Desde Roma
El triunfo de la derechista Liga, el partido del ministro del Interior y viceprimer ministro de Italia, Matteo Salvini, en las elecciones para el Parlamento Europeo del pasado domingo, fue rotundo. En todo el país la Liga consiguió el 34,3% de los votos (había obtenido el 6,2% en las elecciones europeas de 2014), logrando así el título de primer partido de Italia y derrocando del trono –que había conseguido en las elecciones italianas del año pasado– al Movimiento Cinco Estrellas (M5S) liderado por su aliado en el gobierno, ministro del Trabajo y también viceministro, Luigi di Maio.
Una de las cosas que más ha impresionado en estas elecciones europeas es que la Liga –que ha ganado en las regiones pero no en las grandes ciudades como Roma, Turín, Florencia, Bolonia, etc., que siguen estando en manos del centroizquierda– ha conseguido una amplia mayoría en dos pequeñas localidades del sur de Italia que eran un símbolo internacional por el modo en que recibían e integraban a los inmigrantes: la isla de Lampedusa y Riace en Calabria. Salvini consiguió allí el 46% y 31% de los votos.
“En Riace y Lampedusa la Liga es el primer partido. Evidentemente el pedido de una inmigración regular, calificada, es la voluntad de los italianos y no un capricho de Salvini”, dijo el líder de La Liga comentando los resultados. Y agregó que el tema migrantes será “la primera batalla que darán en Europa”.
Para el Partido Democrático (PD), que lidera en Italia el centroizquierda, los resultados fueron mucho mejor de lo que algunos esperaban. Aunque consiguió muchos menos votos que en 2014 (40,8%), esta vez el PD se clasificó segundo partido con el 22,7% de los votos, desplazando al tercer lugar al M5S que sólo obtuvo el 17,1% (21,1% en 2014). “Usaremos la fuerza que viene del resultado del voto para elaborar un plan que impulse el crecimiento económico, el desarrollo, el trabajo y la justicia social”, comentó el secretario del PD, Nicola Zingaretti.
Di Maio, que ha convocado una reunión urgente de todos sus representantes en el Parlamento italiano, se limitó a decir que ellos “fueron boicoteados por el ausentismo”, es decir por la poca gente que fue a votar, dado que este año la afluencia fue del 56,1% y en 2014 había sido del 58,7%.
En cuanto a Fuerza Italia (centroderecha), las cifras demuestran que influyó poco la candidatura de Silvio Berlusconi, a sus 82 años. Aunque Berlusconi resultó elegido, su partido sólo obtuvo el 8,8% de los votos (el 16,8% en 2014).
Por su lado, Fratelli d’Italia, el partido de ultraderecha que candidateó por primera vez al bisnieto del dictador Benito Mussolini, el ítalo-argentino Cayo Julio César Mussolini, y que esperaba ganar muchos votos gracias a esta candidatura, consiguió el 6,5% de los votos, más que en 2014 (3,7%) pero no cuánto se esperaba. En efecto, el bisnieto de Mussolini no consiguió el escaño parlamentario.
Los parlamentarios italianos ocuparán 76 de los 751 escaños del Parlamento Europeo pero tres de ellos sólo después que el Reino Unido se vaya de la UE (ver aparte).
A los resultados europeos se agregan los de las elecciones regionales en Piemonte y municipales en numerosas localidades del país . En ciudades importantes como Florencia y Bari, se fortaleció el centroizquierda, pero no así en numerosas ciudades pequeñas y en Piemonte donde ganó la derecha.
Qué pasará de ahora en más en Italia, no está claro todavía. Pero lo que algunos expertos ven es que, si el gobierno con Di Maio continúa, Salvini será el que marcará el paso en todo sentido. Si en cambio el acuerdo entre los dos partidos se rompe, se podría ir a elecciones y la Liga podría conseguir por primera vez el gobierno nacional para ella, sola o aliada con Forza Italia, como lo hizo en años pasados.
El papa Francisco no perdió tiempo y tal vez porque había calculado los resultados posibles de estas elecciones y conoce la marcada tendencia anti inmigrantes de Salvini, decidió difundir ayer su mensaje “para la jornada mundial del migrante y del refugiado 2019” que se celebra el 29 de septiembre.
Titulado “No se trata sólo de migrantes”, Francisco trató de explicar en el texto varios de los aspectos que mucha gente pone en tela de juicio respecto de los inmigrantes y refugiados, dando a entender no sólo que es positivo para todos la relación humana con otros y el intercambio cultural sino que todos somos migrantes de alguna manera.
“No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad”, escribió Francisco. E insistió: “No se trata sólo de migrantes, se trata de no excluir a nadie”, “No se trata sólo de migrantes, se trata de poner a los últimos en primer lugar”. “No se trata sólo de migrantes, también se trata de nuestros miedos”.
“Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan la tendencia a un marcado individualismo que, combinado con la mentalidad utilitarista y multiplicado por la red mediática, produce la “globalización de la indiferencia” –escribió Francisco–. En este escenario, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte”, escribió Francisco.
Y agregó “no se trata sólo de migrantes” significa que al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos; que cuidando de ellos, todos crecemos”.
Francisco volvió además sobre un tema que ya había tocado en otros discursos y que está ligado a la producción de armas. “El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos. Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”, subrayó Francisco en clara alusión a los principales fabricantes de armas del mundo, EE.UU., Rusia, Francia, Alemania, España, Italia, entre ellos.
Según el Papa, “la respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero estos verbos no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados”. “No está en juego solamente la causa de los migrantes, no se trata sólo de ellos, sino de todos nosotros, del presente y del futuro de la familia humana”, concluyó el mensaje, que seguramente dará que hablar a los sectores más derechistas de la política y de la Iglesia que tienen al Papa en la mira de sus críticas desde hace tiempo.