El martes se confirmó que la decisión está intacta: la lucha abortera inundó las calles. Fuimos miles en las inmediaciones del Congreso y en muchísimas ciudades del país para acompañar la octava presentación del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), impulsada por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La ola feminista volvió con la misma fuerza a enfrentar el conservadurismo de aquellxs que dijeron no al derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

Verde Campaña, verde orgullo, verde trans, verde whipala, verde marrón, verde negro, verde blanco del pañuelo de Norita Cortiñas; todas las luchas demandan por la legalización del aborto y también lo resignifican con sus propios colores y sus lenguas. La columna Negras, Indígenas, Racializadas y Disidencias irrumpió el espacio público con esa propuesta concreta: pensar el 28 de mayo como un día plurinacional de acción por la salud de las mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries, indígenas, negras, racializadas y de todas las disidencias identitarias que confluyen en la lucha antipatriarcal, por la libre determinación de los cuerpos en territorio.

La noción de plurinacionalidad viene a visibilizar las 36 naciones originarias aún presentes en el país que sobreviven a pesar del genocidio perpetrado durante la conformación del Estado Nación. Sus reclamos y reivindicaciones identitarias confluyeron ayer para denunciar el racismo instituido en las organizaciones, los partidos políticos y la sociedad en general y fundamentalmente para reflexionar de qué maneras sus cuerpos se ven afectados por la ilegalidad del aborto, a través de una multiplicidad de opresiones que sufren a diario. 

Sandra Chagas, integrante del movimiento afro cultural y del grupo Matambas de mujeres negras y afrodescendientes, reflexiona: “Hablamos plurinacionalidad porque somos parte de un sistema racista que nos esclaviza y nos deja por fuera del Estado-Nación. Al no nombrarnos nuestra existencia no tendría un valor en sí mismo, por eso nosotras salimos a las calles nombrándonos como lo que somos, nuestra identidad no se negocia y acá estamos por la salud de todas.”

María Urquizu pertenece a la nación quechua y forma parte del Movimiento de Mujeres Indígenas por el buen vivir, rememora los debates en comisión que se llevaron a cabo el año pasado y se pregunta por qué las voces de las indígenas y de las negras no tuvieron lugar en esas largas jornadas de exposiciones, siendo que la mayoría de los cuerpos negros, originarios y racializados son los que se ven más afectados por la ilegalidad del aborto, atravesados por la pobreza y la exclusión. “Las clandestinas somos nosotras, nuestros cuerpos caminan dentro de la clandestinidad, están precarizados, habitan las villas y tienen que atenderse en un sistema de salud racista que no contempla los saberes ancestrales, indígenas y negros. Los médicos se burlan de nuestros métodos de cuidados curativos, por eso hoy estamos acá cuestionando el sistema, incluso con el dolor que nos genera porque es un cuestionamiento a nuestras propias compañeras, al movimiento de mujeres donde les decimos que si las luchas se van a construir sobre el racismo no cuenten con nosotras”, asegura Urquizu.

Hablamos de mujeres que se ven obligadas a practicarse abortos inseguros porque no pueden alimentar y cuidar más hijxs o simplemente porque no desean continuar un embarazo, pero no pueden acceder a la gran suma monetaria que implica realizarse un aborto en una clínica privada ni a métodos anticonceptivos porque ya ni en los hospitales se los proveen y algunas de ellas se encuentran muy alejadas de los centros de salud. Todas estas situaciones evidencian que la ilegalidad de la práctica refuerza las desigualdades sociales y económicas. Chagas denuncia: “La salud de las mujeres negras e indígenas son el último orejón del tarro. Nosotras tuvimos que abortar desde la época de la colonia para no traer más esclavizados a nuestras tierras”. ¿Quiénes hablan por las negras y las indígenas? ¿Quiénes cuentan sus historias? Ellas lo hacen.