Desde Londres
El Reino Unido votó en las elecciones parlamentarias europeas en medio de crecientes rumores de una inminente renuncia de Theresa May. En una campaña con claros tonos surrealistas, las encuestas predicen que los conservadores podrían quedar en quinto lugar, pero no son estos vaticinios catastróficos sino el último plan europeo de May y las ambiciones de sus potenciales sucesores los que la dejan al pie del patíbulo.
El plan 4 que enunció esta semana la primera ministra británica intentó contentar a muchos y enfureció a todo el mundo. El miércoles el poderoso Comité 1922, que agrupa a los diputados sin función gubernamental, le puso un ultimátum para que retirara el plan y presentara un cronograma claro de su partida. Hoy el líder del grupo, Sir Graham Brady, se reunirá con May en medio de un vértigo de especulaciones sobre su futuro al frente del Partido Conservador y el ejecutivo.
Las pistas del regicidio están a la vista. El miércoles la ministra encargada de relaciones con el parlamento, Andrea Leadsom, que fue la principal rival de May en la elección a líder conservador post-referendo europeo en 2016, presentó su dimisión. “No creo que el Reino Unido siga siendo un país soberano con esta oferta de pacto con Europa que se está planteando”, le escribió Leadsom a May.
En los anales del Partido Conservador renuncias de este calibre son el prolegómeno de una presión insostenible para la dimisión del primer ministro. Si sucedió con la poderosísima Margaret Thatcher en 1990 ¿por qué no va a pasar con la cada vez más debilitada y arrinconada May?
La gota que colmó el vaso, el Plan 4 de May, ofrece a los diputados votar sobre la posibilidad de un segundo referendo y una unión aduanera temporaria con la UE, promesas que debían seducir al laborismo y a los partidos pro-europeos (nacionalistas escoceses, liberal-demócratas, autonomistas galeses y verdes). Con ese arte que parece caracterizarla para el error táctico y estratégico, May no solo no consiguió su objetivo sino que puso en pie de guerra a los pro-Brexit conservadores, sea del ala moderada o ultra.
La escasa habilidad política de la primera ministra se vio clara en los continuos callejones sin salida en los que se metió en la negociación del Brexit y en su convocatoria a elecciones anticipadas en 2017. “May se lleva el premio al peor manifiesto electoral, el peor discurso a un congreso partidario, la peor derrota parlamentaria de la historia y, con estos comicios europeos, probablemente, la peor derrota electoral conservadora”, decía este miércoles el editorial del Evening Standard.
El vespertino se caracteriza por ser un diario conservador, editado desde 2016 por George Osborne, el pro-europeo ex ministro de finanzas del predecesor de May, David Cameron. En su editorial, Osborne aconseja votar a los liberal-demócratas que están a favor de permanecer en la UE. El Evening Standard califica al Plan 4 de May de “intento desesperado” que quiso ofrecer algo a todo el mundo “y al igual que en su desempeño como primer ministro no le dio nada a nadie”
En un intento de neutralizar el virulento rechazo que generó el Plan 4, la primera ministra dio marcha atrás con la fecha que había anunciado para su votación en la Cámara de los Comunes a principios de junio. En esta nueva versión, May intentará dialogar con los ministros que han rechazado el plan 4 para intentar persuadirlos o incorporar sus preocupaciones a su propuesta con el obvio peligro de convertir al acuerdo en un Frankenstein más monstruoso e irreconocible que el actual.
No es todo responsabilidad de May. La sociedad y el parlamento están polarizados hasta la fragmentación. Las ambiciones de muchos diputados conservadores por destronarla y sucederla son el telón de fondo de interminables especulaciones diarias, de marchas y contramarchas. En la campaña de estas elecciones europeas, nadie sabe cuál es la propuesta conservadora. En parte esto se debe a que están tan divididos que no pueden tener un programa más o menos homogéneo, pero también a que los 16 diputados con aspiraciones a sustituir a May han estado mucho más concentrados en su propia campaña para el cargo de primer ministro que en los 73 escaños reservados al Reino Unido en el parlamento europeo.
Este vacío fue aprovechado por el Brexit Party del derechista y eurófobo antiinmigrante Nigel Farage, quien tiene una de las plataformas más coherentes del fragmentado espectro político británico. Farage encabeza las encuestas de la mano de su mono-promesa de salir de la UE sin acuerdo alguno. Con este mensaje simple, tiene entre un 32 y un 37% de la intención de voto. El laborismo está tercero, detrás de los pro-europeos liberal-demócratas, y los conservadores quintos, con un patético 7%, detrás de los verdes.
Si el resultado se confirma, la presión para que renuncie May será difícil de contener. Los medios hablan de hoy, pero el anuncio de los resultados será el domingo cuando se hayan celebrado el resto de las elecciones en la UE, así que es igualmente posible que May hable el lunes. Hoy en día, en este manicomio que es el escenario político británico del Brexit, nadie puede garantizar nada.