Desde Santa Fe
Dos testigos que declararon en el juicio a doce militares y policías imputados por delitos de lesa humanidad en los "Operativos del Area 212" relataron ante el Tribunal Oral de Santa Fe la crueldad y el ensañamiento con que operaba la fuerza de tareas del Ejército y la Policía en la persecución de militantes peronistas que resistían a la dictadura. Una violencia sin límites. "No eran enfrentamientos, los acribillaban", coincidieron Lidia Ramírez y Oscar Cornejo, hermana y cuñado de una dirigente de la JP, Alicia Ramírez, que estaba embarazada de cuatro meses cuando cayó junto con su pareja, Luis Alberto Fadil y un compañero de ambos, Mario Galuppo, el 6 de octubre de 1976, en Aristóbulo del Valle al 7.200 (entre Alberti y Risso). Sólo sobrevivió un bebé de 45 días, Felipe, hijo de Galuppo, en una casa que está a la vuelta, Rivadavia al 7200, donde vivían los Fadil y se habían refugiado Mario y su pequeño.
La cacería de militantes siguió al día siguiente, el 7 de octubre, en otra casa del barrio Sargento Cabral, en Pedro Ferré 1936, donde murieron otros cuatro: Alfredo Fontana, su esposa Silvia Coria y sus compañeras Susana Trossero y Adriana Angel, también embarazada. En el juicio de la megacausa en 2016, el Tribunal sentenció que en ese operativo "no hubo secuestro de armas", desechó "la existencia de un enfrentamiento" entre el Ejército y las víctimas y condenó los cuatro homicidios.
Adriana Angel buscó amparo en la casa de los Fontana porque el 23 de setiembre habían ejecutado a su esposo, el arquitecto Lisandro Horacio Ferraza, en la zona de bulevar Pellegrini y avenida Freyre. Lo mismo que había hecho Mario Galuppo, ingeniero de profesión, cuando se fue a vivir con los Fadil, porque dos días antes, el 21 de setiembre, el grupo de tareas secuestró a su esposa, la abogada Graciela Saur y ejecutó en la calle a otro compañero, Carlos Alberto Belmont, en cercanías de la plaza España. Así, el 21 de setiembre ametrallaron a Ferraza (y a una vecina de Villa del Parque, Susana Vera, que se asomó al terraplén ferroviario), el 23 a Saur y a Belmont, el 6 de octubre a Fadil, Ramírez y Galuppo y el 7 a Fontana, Coria, Trossero y Angel. Once víctimas, entre ellas dos embarazadas y un niño secuestrado, en 17 días.
Lidia Ramírez dijo que se enteró de la muerte de su hermana por "El Diario" de Paraná. Su madre le leyó la noticia al despertar: "Mataron a Alicia", les dijo en el desconsuelo. Ella y su esposo, Oscar Cornejo, habían ido a pasar el fin de semana a la casa paterna que fue pesadilla.
Al día siguiente, Oscar y su suegro viajaron a Santa Fe con la intención de recuperar el cuerpo de Alicia. Otra odisea. Golpearon en el Comando de Artillería del Ejército, donde operaba la Jefatura del Area 212, frente al hospital Cullen. Los mandaron a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), donde el coordinador del Area, Julio Alberto Villalba los hizo esperar siete horas para atenderlos. Les decían que estaba almorzando, después que dormía la siesta y recién los recibió a las seis de la tarde. Cornejo contó que Villalba les dio una tarjeta y les recomendó un servicio fúnebre que se encargaría del traslado. Cuando fueron a la empresa, les dijeron: "El comisario ya nos llamó". De vuelta en Paraná, un encargado de la funeraria les avisó que no podían identificar a Alicia.
Oscar volvió solo a Santa Fe, donde en la morgue del cementerio se encontró con dos tíos de Fadil. Era el 9 de octubre. "Había muchos cuerpos", contó Cornejo. A Alicia la reconoció por su contextura y un pantalón de corderoy negro que le había regalado su hermana. Su rostro estaba desfigurado por las heridas. Ahí escuchó a los tíos de Fadil espantados: "Ese es el Bicho". Así llamaban a Luis que era el único que estaba desnudo. Oscar cree que lo capturaron vivo y lo atormentaron hasta el final. "Le vi las marcas de las torturas", les dijo a los jueces Luciano Lauría, Mario Gambacorta y Otmar Paulucci.