Birra, mucha birra, más birra. Y es lógico: desde el auge de la artesanal, el paladar argento logró una especialización nunca antes vista en materia de cerveza. Antes era común acercarse a una barra y escuchar frases como “A mí me gustan las rojas”, pero con el tiempo, la educación birrera y un refinamiento del paladar esto mutó a un “Dejame probar las IPA que tengas”. Este cambio logró una explosión tan grande en el mercado que mañana y pasado se festejará en el estadio del club Estudiantes de Buenos Aires, en Caseros, el Primer Festival de Cervezas Extremas de América Latina, organizado por la cervecería Juguetes Perdidos.
Ahora bien, ¿qué es una “cerveza extrema”? Ricardo “Semilla” Aftyka, co-fundador de Juguetes Perdidos, la tiene clarísima: “La cerveza industrial es casi un agüita sucia, como si la artesanal la diluyeras con 50 por ciento de soda”, arranca picante. “Dentro la artesanal tenés unos 84 estilos distintos de cerveza que están agrupados según origen, intensidad e ingredientes que se usan en la fabricación. Dentro de ese grupo están las ‘cervezas extremas’, que se pueden clasificar en tres categorías”, explica Aftyka.
Las Barrel Aged son de alta graduación alcohólica y suelen tener entre un 12 y un 20 por ciento, como el vino o un licor. Son para tomar en invierno, se hacen pesadas y cambian mucho con el paso del tiempo. Muchas se añejan en barricas de bourbon, coñac o vino, para que tomen todos esos sabores. Las Sour Beer, por el tipo de fermentación que tienen, con levaduras salvajes y lactobacilos, derivan en cervezas ácidas. Tienen muy bajo cuerpo, similar a un champagne, y aromas complejísimos. Y las Hop Bombs son extremas por la cantidad absurda que tienen de lúpulo, que les da aroma y sabor. Una cerveza industrial suele tener alrededor de medio gramo de lúpulo por litro, una artesanal entre 7 y 10 gramos por litro, y las Hop Bombs suelen tener de 25 a 30. Es decir, 60 veces más que una industrial. “Es una explosión de aromas y sabores”, explica Semilla.
El motivo del festival es el festejo del cuarto aniversario de Juguetes Perdidos, ya que el año pasado convocaron más de 500 personas en la puerta y vieron que se les iba a ir de las manos. Los tres socios de esa cervecería están involucrados en el mundo birrero hace más de 20 años, y han logrado reconocimientos nacionales e internacionales, lo que hace que viajen mucho y tengan amigos que se quisieron sumar a la movida. “Enseguida nos dimos cuenta de que no queríamos hacer un Oktober Fest para tomar mucho sino un festival con la característica de las birras extremas que hacemos. Pensamos qué cervecerías del mundo nos gustaría que vengan a nuestro cumpleaños, hicimos una lista, les empezamos a escribir e increíblemente nos dijeron que sí”, relata. Van a estar la danesa Mikkeller, la británica Brewdog, la belga 3 Fontainen y las estadounidenses The Rare Barrel y KCBC, entre otras.
“No estamos en la búsqueda de ganar plata con esto. De hecho estamos perdiendo bastante en esta primera vuelta. Pusimos a la venta las entradas necesarias para saldar el evento, pero los costos adicionales y la devaluación, porque todo lo que estamos trayendo está en dólares, hicieron que se nos tuerza un poquito la balanza. Pero la búsqueda es fomentar la cerveza artesanal argentina, generar educación y poner en las manos de la gente los productos más innovadores y creativos del mundo, de la mano de sus creadores para que te lo pueden contar y explicar en vivo. El festival tiene una particularidad que no tienen muchos en el mundo: vamos a tener en Caseros a los propios cerveceros sirviendo las birras”, cuenta orgulloso.
El FCE va a presentar más de 250 variedades de cervezas especiales realizadas por 58 cervecerías nacionales e internacionales. Si bien este tipo de eventos son frecuentes en Estados Unidos y Europa, es la primera vez que se hace en Latinoamérica, lo que demuestra el nivel actual de la birra artesanal local.
Después de toda la explosión de la artesanal en Argentina, ¿creés que aún tiene lugar para seguir creciendo?
--Haber dado el puntapié inicial fue muy bueno porque el mercado latinoamericano está en plena expansión. Este festival lo podríamos haber hecho en el Hipódromo de Palermo, por la envergadura que tiene, pero elegimos hacerlo en Caseros, a diez cuadras de nuestra fábrica. Le dimos el espacio a 25 cervecerías argentinas para mostrar que es federal. Argentina está arrasando con la competencia regional, el nivel y la calidad es alucinante. Para que siga creciendo, hace falta este tipo de eventos y acciones. Me parece que no hay más lugar en Argentina para la birra berreta. Hay un público que está súper educado y ávido de buena calidad.
¿El boom de las cervecerías también trajo aparejado la aparición de birras artesanales de poca calidad?
--Nosotros, como un montón de cervecerías, apostamos a la calidad de la innovación y el desarrollo de un producto con identidad local. Como en todo mercado, cuando hay un crecimiento de golpe y desmedido, mucha gente entra por interés. No por pasión, sino porque vio que era más rentable que una ferretería o una cancha de tenis. Hoy encuentra que tiene más o menos la misma rentabilidad que otro negocio y se está saliendo. Pero los cerveceros que estamos en esto hace tiempo crecimos todos. Y creo que los próximos años vamos a ver un aumento no solo de la cantidad sino sobre todo de la calidad de la cerveza argentina, que está a la altura de las mejores del mundo.