Desde Barcelona
UNO Ahí va de nuevo, Rodríguez. A votar. Vamos a las urnas, que hay que (re)votar. Súper-Domingo electoral. Europeas (alrededor de 427 millones de personas en 21 de los 28 países de la Unión cada vez más desunida) y autonómicas y municipales (de lo micro a lo macro que, se sabe, está constituido por lo micro). Elecciones que en realidad (y aunque no sea del todo aconsejable o muy sabio; porque lo que se juega trasciende por mucho y continentalmente a la repartija local) se leen en España como una segunda vuelta de las generales de hace poco menos de un mes. Entonces ganó el resucitado en serie Pedro Sánchez del PSOE. Y nadie va a gritar “¡Spoiler!” si se afirma, desde tempranito, que uno y otro volverán a ser los grandes triunfadores dentro de unas horas. La intriga pasa por otros lados. Por la gran lucha por Madrid y por si se solidificará la nocturna caminata de los populismos-nacionalismos en alza por los diferentes reinos. O por si el pinchado Partido Popular Español será enviado a cuarteles de invierno luego de su desastrosa “regeneración” y con el desinflado Ciudadanos pisándole los talones como nueva opción de Derecha centrada. Recuerden: Pablo Casado intentó la doctrina ultra-dark de Aznar y le fue horrible; así que ahora rescataron al apacible Rajoy y a su inmovilismo inocurrente para ver si les iba un poquito mejor. Por lo pronto, el gran caudillo del puro y copa y sillón –en movimiento, pero siempre con ese aire de ir o venir hacia una siesta– ya ha dejado varias de sus máximas mínimas inolvidables. Cosas muy Rajoy del tipo “en las elecciones se puede ganar o perder” o “ahora estamos en el futuro”.
Pero Rodríguez ahora está en el presente y agradece tanto estas domingueras doce horas de “fiesta de la democracia”. La paradoja de que esas horas en suspensión sean las más plácidas y felices. Un descanso como debe ser, sí. Todos felices, todos seguros de haber ganado. Los de Vox sonriendo y sintiéndose como El Cid y el Capitán Trueno y Alatriste juntos y seguros de que de ellos depende la salvación del Reino. La dinastía del destartalado Unidas Podemos asegurando más o menos lo mismo, pero con diferentes íconos y en versión revolucionaria vintage. Y Ada Colau –alcaldesa de Barcelona alguna vez okupa– y su video un tanto psicótico en el que se entrevistaba a sí misma: su yo activista pidiéndole explicaciones a su yo en el poder y, ambas, encantadas de re/conocerse. Y Carmena que se besó con el joven desertor Errejón. Todo eso, ahora, atrás. Una pausa que refresca. Un epifánico paréntesis que sería más perfecto aún si de una vez se les prohibiera a los políticos el uso de Twitter no sin antes convencerles de que no son ni nunca fueron ni jamás serán ingeniosos.
Así, Rodríguez yendo a meter su voto en la urna (su vida política se ha simplificado mucho desde que un gran amigo suyo y gran trabajador es parte del gobierno del PSOE; por lo que en verdad Rodríguez vota por alguien en quien sí confía) y después vuelve a casa y se sienta a esperar...
DOS ...pensando en todo lo que pasó durante los últimos días. El folletín de la suspensión a los diputados independentistas presos-políticos-presos, sí. Pero también otras cosas alrededor. Nadal ganó y Messi habló (y pidió disculpas por lo de la Champions horas antes de lo de la Copa del Rey). Murieron varios alpinistas turísticos porque se produjo un embotellamiento en el Everest (Rodríguez escuchó en el noticiero el testimonio de un argentino que, por supuesto, andaba por ahí para luego poder contarlo). Gran derrota en Eurovisión (donde días después del descalabro se le quitaron los únicos seis puntos que había recibido la pachanguera a “La venda” de Miki por “irregularidades en el jurado de Bielorrusia” y, sí, nadie de sus vecinos vota a España). Gran victoria de Antonio Banderas haciendo de Pedro Almodóvar, en Cannes, donde el director de cine volvió a ser descartado por el jurado. Macaco –ese Manu Chao marca blanca– y un nuevo álbum con el título/sinsentido de Civilizado como los animales. Theresa lloriqueó sus idus de May y se anticipa un Brexit duro. Y Rodríguez se rió a carcajadas por todas las razones incorrectas con el episodio final de Game of Thrones. Y no pudo sino volver a preguntarse si este voluntarioso Sam –quien cerca del adiós intenta en vano inventar la democracia y que el pueblo elija a sus reyes para alegría del fan Pablo Iglesias– no será pariente más o menos cercano del voluntarioso Sam de The Lord of the Rings. Y Rodríguez se emocionó hasta las lágrimas por todas las razones correctas con la despedida de The Big Bang Theory. Empezó la Batalla de Huawei en la ya larga y no del todo secreta Tercera Guerra Mundial y se revelaron más “problemas de seguridad” en los servicios supuestamente gratuitos de Zuckerberg & Co. La funcional Siri Hustvedt birló otro premio que le correspondía a Joan Didion (ahora fue el Princesa de Asturias; antes fueron los sendos Nobel que se llevaron Alice Munro y Svetlana Aleksiévich). Se siguió extrañando al fulminado y muerto socialista Alfredo Pérez Rubalcaba (y si a todos los jefes de partido Rubalcaba les parecía tan gran político Rodríguez no pudo evitar el preguntarse por qué no intentan imitarlo un poquito). Y, ah, Donald Trump –amenazando ahora con/a Irán– continuó diciendo cosas raras y refiriéndose a la luz eléctrica que le encandilaba durante uno de sus mítines como “artificial no sol”.
TRES Y ahora la no artificial luna está alta en el cielo y el recuento se demora porque hay mucho que y por contar. En cualquier caso, la buena noticia es que –pase lo que pase y deje de pasar quien ya haya pasado– se cierra lo que, según El País, ha sido “un extenuante ciclo electoral” que arrancó en 2015 y que, en teoría, dejará el paisaje quieto hasta 2023. Claro que ahí está el “Tema Catalán” y las posibilidades de elecciones anticipadas en la región para fin/principio del 19/20.
Ahora se acabó lo que se suponía y llegó el momento de poner y de ponerse. Rodríguez –colgado ya de los bordes de su almohada, listo para caer rendido y soñar con cosas tal vez más irreales pero, seguro, menos irracionales– escucha que los socialistas ganaron en Europa; pero, también, que Marie Le Pen habría arrasado en Francia. Y que Madrid volvería a ser de izquierdas por primera vez desde 1995 aunque de pronto... Y que Barcelona estaría empatada entre la moderada Colau y el independentista Maragall. Una cosa es segura: se acabó la cómoda era de las mayorías absolutas del bipartidismo.
“Vamos a la cama, que hay que descansar”, cantaba la Familia Telerín en esa pantalla que ahora desborda de gráficos, encuestas y tertulianos conversando a los gritos. “Para que mañana podamos madrugar”, seguían cantando los empijamados Cleo, Teté, Maripí, Pelusín, Colitas y Cuquín. Rodriguezín se une a ellos y no se atreve a decirles que también existe la más que posible posibilidad de levantarse madrugado y cansado.