Yanina Faríaz se paró en el umbral de los tribunales de Mercedes y abrazó llorando a sus hijos. Aspiró con fuerza el aire limpio de la tarde para limpiarse los pulmones del que se le había enviciado en la cárcel desde que perdió su libertad injustamente, casi dos años atrás. Este martes, después de lo que Nora Cortiñas definió como “un martirio”, llegó por fin la absolución. Yanina saludó a lxs que la acompañaron durante todo este tiempo, caminó hasta la parada del colectivo y se tomó el 203 a San Miguel con los chicos arracimados en su campera. “¡Vengan a tomar mate a casa algún día!”, llegó a decirles a todas esas mujeres del feminismo de las barriadas, popular y organizado, que siempre creyó en su inocencia y denunció a la Justicia patriarcal y misógina por  encerrar sin fundamentos a una mujer en condiciones de vulnerabilidad extrema. Y que este martes  volvió a liberarla en una precariedad aún mayor. Lo hizo con Higui, Reina Maraz, Yanina González y Celina Benítez; las arranca de sus vidas que traman como pueden para criminalizarlas y revictimizarlas hasta el borde de sus fuerzas. Como dice unx de lxs personajes border de La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara. “Ahora sé que de un naufragio no se salva nadie.” Yanina se instaló en la construcción de material que comparte con su padre en San Miguel a pasar frío, sin camas, frazadas ni colchones para ella y sus niños de 6 y 11 años. Sin siquiera un DNI que podrían haberle tramitado durante el tiempo que estuvo encerrada en comisarías y en el penal de Magdalena. Ninguna de las instituciones estatales y judiciales que le escanearon hasta el alma desde que la detuvieron regularizaron su identidad. Tampoco cobra la Asignación Universal por Hijo (AUH).  En el corazón de las barriadas más pobres, las violencias se cuelan por todos los agujeros.      

 Al fiscal Guillermo Altube, el mismo que pidió condena para las hermanas Jara, le costó ver la luz de la perspectiva de género, pero al final del camino, con los testimonios de vecinas, las pericias de la psicóloga Raquel Disenfeld y los argumentos de inocencia planteados por el abogado Alejandro Bois y todas las organizaciones que intervinieron, desistió de acusar a Yanina de “homicidio agravado por el vínculo por omisión, para pedir su absolución. Responsabilizó por homicidio simple agravado por alevosía al femicidia Alejandro Leguizamón, el hombre que en 2017 mató a golpes a Xiomara y sometió a torturas, malos tratos y violaciones sistemáticas a su madre, a quien llegó a mantener en cautiverio. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 dará a conocer la condena de Leguizamón el miércoles próximo, en la lectura del veredicto.   

“Altube comprendió que había que analizar el caso con perspectiva de género, expuso que toda la prueba rendida en el tribunal da cuenta de la situación de especial vulnerabilidad en la que vivió Yanina frente al accionar violento de Leguizamón, y como nos encontramos frente a una situación de femicidio vinculado”, remarcó Bois. “Que el propio Ministerio Público Fiscal haya recogido los argumentos que esbozamos desde el comienzo tiene que ver con que el Poder Judicial patriarcal finalmente tomó nota de los grandes cambios que se están dando en el cuerpo social y con la verdadera revolución de las organizaciones de mujeres en las calles. Lo que sucedió en el tribunal es inescindible de lo que ocurrió en la calle todo este tiempo. Por eso el martes nos fuimos con Yanina de la mano y sabiendo que el miércoles próximo habrá Justicia por Xiomara.”

Cuando las abogadas Sofía Ballesteros y Antonella Mirenghi, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), veedora del debate judicial, fueron a entrevistar a Yanina al penal de Magdalena el 21 de marzo, días antes del inicio del juicio, les avisó que ya no aguantaba más. “Tengo ganas de tirarme al otro lado y que se termine todo. Si sigo es por mis hijos. Sólo quiero que Leguizamón pague por todo lo que hizo.” Yanina sufrió maltratos físicos y psicológicos en los lugares donde permaneció detenida, pasó las noches sobre un colchón en el piso de la celda colectiva, sufrió  cuadros de deshidratación, desidia médica. “Su relato se inscribe en el marco de las múltiples violencias que ha padecido a lo largo de su vida por ser mujer y pobre, como lo manifestamos en el amicus curiae presentado por la CPM”, detallaron las abogadas en un informe que advierte sobre la severidad hacia las mujeres madres. “Estas imputaciones se basan en estereotipos e idealizaciones sobre los deberes de una buena madre y omiten considerar la situación de la mujer. El derecho penal exige a las mujeres sacrificios heroicos para proteger a sus hijos.”

Junto con la Comisión por la Liberación de Yanina y Justicia por Xiomara, en la jornada del martes estuvieron presentes organizaciones sociales, colectivos feministas, la psicóloga Raquel Disenfeld, Margarita Jarque, de la CPM; Red de Mujeres, referentes de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (Redi), del Programa Nacional de Asistencia para las Personas con Discapacidad (Adajus) y Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “La macana de todo esto es que Yanina pasó dos años y medio en la cárcel pagando por algo que no debía pagar. Le va a costar recomponerse, porque todo esto es un martirio que vivió”, lamentó Nora. “Hay persecución por género, todavía hay mucha discriminación hacia las mujeres. Pese a esto, el alegato del fiscal fue extraordinario y se trabajó mucho para que todo resultara en la libertad de Yanina, que es lo que correspondía.” 

El próximo 3 de Junio, cuando una multitud se movilice a las calles y las plazas de todo el país, quienes sostienen la Comisión por Yani volverán a marchar para exigir Ni Una Menos en las Cárceles. Siguen en alerta y acción por las que están presas, por las judicializadas, por las que fueron separadas de sus hijxs y excluidas de su cotidiano. Yanina le puso cuerpo y narración a su libertad. Aún falta una autonomía que la proteja de cualquier nueva forma de explotación y violencias. “Todavía hay muchas Yaninas en los penales por las que hay que luchar, pero creo que para eso el feminismo discursivo debe salir del salón, hacerse una crítica a poco de un nuevo 3J y tomarse esta realidad en serio”, advirtió “en un entrevero de emociones” Carina Leguizamón, de Red de Mujeres. “Basta de palabras, basta de agitar banderas cuando ni siquiera se pone el cuerpo. La absolución de Yanina fue histórica para el movimiento de mujeres. Ahora debemos tomar conciencia de eso para seguir cuestionando al patriarcado y construir un verdadero feminismo popular.”