Pedro Flores estaba en el departamento de una de las víctimas fatales cuando la estampida de gas abrió de golpe la puerta. Se asomó al palier, vio una nube oscura y sintió un fuerte olor a gas. Como pudo, bajó ocho pisos por la escalera. Abajo se encontró con el gasista Carlos García. Le preguntó qué había hecho y le dijo que "iba a morir gente". Pedro no sabe cómo llegó a la calle y empezó a decirles a los automovilistas que no pasen. Cuando se dio vuelta vio todo. "El edificio estalló delante de mis ojos y vi caer la torre del medio. Caían camas, colchones. Todo era gritos", sollozó el hombre de 53 años que era portero en Salta 2141 aquel 6 de agosto de 2013. Anahí Salvatore, la mujer que pasó horas en una ventana hasta que pudo ser rescatada, también declaró: "Que me miren a la cara y me digan que todo estaba en condiciones", increpó a los imputados de Litoral Gas. Al salir fue aplaudida por los familiares de víctimas.
La semana de testimoniales empezó con Maira Manchado, una joven policía que era sumariante de la comisaría 3ª. "Esto es peor que la Amia", escuchó por radio al subir al móvil policial que la llevó al lugar del hecho. "Había fuego en la entrada, gente en los balcones y ventanas pidiendo auxilio, gente corriendo, ensangrentados", relató. Fiscalía pasó uno de los videos de cámaras de seguridad donde se ve el momento del estallido. "Era escombros, escombros y más escombros", relató la agente.
Flores era otro de los testimonios más esperados. El ahora portero de un colegio, no olvida los detalles de aquella mañana. "Saqué las bolsas de residuo y esperé al gasista. En la puerta encontré a una señora del 1º piso que estaba con un poco de miedo, le dije que no iba a pasar nada", recordó el hombre que había velado a su madre y a un hermano, unos días antes. "A las 8.45 llegó García con el ayudante. Les dejé la puerta abierta porque no tenía otra llave. El ayudante bajó las herramientas. García me preguntó dónde estaban los medidores de gas de cada departamento; le dije que en el subsuelo. Me pidió de ir a algún departamento para encender un artefacto. En el piso 8 estaba Luisina Contribunale. Entramos, prendió el calefón y lo puso al máximo; abrió la canilla y encendía con fuerza. Me pidió que me quede porque se suponía que en algún momento el artefacto se apagaría. Se suponía que él iba a cerrar la llave general. En un momento siento que la puerta del departamento se abre, fue un ruido impresionante. Apenas salí, sentí olor a gas, muy fuerte. El ruido era como una turbina o un helicóptero. Pulsé los ascensores pero tardaban. Bajé por las escaleras. Todo estaba oscuro. En la planta baja no se veía nada. Era gas puro. Me di cuenta que iba a suceder una catástrofe", dijo.
Al ver a García, recuerda que le gritó "qué había hecho". Dijo que estaba llamando a emergencias de Litoral Gas y que nadie le respondía; que iba a ir a la oficina y subió a la camioneta. El salió a cortar el tránsito cuando vio volar el edificio. Un vecino quedó "tirado en la calle, en calzoncillos, todo lastimado: le pedí que se quedara tranquilo". Su hermana, que trabajaba cerca, lo fue a buscar y lo sacó del lugar. También habló de la administración: "Siempre estuvieron atentos cuando hubo que hacer arreglos, siempre respondieron. Nunca tuve un no de parte de ellos", aseguró. La querella advirtió que antes de testimoniar estuvo afuera hablando con una de las responsables del consorcio.
Salvatore, de 55 años, recuerda que estaba por salir cuando escuchó el zumbido. Llamó a su pareja, que es ingeniero y le hizo escuchar. El le dijo que ya salía para el edificio. Antes de que llegará, se produjo la explosión que la desvaneció. "Cuando me pude incorporar pasé los momentos más trágicos y terribles de mi vida". Para Salvatore, "las responsabilidades son muy claras. Los que fueron actores no pueden evadirlas". Y apuntó a Litoral Gas. "Las personas que nos dieron el gas días antes no actuaron como se debía. Dieron el gas en pésimas condiciones y sin control. No se siguieron los protocolos. Que me miren a la cara y tengan la vehemencia de decirme que todo estaba en condiciones. Hoy la ciudadanía vive en riesgo, estamos indefensos ante una empresa que no hace lo que debe hacer. Me pasó de volver a tener cortes y te hacen hacer arreglos, pero después dicen que no era lo que había que hacer. Somos rehenes de una situación", aseguró.
"El fuego duró casi tres horas. ¿Nadie pudo hacer nada más rápido?", se quejó de aquella mañana. "Es muy fácil estar en una oficina y decir qué se hace y qué no". También le reprochó al gasista: "No puedo entender que una persona haya podido matar, teniendo tanta experiencia". Y sumó: "Somos la memoria viviente de calle Salta y sentimos la falta de respeto. Agradezco estar viva, pero estas no son las condiciones. Cambio todo por volver al 5 de agosto de 2013", dijo.