trans.   

Luz se despidió de su Salta natal en 2017 y viajó a Buenos Aires donde comenzó a estudiar en el Bachillerato Popular Trans Mocha Celis. Se prostituyó desde los 13 años, condición que la llevó a vivir situaciones de extrema violencia: fue atacada en tres oportunidades distintas mientras estaba en la calle, en cada uno de esos momentos estuvo en riesgo su vida. Perdió la visión de un ojo en su totalidad, solo ve parcialmente del derecho y sufre de cataratas. Todos esos ataques transfóbicos quedaron impunes. 

Apenas llegó a Buenos Aires, Luz se instaló en el Hotel Gondolin, una cooperativa gestionada y administrada por travestis y trans donde se alojan chicas de todas partes del país, allí la apodaron “La cieguita”. Ella quería estudiar para salir de la situación de prostitución en la que se encontraba. Le fue muy bien en el curso de séptimo grado, lo terminó en muy corto tiempo e ingresó al bachillerato al año siguiente, en pocos meses hizo grandes amistades, sus compañeras del Gondolin y del Mocha hablan de lo mucho que quieren.

Desde julio del año pasado, Luz permanece con prisión preventiva a disposición del Juzgado Criminal Número 40 a cargo de la jueza Paula González, está acusada injustamente de “robo agravado y privación de la libertada agravada”. Lucía Fuster Pravato, docente del Bachillerato Popular Trans Mocha Celis e integrante de la Comisión Justicia para Luz cuenta: “Cuando la detuvieron, a todes nos costó mucho entender qué había pasado, incluso a Luz. Pensamos primero que era por prostitución, algo contravencional. Días después nos informaron que la acusación era intento de homicidio, por atacar a un señor en su casa, en Palermo. Charlando con ella por teléfono, porque no la podíamos visitar y ya estaba detenida en Ezeiza, nos contó que unos meses atrás había hecho un servicio sexual, un pete, en un departamento en la zona donde ella está en situación de prostitución, a dos hombres. Resultó ser que minutos antes, en ese departamento, esos dos hombres habían atacado brutalmente al señor que vivía allí, dejándolo maniatado e inconsciente en una habitación. Cinco días después, una hermana encontró el departamento revuelto y a su hermano tirado en el piso en una habitación, aún atado de manos amordazado e inconsciente. Luz se enteró de esta situación cuando ya estaba en prisión, y quedó en un shock profundo, nosotres también”.

Desde la Comisión denuncian que la fiscalía intenta responsabilizar a Luz, pero no investigó ni buscó a los dos hombres involucrados en el hecho. Los delitos por los que se la acusa tienen una pena mínima de 10 años, Pravato explica: “Estamos sumamente preocupadas, porque el fiscal pidió que la causa pase a juicio por homicidio triplemente agravado, una acusación muy injusta por un crimen que no cometió. Mientras tanto, seguimos peleando por su absolución y que se reconozca la inocencia de Luz, le dieron la prisión domiciliaria porque las condiciones en las que estaba en el penal no son aptas para alguien que tiene una disminución visual como ella y por la cantidad de veces que se le incumplieron los turnos médicos. Las abogadas lograron poner en valor la importancia de la salud de Luz y gracias a ello, ahora está con prisión domiciliaria. Se encuentra bien, asistiendo a controles médicos y preocupándose por estar saludable.” La expectativa de vida de las travestis y trans como Luz, que han sufrido todo tipo de violencias y han estado expuestas a situaciones de vulnerabilidad extrema y exclusión social, no supera los 40 años. De tener que cumplir una condena de ese tipo se agravaría más aún su salud. “Recién a los 21 años, Luz pudo recuperar un poco la visión en uno de sus ojos, pero está en riesgo porque tiene un glaucoma y otras condiciones que no podían ser adecuadamente tratadas en el penal de Ezeiza” explica Pravato. 6