Deudermanos y deudermanas, beneficiarius de la “Resignación Universal por Siglo” en la que nuestro Ministro de Evasienda nos supo insertar, no pretendan, por haber leído el título de esta columna, que vayamos a hacer un desmedido elogio de la Verdad. Se estarían engañando a ustedas mismos, y eso es lo más lejano a nuestros deseos.
No vamos a sostener desde aquí “la verdad a cualquier costo”, porque a veces el costo mismo es excesivo, doloroso y mentiroso. Esto suele pasar en los “sincericidios”, donde se esgrime falsamente “te voy a decir la verdad, aunque Me duela”, para esconder la verdadera intención “te voy a decir la verdad para que Te duela”. Y mucho menos ahora, que ni siquiera es cierto que un kilo pese un kilo.
A veces la mentira enaltece la vida y es necesaria, como en la plástica, el teatro, el cine, la literatura, la magia. ¿Qué sería de la magia, sin el engaño, (pero es sin intención de daño, sólo de diversión de quien la hace y quien la recibe) ¿O del cine? A quien tenga alguna duda al respecto, (y a quien no, también) le recomiendo enfáticamente ver la peli “The invention of lying” (La invención de la mentira”, de Ricky Gervais. Es del 2009 y está en Neflics. (Y si gustan contarme qué les pareció, pueden mentirme)
O sea: no nos interesa entonces “la verdad” cuando es usada como arma para hacerle daño al prójimo, o a sí mesmo.
Aquel “primum non nocere” (en latín “primero: no dañar”), con el que Hipocrates les recordaba a los galenos cuál era su rol en la salud y en la vida, hace más de 2000 años, es también consigna nuestra, en esta argencetrina que trina realidad, y la enarbolamos, mientras esperamos que pase el amarillo lo más rápido posible.
Según nuestros encuestadores, en octubre se viene la primavera y en diciembre podrá haber brindis. ¡Hasta la victoria sidra! Auguramos, sin hacer por ello publicidad, pero sí, quizás cierto tufillo proselitista de la felicidad.
Pero si “la verdad que entristece y daña” no está en nuestra mochila, tampoco quiere decir que patrocinemos la mentira que daña, el engaño, la falacia, la calumnia, el embuste, el embrollo, la habladuría, la macana, el embauque, el fraude, la mendacidad, la falordia, el chamuyo, la impostura, el fingimiento, la trapacería, el bolazo, la guamaña, la patraña, la chapucería, la estafa, la falsía, la maledicencia, el infundio, ni tantos otros términos, sinónimos o cómplices entre sí, de diverso género y número, con los que nuestro mejor Equipo Contrario de los últimos 50 años nos quiere entretener para seguir haciendo “ de las suyas”, o sea, las que son contra “las nuestras, los nuestros o lus nuestrus”.
Ellas y ellos quieren que no nos demos cuenta de lo que no quieren que nos demos cuenta, o que cuando nos demos cuenta, ya sea tarde y estén otra vez sincerándose a gusto en nuestro salario, nuestra salud y nuestro presente (y no hablo del futuro, porque en ese ya se “sinceraron” a niveles laxatorios).
Digo entonces que con mentiras, con semiverdades, posverdades, quizasverdades, cuasiverdades, verosimilitudes, simulatudes, disimuladas, muladas, y diversos intentos de confusión agresivamente dirigidos a nosotros (desde el cerebro hasta el fondo del tracto intestinal, incluidos ambos), están haciendo tooodo lo posible para quedarse en nuestro sufrimiento cuatro años más.
Peor aún, para que seamos nosotros mismos quienes los invitemos a hacerlo. En una serie que recomiendo (y mucho), Sneaky Pete (Notá en Neflics pero sí en Amazon), el protagonista (el actor Giovanni Ribisi) es un estafador, que sostiene: “Yo no robo, no soy ladrón, convenzo a la gente para que me dé lo que quiero, Más aún, para que les parezca que ellos quieren dármelo, y sean felices haciéndolo”. Cualquier parecido con nuestra coincidencia, es pura realidad.
Como ya se han dado cuenta de que no pueden convencernos de que ellos son buenos (si así lo hicieran, todos los psicoanalistas del mundo vendrían a especializarse en masoquismo en nuestro país, con lo cual podríamos hacernos unos dólares cobrándoles la especialización), van “por la otra”, por
· “somos el único camino, y el peaje lo pagan ustedes”
· “no hay que volver al pretérito imperfecto del subjuntivo”
· “No hay deuda que dure 100 años”
· “Al que madruga, le subimos la cuota del UVA”
· “Dios le da pan al que no tiene dientes, y nosotros le aumentamos el precio de la harina y la cuota de la prepaga”
· “cada dólar que camina va a parar al acreedor”
· “ni yanquis ni marxistas, fotocopias”
Se presentan entonces como la única opción, porque cualquier otra cosa nos llevaría al caos, al precipicio, al apocalipsis, al ragnarok, al hades, o a la mismísima merde, a millones de argentinos que ya creían haber llegado a esos sitios en estos últimos meses, o pongámosle, años.
Y para que nos distraigamos:
· Parece que permiten la discusión, el debate, la democrática polémica alrededor de diversos temas, urgentes o importantes para la sociedad o para las personas, mientras hacen todo lo que pueden para que, sea cual fuera el resultado del debate, nada cambie en lo sustancial
· Proponen un “plan de alivio” adelantando aumentos de precios y tarifas, que después, una vez “congelados”, vuelven igualmente a aumentar (¿Perque les piache?)
· Proyectan medidas sanitarias como que los bares, restaurants, etc “cobren por usar el baño”, con lo cual aquella frase popular “un vaso de agua no se le niega a nadie” pasará a : “Lo tomás gratis, pero te cobramos por dejarla” o bien la cuenta incluirá la tasa del “impuesto al Pipí (o al Popó) Agregado”
· Buscan nuevos héroes juveniles tipo “El rebelde fiscal”, para que nuestros adolescentes se regodeen con sus indómitas aventuras evitando a la malvada ley, y se olviden de mirar si están o no en el padrón
· Promueven la venta de “huesos de pollo”, “productos que parecen leche” y otras posverdades alimentirosas.
· Nos toman por boludos. Y nos advierten que “si no lo somos, nos vamos a quedar solos”. Como si dijeran “No nos hacemos responsables de que usted elija tener ideas, en vez de globos”
· Desde los medios y redes tratan de hacer creer que estamos todos contentos, y si vos no lo estás, por un módico precio te mandamos un payaso que te entretenga, o que te reprima, según la tarifa
En “Falsipuedes Today” hasta pueden hacerle creer que usted mismo les cree más a ellos que a su propio estómago, deudólar.
Hasta la que viene, siempre.
@humoristarudy