El femicidio de Chiara Páez marcó a fuego la vida de las argentinas. Recuerdo que sentí una presión en el pecho, una angustia tan grande que no cabía en mi cuerpo. Ese 3 de junio de 2015 miles y miles de personas nos movilizamos al Congreso, nos juntó el dolor y la solidaridad.
Desde aquel día empezamos a llamar las cosas por su nombre. El femicidio dejó de ser invisibilizado, para ser visto como la máxima expresión de odio y violencia hacia las mujeres. Desandamos el camino del mandato patriarcal y nos propusimos cuestionarlo todo: el rol del Estado, la cobertura de nuestros cuerpos en los medios, el amor romántico, la violencia obstétrica, el salario y el puesto jerárquico en nuestros trabajos. El feminismo vino a terminar con la impunidad del patriarcado. Ahora somos sujetas de derechos, deseantes y capaces de lograr cualquier objetivo.
Sin dudas, cada movilización es para nosotras una jornada de lucha donde resignificamos nuestras vidas y su sentido. No existe fuerza patriarcal capaz de romper la decisión a ser libres. Lo estamos tirando, más temprano que tarde se va a caer. No pudieron en el momento más oscuro de nuestra historia, menos ahora. Este empoderamiento es el legado de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, esa fuerza de lxs 30.000, esa generación inspirada en Evita, que formó mujeres fuertes y decididas a discutir el poder.
Este empoderamiento es el que nos permitió incorporar políticas sociales de vanguardia como la AUH y el Ellas Hacen. Que parió, años después, la Ley de Matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de género. Esa herencia de lucha y conquista es la que nos lleva hasta hoy a discutir la ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Y es en definitiva la que le permitirá a mi nieto discutir nuevos desafíos para ser mejores.
Por esto, cada marcha y movilización es producto de la decisión política de mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries, de mostrar al mundo que no negociamos con la violencia. Esta determinación interpela a los gobiernos a que nos garanticen las condiciones indispensables para que nuestros proyectos, los que construimos a partir de nuestros deseos y nuestras convicciones, puedan ser concretados plenamente, en el marco del respeto por los derechos humanos.
Las mujeres, lesbianas, trans, travestis, no binaries, estamos decididas a ser protagonistas de este momento histórico. Por eso hoy más que nunca tenemos que disputar el poder real, porque queremos, necesitamos y merecemos ser parte de la toma de decisiones que determinan nuestras vidas, los destinos de una ciudad y de un país para que sea nacional, popular, democrático y feminista.
Victoria Montenegro: Legisladora porteña (Unidad Ciudadana). Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en la Legislatura.