Cando me llamó Damaris para contarme del caso de Thelma estábamos en el momento más difícil de la crisis política en Nicaragua, con nuestra sociedad partiéndose en mil pedazos por la violencia del Estado. En medio de eso, nosotras estábamos acompañando a la sobrina de una compañera feminista que había sido víctima de abuso por parte de un líder de las nuevas masculinidades. A pesar de tener pruebas en su contra la fiscalía decidió suspender la investigación. Entonces pensé: ¿Cómo vamos a hacer para que el caso de Thelma tenga justicia?
Acudimos al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), ellos andaban contando muertos y documentando violaciones desde abril del 2018 y, aun así, se hicieron cargo y lo hicieron con toda la sensibilidad del mundo porque tienen un compromiso extraordinario con los derechos de las mujeres, que es el resultado de la red que venimos construyendo desde hace muchos años. El Cenidh no dudó en acompañar a Zoilamérica Narváez, hijastra del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en su denuncia contra él (está exiliada en Costa Rica por denunciar abuso). Y esa misma entereza que se puso en juego a la hora de apoyar a Thelma Fardín.
Thelma es una mujer muy valiente, resiliente, tenaz y de una dignidad extraordinaria. Se expuso, se enfrentó a un contexto de verdadero riesgo. Por eso la acompañamos en todo momento, aunque nosotras también teníamos miedo. Creo que esa solidaridad es la amalgama que hizo de este movimiento feminista latinoamericano lo que es, con Thelma y con otras miles de mujeres, porque las feministas no estamos atrapadas en las fronteras patriarcales, no suscribimos a nacionalismos conservadores. Para nosotras la patria de las mujeres es la libertad de nuestro cuerpo y allí donde se vulnere esa integridad estaremos presentes.
María Teresa Blandón Gadea: Socióloga con maestría en Género, activista feminista y directora del Programa Feminista “La Corriente”, en Nicaragua.