“Esto recién empieza”. Con esas tres palabras cierra María Florencia Alcaraz el libro en el que narra la lucha que en 2018 dieron los feminismos por el aborto legal, y desde luego que no son casuales. Son producto de una decisión política, periodística y militante de la joven periodista que se puso al hombro la tarea de narrar con detalles la crónica del año en el que el aborto se volvió tema de “conversación pública”, como explica a este diario. En ocasión de la presentación del nuevo proyecto de ley de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, PáginaI12 invitó a la autora de Que sea ley (Marea Editorial) para repasar algunos de los hitos centrales del año que pasó, pero sobre todo para reflexionar acerca de esas últimas palabras: para pensar cómo esos acontecimientos resuenan y aportan al debate que se reedita con fuerza desde hoy. “Logramos sacar al aborto del closet y eso tiene una potencia que no se puede frenar. No me gusta cuando se habla de derrota. Lo que conseguimos ya no tiene vuelta atrás”, asegura Alcaraz, que en esta nota analiza el nuevo proyecto y opina sobre el lugar que debería tener el tema en el debate electoral.

El libro –que por estos días la autora está presentando– se terminó de imprimir apenas dos meses después de que el Senado frenara, por presión de los sectores antiderechos, el sueño de las millones de personas que militaron día y noche por la sanción de la ley. Sin embargo, y pese a la cercanía con los acontecimientos, logra una perspectiva lo suficientemente rigurosa para explicar los alcances que tuvo en la sociedad: “La generaciones de pibas que se concentraron alrededor de esta demanda hacen más nítido el futuro y la vitalidad del movimiento”, escribió la codirectora y fundadora del portal de noticias feministas LatFem, para quien “no hay dudas de que el aborto en la Argentina, más temprano que tarde, será ley”. 

“El debate que se dio el año pasado en el Congreso, además de poner en primer plano a lo más importante, que es la ley, ayudó a fortalecer la democracia. Hubo pibas que se juntaron para ver las audiencias, que aprendieron lo que era una comisión, una plenaria. Fue la mejor clase de instrucción cívica y ciudadana y eso es algo emocionante porque se extendió en toda la ciudadanía en general. Ojalá ocurra lo mismo con esta nueva presentación”, desliza la actual columnista de los programas matutinos del Destape Radio, que además fue una de las primeras integrantes del colectivo Ni Una Menos. 

–¿Qué opina del nuevo proyecto de ley y qué expectativa tiene en torno a su aprobación?

–Es interesantísimo porque recoge varias de las discusiones que se dieron en las audiencias y algunas de las modificaciones que tuvo la media sanción. Es un proyecto trabajado, pensado y que resalta el componente federal que tiene la Campaña. El borrador pasó por todas las regionales de la organización y se aprobó en una plenaria, una modalidad a la que la política tradicional se debería acostumbrar. Yo creo que si no se aprueba este año será el próximo. Porque ya es inadmisible e insólito que sigan muriendo mujeres por abortos inseguros, o que tengan que recurrir a un perejil o una percha para frenar un embarazo que no desean o no buscaron. En ese sentido, la potencia de lo conseguido es algo que ya no se puede frenar. 

–Retoma en su libro a otro publicado por la activista y periodista Mabel Bellucci, que define a la lucha por el aborto como una “desobediencia”. ¿A qué se debe esa caracterización?

–Es la mayor desobediencia porque viene a discutirlo todo. Más allá de la ley, que es lo central y lo que da un marco a todo lo demás, se trata de discutir la salud pública y el rol que debe tener o de quién va a producir en la Argentina el misoprostol. Ya visualizamos el problema, sabemos que existe, lo caracterizamos y lo denunciamos. Ahora queremos imaginar entre todas el mundo que queremos habitar, y eso es supervital.

–Sostiene que la lucha local por el aborto legal no es un “modelo for export”. ¿En qué se basa?

–En las particularidades del caso argentino, fundamentalmente. En otros países nos preguntan cómo lo hicimos pero yo creo que no se puede extrapolar, porque nuestra lucha tiene una herencia en cosas concretas como el recorrido de las Madres y las Abuelas, en la fuerte historia del sindicalismo local y en la experiencia de los Encuentros Nacionales de Mujeres. Por eso cuando ocurre la media sanción los poderes se ponen en marcha para frenar. Porque nos subestimaron pensando que no sabíamos hacer política y no tuvieron en cuenta que veníamos de aquella tradición. Yo estoy segura de que se bloqueó porque si en Argentina era ley se iban a habilitar las discusiones en los congresos de los países de la región, cada uno con su particularidad. Hubo un freno internacional desde el poder financiero real que no sé si dimensionamos. 

–Estamos en año electoral. ¿Cómo cree que se juega el tema o al menos cómo se debería jugar?

–En lo personal, lo que piense cada candidato o candidata no me parece determinante de nada. La clave está en la construcción de la listas. Que no sólo se cumpla con la paridad que tenemos sino que se incluya para los cargos legislativos a feministas de verdad. Que ese recorrido acumulado de ganancias y conquistas se transforme en lo concreto, en tener bancas. Que podamos transformar ese Senado que no le dio respuestas políticas a las pibas.