“A los cuatro millones y medio de pobres que dejó Macri, les vamos a tender la mano y los vamos a traer adentro. Porque a eso venimos, para eso hacemos política. Lo vamos a resolver, como lo hicimos con Néstor. Entre todos vamos a sacar al país de la postración”, prometió el flamante precandidato presidencial, Alberto Fernández. “Se trata de volver a recuperar ese espíritu que nos animó a todas y todos los argentinos, sin distinción”, dijo antes Cristina Fernández de Kirchner, su compañera de fórmula, en el primer acto juntos luego del sorpresivo anuncio del fin de semana pasado. Acompañados por miles de dirigentes y militantes, ambos compartieron en Merlo un homenaje a Néstor Kirchner, a 16 años de su asunción, el 25 de mayo de 2003.
“Es un acto local, no el inicio de campaña”, insistían los anfitriones del municipio, en la previa al acto que mostró por primera vez Les Fernández. Se trataba de la inauguración de un parque en esa localidad bonaerense y las invitaciones a los oradores, explicaban, habían sido cursadas mucho antes del sorpresivo anuncio del sábado pasado. Claro que en el medio pasaron cosas, y los que hablaron finalmente fueron el candidato a presidente y la candidata a vice por el peronismo. Fue la primera presentación pública y tuvo alrededor todos los condimentos de la liturgia peronista, pero una dirección clara: marcar la idea de reconstrucción y del “contrato social”. Y sobre todo, la necesidad de cambiar de forma urgente el rumbo del país.
“Que en el siglo XXI cuatro de cada diez argentinos sean pobres y estén soportando miseria, es algo que no vamos a permitir”, señaló Fernández. Minutos antes, CFK recordaba lo especiales que han sido muchos 25 de mayo de este país y, en particular, el del Bicentenario. Más de treinta mil personas los escuchaban en la cancha del Parque Néstor Kirchner y sus alrededores, y numerosos dirigentes y personalidades se hicieron presentes en lo que terminó siendo, efectivamente, el debut oficial de la fórmula.
El acto comenzó con el Himno Nacional en esa hermosa versión que tiene a Mercedes Sosa como guía, y a una cantidad de instrumentistas y cantantes de la música popular argentina participando. Con Cristina Fernández a la izquierda, Alberto Fernández a la derecha, y el intendente local, Gustavo Menéndez, en el centro, asumiendo el rol de feliz anfitrión y presentador –“me hubiera encantado ser presentador”, bromeó el jefe comunal promediando el acto; “ya nos dimos cuenta”, le contestó Cristina entre risas, fuera de micrófono– la puesta intentó ser informal, o al menos alejada del acto político clásico, con una mesita blanca, sillones y flores al tono, como un living dispuesto para que los invitados charlen. Pero en cuanto CFK empezó a hablar, la gente empezó a pedirle a los gritos que se pare.
“Yo quería hacerlo onda living. Una cosa más descontracturada, no tanto ‘uy, ahí habla, va a volver a gritar y a decir, y el dedito, y la manito, y el pelito... ¡No, más tranqui!”, chicaneó entonces Cristina, justamente, descontracturada, provocando risas. Y se paró. Su vestimenta era, también, informal: pantalones de jean oxford, tapado blanco con guarda, zapatos rojos. Y el tono general –tanto de ella como de su compañero de fórmula– también fue relajado, aunque firme.
“El 25 de mayo es mi fecha patria predilecta. Siempre me pareció mayo y la revolución una cosa muy fuerte, muy identitaria. Y después se juntaron otros 25 de mayo, por esas causalidades o caprichos de la historia: el peronismo, después de 18 años de proscripción, volvió al gobierno un 25 de mayo. Estuvo el de 2003. Pero el que sentí como una parte mía, y de todos y todas, fue el de 2010. Ese fue, además, el último año en que fui enteramente feliz. Después, nada fue lo mismo”, conectó la ex presidenta, emocionada por el recuerdo de su compañero. “Ese 25 de mayo de 2010 para mí fue perfecto. No solo por los doscientos años de historia, porque sentí algo especial en las calles de Buenos Aires. Por empezar, éramos nueve presidentes caminando entre una multitud, sin ningún dispositivo de seguridad. En épocas de manos duras y de gatillos fáciles, vemos que aquella era otra Argentina”, comparó.
“Cuando una decide, puede equivocarse o acertar, nadie tiene asegurado el éxito. Pero las decisiones basadas en las convicciones tienen al menos la fuerza del espíritu, del corazón y del creer. Yo creo”, dijo en referencia a la candidatura, y advirtió: “tampoco esperan que dos dirigentes puedan hacer todo”, retomando la idea de “contrato social que nos permita entender que no hay triunfos individuales si no es colectiva la realización de una sociedad”, y que convoque a “sectores políticos, económicos, de empresarios y medios de comunicación”.
“Ustedes no saben la alegría que tengo de haberme reencontrado con mi amiga Cristina”, comenzó marcando Alberto Fernández, también parado en el “living”. “Quiero que mis palabras sean, de verdad, para reconocerle a Cristina la grandeza que ha tenido de pedirme que me haga cargo yo, y la grandeza de acompañarme”, dijo. Recordó también otro 25 de mayo en el que él fue protagonista, el de 2003, “el día que llegamos con Néstor para empezar a cambiar la historia”. “De ese día hay una foto de cuando Néstor me toma juramento, nos abrazamos y me dice algo al oído. Recuerdo ese diálogo. Yo le había dicho: Llegamos, ¿viste que llegamos? Y el me contestó: no llegamos, estamos empezando. Ponete a trabajar”, evocó.
La conexión con Néstor Kirchner y el rescate de su rol junto al ex presidente en aquellos primeros años de gobierno guió el resto del discurso de Fernández. “Es obvio que no es fácil, pero lo vamos a resolver, como lo hicimos con Néstor Kirchner”, dijo, tras hacer la radiografía de un dramático presente, proponer un futuro mejor y comparar: “Si uno mira aquel país que recibimos en 2003 y este, son muy parecidos”. “Nosotros con Néstor una vez lo hicimos, y lo podemos volver a hacer. Pudimos salir de la deuda sin hacer padecer a ningún argentino”, ejemplificó. “Yo tengo una ventaja. En el despacho de al lado tenía a un tipo que me decía cómo hacerlo, que me daba instrucciones. Yo estuve en ese laberinto, y supe salir de ese laberinto. Y ahora vamos a salir de este laberinto”, prometió.
Antes, el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, ponderó el gesto político de CFK al definir la fórmula y sobre todo su “inteligencia”: “ha elegido al mejor hombre, capaz de tender puentes para que la Argentina se recupere. Los argentinos necesitamos reconciliarnos, y Alberto Fernández tenderá puentes para eso”, lo alabó. Los tres oradores hicieron discursos cortos y antes estuvieron inaugurando lo que dio origen a toda esta movida: el Parque Municipal Néstor Kirchner, que unifica al parque público El Tejadito con la antigua quinta municipal La Colonial de Merlo. Todas estas hectáreas estuvieron cerradas al acceso público durante 24 años ya que el ex intendente Raúl Othacehé –que gobernó el distrito durante todo ese tiempo–la mantuvo como quinta personal. La remodelación la transformó en un parque con cancha de fútbol, anfiteatro, espacios para correr y de patinaje y un lago donde antes había una pileta.
Justo al lado de ese lago está emplazada la estatua que Alberto Fernández y Máximo Kirchner dejaron inaugurada, cuando todavía no había llegado Cristina Fernández, en una foto que completaron el intendente local y Hugo Moyano, recién arribado.
El acto contó con la participación de numerosos intendentes del Gran Buenos Aires: Verónica Magario (La Matanza), Gabriel Katopodis (San Martín), Fernando Gray (Esteban Etcheverría), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Julio Zamora (Tigre), Ariel Sujarchuk (Escobar), Jorge Ferraresi (Avellaneda) fueron algunos de los que se vieron junto a legisladores, sindicalistas y funcionarios como Florencia Saintout, Mayra Mendoza, Victoria Donda, Axel Kicillof, Fernando Espinoza, Felipe Solá, Jorge Taiana, Víctor Santa María, Martín Sabbatella, Juan Cabadié, Andrés Larroque, Gabriela Estévez, Jorge Rivas, Ginés González García.
El acto cerró con una foto de los candidatos frente a la multitud, y junto a ellos una niñita que lloró de la emoción al abrazar a Cristina.