El ahora ex técnico de Independiente, Ariel Holan, supo responder con altura ante la "inquisitoria" periodística tras el 2 a 0 frente a los colombianos de Aguilas Doradas, resultado que le permitió al equipo de Avellaneda avanzar a octavos de final de la Copa Sudamericana y enfrentar al Club Deportivo de la Universidad Católica, de Ecuador.
Las preguntas preparadas de antemano acerca de su continuidad no tenían razón de ser después del partido. Cualquiera fuese la respuesta de Holan, había periodistas que no estaban dispuestos a creerle o escucharle. El plan vendedor era, no bien empezó la conferencia de prensa, el enojo del técnico ante preguntas que, si se piensa un poco, no sumaban.
Hubo quienes arrancaron con el tema de su renuncia o despido sin pensar que, por distintos motivos, el clima se había vuelto diferente al que se vivía en la previa al partido. El aplauso de la gente cuando se mencionó a Holan a través de la voz del estadio fue el primer indicio. El otro –y tal vez el más sólido- fue el abrazo entre los integrantes del cuerpo técnico tras el primer gol, a quienes se les sumó Sánchez Miño. Y el tercero, la buena producción futbolística del segundo tiempo que derivó en una victoria; y una victoria siempre cambia los ánimos y posterga determinadas decisiones. A veces por un par de partido más. Otras veces, apenas por horas. Lo concreto es que quienes interrogaban por la renuncia del técnico no pudieron darse el gusto de escuchar en ese momento, y de su propia boca, que se iba.
Sin embargo, algunos medios refirieron momentos “tensos” y hasta se valieron de frases tipo catástrofe. “Me velaron como cincuenta veces”, fue una de ellas. De nada alcanzó el mea culpa-sinceridad de Holan al hablar de que él también tiene errores y que aprende del grupo. No es poco teniendo en cuenta que se trata de alguien a quien suele acusarse de egocéntrico.
Hace un año, cuando el Seleccionado argentino se hundía en el Mundial de Rusia, ocurrió lo mismo. Los apuntados por la prensa caníbal eran Messi, Sampaoli y Mascherano. Después, Caballero se las sirvió en bandeja con su error contra Croacia.
Se ve que hay quienes desde los medios no aprendieron o no quisieron aprender de aquella lección de bajezas y siguen apelando al material descartable. ¿Aquel abrazo tras el primer gol del Rojo no era significativo como para replantear si realmente el grupo estaba dividido? ¿El buen nivel de Independiente en el segundo tiempo no era un tema a charlar teniendo en cuenta lo mal que había jugado en el primero? ¿Las vacaciones que se vienen y los jugadores que podrían irse o que tal vez lleguen no servía, tampoco, para ver hacia dónde apunta el club?
Se respira un fútbol en el que se hizo habitual desde hace décadas el despido de entrenadores cuando los resultados no se dan. Suele defenderse a los entrenadores cuando los clubes ajenos son los que no respetan los proyectos. Pero los proyectos a largo plazo no suelen servir cuando el que anda mal es el propio club.
Ariel Holan dejó de ser el técnico de Independiente en estas horas. El deseo de algunos hombres de la prensa que ansiaban su despido en la noche del martes tuvo que esperar para materializarse. Lo que seguirá ahora es la habitual carrera para ver quién acierta el nombre de su reemplazante, que todo indica que será Sebastián Baccacece, quien anunció que no seguirá la frente de Defensa y Justicia.
Todo es complicado en el fútbol argentino. Holan no es más que una pieza del roto rompecabezas al que deben acostumbrarse los futboleros.