El sentimiento de alivio y esperanza se percibe en la calle, en las mesas de los cafés y entre la cada vez más amplia militancia dispuesta a trabajar para que se vaya el gobierno de la destrucción y se pueda abrir un camino a la reconstrucción/nueva construcción del país. La vereda de la injusticia y la represión se quedó pasmada, con su tecnoescenario destartalado por la histórica decisión de Cristina Kirchner, y la rapidez y acierto con los que Alberto Fernández asumió el lugar protagónico.
En tanto, Marcos Peña educa a sus dirigentes en los cursos de formación de Cambiemos. “El mundial aún no empezó. Aún no estamos en la cancha. La elección de agosto y octubre tiene que ver con la esperanza y resignación (…) y pide provocar “mucha emoción real”. La estrategia publicitaria del gobierno coincide con el programa con el que avanza en la formación docente. Autoriza a instalarse dentro de las instituciones educativas a fundaciones y ONG corporativas que preparan en escasos meses “líderes” destinados a sustituir a los docentes formados en los institutos y universidades. En los cursos prima una suerte de New Age donde se introduce una concepción pedagógica irracionalista, que trata de implantar emoción y conformismo, en lugar de enseñar saberes social y culturalmente válidos. La escena se completa con el material pedagógico digitalizado que tienen en venta en gran escala las plataformas corporativas (contenidos de todas las materias, protocolos para administración institucional, test de evaluación, entre otros productos) y desarticularon el programa estatal “Conectar Igualdad”. El gobierno mide la “calidad” de los alumnos y escuelas argentinos con la vara de los países ricos, mediante tests que adquiere en el mercado internacional. Se completa el “modelo” con la apuesta al estímulo cerebral, idea que sólo puede tener como destino la selección de los “más aptos”, siendo que la mitad de los niños del país padecen déficit alimentario. Afortunadamente es una fantasía creer que se podrá convencer a la población de las ventajas de que haya menos docentes, menos tiempo escolar, más actividades en el hogar y que sólo lleguen los más “meritorios”, siendo que el sistema educativo argentino es uno de los que se sostiene con más integridad en medio de la ola de destrucción que tiene como blanco a sus pares de la región y que la población está a años luz de poder adquirir equipos de computación para ejercer el “home schooling” (enseñanza en el hogar). Pero el objetivo último del modelo neoliberal sigue siendo que los órganos de gobierno oficiales de la educación tengan como función acreditar los conocimientos adquiridos en empresas y agencias privadas. Que los 25 ministerios del país sigan el modelo nacional, es decir que lleguen a ser ministerios sin escuelas, todo los cual significa una pérdida de soberanía nacional, así como lo es el abandono de los rituales patrios, símbolo de este gobierno.
Han sido dañados deliberadamente aspectos subjetivos del sentimiento nacional. Pero debemos ver también que hay una épica que está desactualizada. El otro día, 24 de mayo, en el subte, un buen músico tocó el himno nacional y nadie se dio por aludido. Las vistas siguieron en los celulares y las conversaciones no se interrumpieron. Cuando llegué a mi destino, que era una escuela, la observé vestida de fiesta y todos cantamos el himno. Me pregunté si la escuela es la última plataforma de la Patria. ¿Habrá que reinstaurar los rituales tradicionales? La escuela misma los ha venido cambiando y asociando a nuevos ritmos. Ha resistido la política de barrido de la simbología nacional de Macri, de su convocatoria “¡al mundooo!” ¿Se trata se abandonar nuestra identidad, nuestras canciones patrias, la Marcha, el conocimiento de la historia, cultivar el desentendimiento y la liviandad? ¿O de recuperar la inscripción en la vertiente de la historia nacional y latinoamericana, en una geopolítica que vuelva a colocar al país en un lugar internacional digno y soberano, que dignifique al trabajador y garantice la justicia social, de una educación científica, tecnológica y ambientalista que acompañe la reconstrucción del país.
Partamos desde las escuelas. Allí encontraremos gérmenes de Patria. Comprobaremos que el sistema de educación pública argentino puede ser una poderosa plataforma capaz de poner límites al avance de las plataformas corporativas sobre nuestro presente y futuro.
Adriana Puiggrós: Doctora en Pedagogía, ex diputada nacional.