Desde Brasilia
Como si se tratara de animales. Cincuenta y cinco presos fueron masacrados entre anteayer y el domingo en cuatro cárceles de Manaus, la capital de estado de Amazonas, cuyas autoridades contrataron un camión frigorífico para apilar los cuerpos debido a la falta de espacio suficiente en la morgue del Instituto Medico Legal. La primera matanza sucedió el domingo al mediodía cuando 15 internos fueron asesinados durante la visita de sus familiares en el Complejo Penitenciario Anisio Jobim, ubicado sobre la carretera BR-174, en las afueras de la ciudad más importante de la inacabable región amazónica (más 4 millones km2) .
El lunes los agentes penitenciarios y empleados de la empresa Umanizzare –que gestiona reclusorios– hallaron otros 40 cuerpos sin vida en las celdas de cuatro establecimientos, algunos situados dentro el casco urbano de la capital. Un grupo de mujeres cortó la ruta en protesta por la falta de informaciones sobre la situación de sus compañeros, pero luego fueron quitadas con malos modales por la Policía Caminera Federal.
Ante el colapso de la seguridad carcelaria el gobernador amazonense Wilson Lima solicitó ayer al gobierno federal que se prolongue por un año la presencia de la Guardia nacional de Seguridad Pública. El ministro Sergio Moro, de Justicia y Seguridad Pública, anunció el envío de unos veinte elementos de la Fuerza de Tarea de Intervención Penitenciaria, que pueden llegar a cien en los próximos días.
La hipótesis principal sobre la que trabajan los servicios del inteligencia y el Ministerio Público es que los asesinatos fueron un ajuste de cuentas de dos facciones enfrentadas por el control de la Familia del Norte, que hegemoniza el tráfico de drogas y controla la mayoría de las cárceles. Uno de los grupos en pugna tiene como líder a José Roberto Fernandes y el otro a Joao Pinto Carioca.
Ubicada sobre el río Amazonas Manaus es un punto estratégico a donde desemboca la “ruta del (río) Solimoes) con cargamentos de cocaína procedentes de Colombia y Perú. De allí la mercancía es embarcada hacia Europa.
Desde hace algunos años Brasil, desde los puertos en Atlántico y la Amazonia, es el país que envía los mayores cargamentos hacia Bélgica, Italia, España y Holanda, de acuerdo con Naciones Unidas.
Este crecimiento del mercado trajo consigo la expansión económica y armamentística de la Familia del Norte considerada la tercera banda más fuerte del país en un ranking encabezado por el Primer Comando de la Capital, surgido en San Pablo, y el Comando Vermelho originado en Río de Janeiro.
Buena parte de las víctimas encontradas el lunes mostraba señales de asfixia o estrangulamiento, lo que refuerza a la hipótesis de que fueron ejecutadas por sus compañeros de habitación. Lo que indicaría que los asesinos y los muertos eran parte de la Familia, dado que en los reclusorios generalmente los pabellones se asignan a las diferentes bandas.
El gobernador amazonense Wilson Lima, declaró que el “problema de la superpoblación carcelaria no ha sido superado” y ése es un factor coadyuvante para este tipo de tragedias en un país con cerca de 650 mil presos. En cambio, el ministro Moro sostuvo ayer en Portugal que no es posible reducir la población carcelaria y propuso como solución construir más cárceles tomando como modelo las “supermax norteamericanas con celdas individuales, sin fugas, sin rebeliones”.
Las matanzas de esta semana podrían dar lugar a una ola de rebeliones aceptó Lima, aunque dijo apostar a que se trate de un “problema aislado”.
En enero de 2017 el Complejo Penitenciario Jobim fue escenario de un enfrentamiento entre hombres de la Familia del Norte y del Primer Comando de la Capital, que desde hace años intenta extender su brazo de poder en esta región del noroeste amazónico. La refriega duró casi un día y dejó 56 víctimas fatales. La mayoría de los cadáveres de miembros del PCC fueron mutilados y filmados como demostración de fuerza de la Familia.
Cinco días más tarde estalló otro motín en el centro Penitenciario Agrícola de Monte Cristo, en el estado de Roraima, con un saldo de 33 muertos a manos de miembros de integrantes Primer Comando de la Capital. Fue una vendetta a la carnicería de Manaus.
Roraima, en el noroeste amazónico es un barril de pólvora múltiple: allí se asentó el Primer Comando controlando las cárceles y el tráfico de drogas lo que se suma a la tensión gepolítica en la frontera con Venezuela, una zona de 2.200 kilómetros donde al presidente Jair Bolsonaro le gustaría que se asienten tropas norteamericanas, tal como lo dijo hace dos meses a Donald Trump durante su visita a Washington. Una idea de la que luego se corrigió pero de forma un tanto ambigua.