Con el antecedente de una primera edición exitosa, el año pasado en Parque Centenario, esta vez “Ciencia Paliza” fue al Parque Rivadavia. Organizado por docentes, estudiantes y demás trabajadores de Ciencias Exactas y Naturales y Filosofía y Letras de la UBA, convocó a investigadores jóvenes y de trayectoria con un objetivo preciso: dialogar con los vecinos, compartir con la sociedad por qué la ciencia y la tecnología son fundamentales para el desarrollo económico y social del país. También, el propósito fue demostrar, una vez más, qué efecto tiene la crisis presupuestaria y la expulsión de cerebros. Para los visitantes, el único requisito fue colaborar con un alimento no perecedero que luego será donado al comedor “María Eva” (Bajo Belgrano).
“Hace muy poco escuchábamos a Rogelio Frigerio que decía que el sector no era prioritario. Está claro, para nuestros gobernantes la ciencia y la tecnología son un gasto y no una inversión. De este modo, no encontramos mejor manera que demostrar a la sociedad por qué nuestros aportes son importantes para que el país se desarrolle”, plantea Valeria Levi, investigadora del Conicet en el Instituto de Química Biológica de la UBA y una de las organizadoras del encuentro. Batucadas, música de apertura y cierre configuraron un escenario excelente para responder ¿para qué la ciencia? Levi comenta: “Nos siguen preguntando para qué sirven nuestros laburos porque molestamos, estamos cuestionando día a día cómo se hunde Argentina y las decisiones desacertadas que se toman. Además, somos disruptivos porque el pensamiento crítico suele ser molesto. Para decirlo simple: es difícil mentir cuando producimos datos que sustentan otra realidad”.
La conducción estuvo a cargo de dos prestigiosas divulgadoras e investigadoras del Conicet, Nadia Chiaramoni y Valeria Edelsztein: “Es un festival de ciencia en defensa de la ciencia y la universidad, con un montón de profesionales que salen de los laboratorios y oficinas y cuentan a la sociedad aquello que investigan. El objetivo más importante es visibilizar la situación que atraviesa el sector, con un recorte más que feroz”, propone Chiaramoni, investigadora en el Laboratorio de Biomembranas (UNQ). “La realidad es espantosa, por eso la abordamos de la manera más entretenida posible para contarle a la gente lo que nos pasa. La premisa es mostrar qué hacemos, por qué es relevante y que comprendan que, después de todo, somos seres humanos”, dice Edelsztein, investigadora del Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de las Ciencias.
Con mateadas en diferentes sectores, los científicos explicaron cuáles eran sus líneas de trabajo y por qué es necesario que el Estado apoye a la ciencia, la tecnología y a la universidad pública, abordando temas como el voto electrónico, políticas de seguridad pública, pasando por cambio climático, Ley de Semillas y Educación Sexual Integral. “Elegimos aspectos de la vida cotidiana que están en agenda, donde nuestro aporte creemos que puede llegar a ser sustantivo y que necesitamos que conozcan”, señala Levi.
También hubo stands para charlas entre estudiantes y paseantes. Entre otros, hubo espacios en los que se exhibían experiencias en química; se explicaban las características de los colores de la naturaleza; se compartían juegos matemáticos; discusiones acerca de ciencia y género; muestras de programación y robótica; experimentos físicos; lenguaje y cerebro en acción; enigmas antropológicos; y hasta un laboratorio móvil de arqueología.
“La comunicación pública de la ciencia fue una política pública durante la gestión anterior, con canales específicos como Paka-Paka y con estructuras de gran envergadura y aptas para todo público como Tecnópolis. A partir de ahí, muchos nos dimos cuenta de cuán importante era transmitir lo que hacemos”, subraya Levi. Sin embargo, todavía resta mucho camino: “Desde el propio ámbito de la ciencia, muchas veces, las comunicadoras somos ninguneadas. Ahora puede verse muy bien cuál es la importancia de ese trabajo y que la población entienda por qué sirve financiar nuestro empleo”, explica Chiaramoni. “La gente tiene que entender que los científicos no mordemos. En definitiva, necesitamos que nos conozcan así después pueden valorarnos de una manera distinta”, apunta Edelsztein.
La diferencia respecto a otros encuentros y movilizaciones fue que, en este caso, el centro estuvo puesto en la divulgación y en buscar la conexión directa con la sociedad. Investigadores en un parque de acceso público conversando con la gente que se acercaba sobre cómo y por qué lo hacen lo que hacen. Fue fundamental la presencia de figuras del campo de la comunicación pública como Diego Golombek, que presentó su charla “La vida secreta de la ciencia”. “El humor y los chistes están presentes porque la estrategia también fue otra. No nos causa gracia lo que nos pasa, pero es otra manera de afrontar la realidad”, cuenta Chiaramoni
Más tarde, llegó el turno del diputado y ex presidente del Conicet Roberto Salvarezza y Mario Pecheny, recién designado director del Conicet. Ambos, representantes de diferentes áreas del conocimiento (ciencias exactas y sociales, respectivamente), fueron entrevistados por las conductoras y discutieron respecto de la penosa situación que atraviesa el Consejo y el sistema de ciencia y técnica en general. El encuentro culminó con una parodia titulada: “Quién quiere ser financiado”.