Nosotros pudimos salir, nos preocupan todos los casos de desaparecidos que pasan en la actualidad y que no tienen quienes hablen por ellos como tuvimos nosotros", dijeron casi al unísono Gabriela Medrano Viteri y Felipe Zegers a Página|12, en comunicación telefónica. Gabriela y Felipe son los dos renombrados artistas chilenos invitados por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba para exponer su intervención cultural sobre derechos humanos y lenguaje inclusivo, a fin de marzo pasado, en el llamado Contracongreso de la Lengua, y que terminaron detenidos, ampulosamente acusados de terrorismo por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Testigos de épocas de paranoia, la propia intervención artística fue el motivo de la acusación: dejaron en su habitación la caja con algunos de los elementos que no podían transportar en el avión (una batería, unos cables). La encontró el sereno, se asustó, llamó a la policía y todo siguió su cauce antiexplosivos. Más allá de que no sea desdeñable el protocolo, todas las pruebas y testimonios los favorecieron, pero el caso hace dos meses que sigue cargado de paranoia, a la espera del informe policial que dé por cierto que no había posibilidad de explosión. Bullrich, en su cuenta de Twitter, no los volvió a mencionar.
"Estuvimos 44 horas incomunicados, en celdas separadas, sin poder hablar entre nosotros ni con nadie, sin saber ni entender qué es lo que estaba pasando", empieza Gabriela, que es arquitecta, su relato sobre la oscuridad. "Y recién 56 horas después de que nos detuvieron, Mercedes Crespi, que es la defensora oficial y a la que le estamos muy agradecidos porque fue una verdadera contención para nosotros, nos dijo de qué se trataba, nos explicó de qué nos acusaban", continúa Felipe. El conteo sigue: "Estuvimos 73 horas encerrados hasta que nos dejaron salir, pero la causa sigue abierta, el juez nos dio la falta de mérito, pero la investigación sigue", describe Gabriela con resignación.
La pareja había sido convocada por Espacio Poética, una organización cordobesa que acoge ideas artísticas innovadoras y distribuye proyectos creativos, muestras, intervenciones. "Ellos fueron nuestros anfitriones", explicó Felipe. "Espacio Póetica trabajaba con la Facultad (de Filosofía de la UNC) y participaba de la iniciativa Malas Lenguas con otras agrupaciones artísticas, en el marco del I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos", organizado por la Facultad. Se lo llamó el Contracongreso como oposición al VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Córdoba entre el 27 y el 30 de marzo. En este se reafirmaba la institucionalidad ortodoxa del "español", mientras que el Contracongreso buscaba discutir hegemonías y poder en la lengua. Las experiencias de Gabriela Medrano y Felipe Zegers venían al dedillo: trabajan sobre la práctica y los efectos de las intervenciones culturales en espacios públicos. Su instalación "Parlante inclusivx" que ya habían utilizado en Santiago de Chile en varias ocasiones fue el eje de la convocatoria a Córdoba, además de un taller que daría Felipe el sábado 30 de marzo. "Esto es una intervención", en el Pabellón Francia de la Ciudad Universitaria.
¿En qué consistía Parlante inclusivx? "Es un objeto que se instala en el espacio público", explica Felipe. Ambos son remisos a hablar sobre el artefacto, están atemorizados, pero su propia defensora Mercedes Crespi habilita a su descripción. Consta de un par de parlantes conectados a un grabador donde se escucha la lectura de la Declaración de los Derechos Humanos leída en lenguaje inclusivo. Como es un artefacto móvil, los parlantes y el grabador deben ser alimentados por una batería a la que se conectan con cables.
"El sábado fue un día agotador --recuerda Gabriela--, el taller a la mañana, después a la tarde, en la calle hicimos la instalación del Parlante, y a la noche, Felipe es músico, fue a tocar en el Bastón del Moro, un espacio alternativo en la ciudad".
El domingo 31 debían estar en Buenos Aires para el lunes tomar el vuelo de regreso a Santiago de Chile porque debían retomar sus actividades. Las actividades del sábado terminaron tarde. "Terminamos tarde. A las 5 salimos del hotel, teníamos vuelo a Buenos Aires a las 6 de la mañana --recuerdan ambos--. En la habitación quedaron los objetos que no podían viajar en el avión y que no tuvimos tiempo de devolver".
"Es un proyecto que es anunciado por redes sociales --aclara Gabriela--, todas las actividades que menciono son públicas, tenemos información en la página de Felipe y en nuestras redes, aparecían nuestros nombres con actividades y horarios."
"El domingo (31) estábamos en el hotel cuando nos avisaron que nos
buscaban --dice Felipe--. Nos querían registrar y accedimos, porque teníamos una cena, nos llevan a un lugar apartado del hotel donde había unos 40 policías, y nos dicen 'tenemos que registrar'. En esas condiciones está claro que dijimos que sí". ¿Cómo fue el trato? "Bastante duro, agresivo, además de que no nos permitieron hablar", recuerda Felipe. Y se los llevaron detenidos, separados, incomunicados. La cantidad de cosas que se les pasó por la cabeza a cada uno en ese momento, el viaje a Córdoba, el silencio lleno de preguntas es imposible de repetir.
El esfuerzo de la pareja por tratar de ordenar con lógica racional lo que la paranoia de la inseguridad instala en el discurso público es notable. "Entendemos perfectamente que podría haber despertado sospechas --dice Gabriela, casi disculpándose--, pero estuvimos 44 horas incomunicados, y recién a las 53 horas nos preguntaron algo, y a pesar de que explicamos todo, y demostramos quiénes somos, a qué fuimos, quienes nos invitaron, la causa sigue abierta. El juez decretó la falta de mérito, estuvimos una semana en Córdoba y recién después pudimos volver".
"No podíamos hablar, no sabíamos qué sucedía. El punto que más nos sorprendió fue la reacción de la gente, del mundo del arte --recuerda Gabriela--, se dieron cuenta de nuestra ausencia, nosotros no teníamos voz, ni sabíamos lo que pasaba y afuera empezaron a hacer campañas públicas. Queremos agradecer a todas las personas en Argentina y en Córdoba en especial, y en Chile. Ellos se dieron cuenta de nuestra ausencia", repite.
"Hemos hecho una réplica de nuestro artefacto para instalar en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Vamos a tener una charla con estudiantes y conversar sobre el lenguaje inclusivo", cuenta Felipe horas antes de la presentación que se hizo este viernes en el Santiago de Chile, la primera aparición pública desde la detención, con una réplica del artefacto que desató la paranoia.
"Es desesperante tener una causa abierta, tenemos invitaciones a otros lados que no podemos aceptar", describe Felipe. "Pensamos que detenidos y desaparecidos ya no había, pensamos que hoy en día ya no pasaba --explica Gabriela con un hilo de angustia en su voz--. Fuimos con las tarjetas de crédito, nuestros nombres, pagamos nosotros, por eso fue que nos encontraron tan rápido, no nos estábamos ocultando de nada."
"Claramente hay algo que en el sistema no funciona bien --dice Gabriela--. Cuando salimos a la calle en Córdoba, se nos acercaba la gente para pedirnos disculpas, fue precioso para nosotros, pero como ciudadanos se ve que ellos no están representados".