Morgan Stanley es uno de los bancos de inversión más importantes del mundo. En su último informe aseguró que la Argentina tiene capacidad de crecer a un ritmo del 4 por ciento por año en el próximo quinquenio. Para ello sólo tiene que seguir el camino de las reformas estructurales que propone el Gobierno de Mauricio Macri. Los augurios de Morgan Stanley recuerdan al pronóstico que hacía el Fondo Monetario a comienzos del 2000. El organismo de crédito internacional difundía en su informe de abril de ese año una estimación de crecimiento del 3,2 por ciento para el país y aclaraba que la condición era mantener un firme control fiscal y la flexibilización laboral, es decir, las reformas estructurales de las que hoy habla Morgan Stanley . El lector con ganas de divertirse puede buscar los pormenores de ese documento en la nota titulada “Optimista informe del FMI sobre Argentina” publicada por La Nación el 13 de abril de 2000. Las similitudes del macrismo con los últimos años de la convertibilidad son inevitables.
La capacidad de construir un relato que escapa a la realidad que muestran los indicadores locales no es sólo de los grandes bancos de inversión o de organismos internacionales. Los funcionarios argentinos muestran una falta de destreza notable para la gestión pero se llevan todos los premios en la construcción de fábulas y leyendas. Las autoridades del Central tienen algunas de las salidas más ingeniosas para ocultar las distorsiones de la económica acumulada en los últimos meses y hacer creer que todo lo que se decía hasta diciembre de 2015 ahora no vale.
La base monetaria sube a un ritmo de casi 50 por ciento interanual en 2017 pero, según el Central, ya no va a generar suba de precios ni tiene efecto rezago para el proceso inflacionario. Para ser precisos, el último informe de la entidad detalla que al 8 de febrero la base se ubicó en 846 mil millones de pesos, un incremento de 48,7 por ciento interanual. “Tuvimos que hacernos cargo de la herencia de emisión del 50 por ciento que nos dejaron y eso impactó en la inflación del primer semestre de 2016”, decía a mitad del año pasado el presidente del Central, Federico Sturzenegger. Pero ahora pasaron 14 meses desde que asumió y el ritmo de emisión es casi idéntico al que le dejaron (50 por ciento). Lo justifican diciendo que hoy ya no es como antes: hay dinero endógeno y la suba es por motivos estacionales. ¿Puede haber dinero endógeno cuando lanzaron un programa de 50 cuotas sin interés a tasas subsidiadas? Transformaron el Ahora 12 en el Ahora 50. Algunos en la city se toman con risa los discursos del Central y se preguntan: ¿por qué el dinero ahora no es 4,2 veces más exógeno?
En el mercado aseguraron que hay otro dato algo más técnico que permite ver que “en el Central se volvieron bastante blanditos con la política monetaria”. La tasa de interés de las Lebacs se ubica por debajo de la tasa pasiva de pases. En un esquema convencional la tasa de Lebac debería estar encima del pase pasivo y debajo del pase activo. Esta última por ahora no pincha ni corta. Puesto de otro modo: la única tasa de referencia que tiene volumen es la de pases pasivos y se ha empezado a convertir en un techo de tasas en lugar de ser el piso. Los bancos pueden seguir prestándole a la autoridad monetaria pesos a cambio de un interés del 25 por ciento. Pero ahora los inversores particulares no tienen la posibilidad de comprar pases y deben conformarse con una tasa de Lebac del 23 por ciento o inferior al 19 por ciento si colocan un plazo fijo. En la city aseguran que “ya no es claro que el Central quiera aceptar toda la liquidez que le devuelve el sistema”.