Desde Roma
Gran parte de la campaña de estas elecciones europeas fue montada, en Italia y en otros países, sobre una mentira presentada como verdad, una fake news como se llama ahora a este tipo de engaños: la “invasión” de los migrantes y el pánico y la inseguridad que puede desencadenar.
Según las organizaciones internacionales que se ocupan del tema y estiman las cifras de las llegadas, como OIM (Organización Internacional de las Migraciones) y Acnur (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados), hasta mediados de mayo de 2019 han llegado a Europa 24.698 migrantes (de los cuales 1.265 a Italia) mientras en 2018 fueron 144.199, en 2017 unos 187.000, en 2016 más de 350.000 y en 2015, el peor año en este sentido, más de un millón, la mayoría de ellos provenientes de países en conflicto como Irak, Siria, Afganistán pero también de Nigeria, Eritrea, Somalia y Sudán. Las cifras demuestran que la cantidad de gente que intenta llegar a Europa ha disminuido considerablemente. No existe la tal “invasión” de la que se habla. Y la disminución no ha sido provocada por las medidas tomadas por el gobierno italiano, que el ministro del Interior Matteo Salvini levanta como un triunfo suyo, sino más bien por el apaciguarse de algunas guerras y conflictos en Medio Oriente y Africa, entre otras cosas.
Poco después de que llegara al gobierno hace un año, el ministro del Interior y viceprimer ministro de la derechista Liga, Salvini, levantando la bandera de la “invasión”, cerró los puertos y no permitió que las barcazas con migrantes que atravesaban el Mediterráneo desde puertos africanos, especialmente desde Libia, pudieran llegar a Italia. También prohibió que anclaran en puertos italianos los barcos de numerosas organizaciones humanitarias que rescataban a los inmigrantes en el mar y hasta hizo secuestrar las naves de algunas de ellas, iniciándoles juicios. Fue el caso de las naves Sea Watch III y Mediterranea Mare Jonio, secuestradas porque supuestamente habían favorecido la inmigración clandestina además de ser consideradas cómplices de los traficantes de seres humanos, que son los que organizan los viajes por mar de los prófugos.
Aunque ya no se debería hablar de “invasión”, el tema de los migrantes se presenta de todas maneras como un asunto clave para el próximo Parlamento Europeo. “En mi opinión, la primera e inevitable cuestión que deberá afrontar Europa después del voto es la inmigración porque se trata de flujos históricos que deben ser afrontados con solidaridad y compartiendo, por la UE y con la UE”, declaró a la agencia ANSA el ministro de asuntos exteriores de Italia, Enzo Moavero Milanesi. “Dentro de dos días La Liga será el primer partido de Italia y cambiará la historia de Europa”, comentó por su parte Salvini. Como Moavero Milanesi y Salvini, algunos países europeos, entre ellos Austria, Hungría y Polonia, también consideran a las migraciones como uno de los principales males de estos tiempos. Hungría, por ejemplo, en 2015 puso alambres de púas en cientos de kilómetros de sus fronteras con Serbia y Croacia, para evitar el paso de los migrantes.
Y dado que al parecer los partidos europeos de derecha llamados en general “soberanistas” podrían conseguir un buen número de votos en estas elecciones, se da casi por hecho que la UE deberá encontrar nuevos caminos para resolver la recepción de los miles de personas que llegarán cada año a tierras europeas y fijar nuevas responsabilidades que cada país deberá asumir.
En este contexto se viene hablando desde hace tiempo de la reforma del tratado de Dublin, un acuerdo sobre temas migratorios que data de 1997. Pero como no se llegó a un acuerdo en ese sentido, en vez de elaborar un programa que organizara el desembarco en distintas regiones y dividieraa la responsabilidad entre los países. Desde entonces los líderes europeos se centraron en crear las llamadas “plataformas de desembarque” fuera de la UE para llevar allí a las personas rescatadas y procesar las solicitudes de asilo fuera de Europa. con ese fin Italia y la UE hicieron acuerdos con Libia para que su guardia costera se hiciera cargo de los rescates y los llevara de vuelta a Libia.
Pero lo que algunas organizaciones humanitarias proponen, en cambio, para mejor organizar estas migraciones que no se podrán jamás eliminar completamente, es que Europa contribuya a aplacar las guerras no vendiendo armas (Italia ocupa el noveno lugar entre los mayores exportadores de armas del mundo después de EE.UU., Rusia, Francia, Alemana, e incluso España) y ayudando a las negociaciones de paz entre las partes en conflicto. Pero también proponen la creación de corredores humanitarios en los países de origen para organizar mejor los flujos de refugiados y migrantes hacia Europa.
Por suerte en Europa no todos piensan como los “soberanistas”. Y el símbolo más claro llegó en estos días a la Bienal de Arte de Venecia, una de las más prestigiosas exposiciones de arte de toda Europa. La obra de arte fue esta vez una semidestruida nave de pesca que originariamente habría sido pensada para transportar unos 20 pescadores. La nave libia se hundió el 18 de abril de 2015 en el Mediterráneo, cerca de Sicilia. Se calcula que tenía a bordo más de 700 migrantes de los que sobrevivieron sólo 28. La nave recuperada y transportada a Venecia por decisión del artista suizo Cristoph Buchel, se llama ahora “Barca nostra” (nuestro barco) y quiere claramente simbolizar: “Todos somos migrantes”.