“Ni el sindicalismo debe ser una fuerza de choque a la hora de la derrota y tampoco una rama seca a la hora de construir representatividad”, suele repetir el titular de los canillitas, Omar Plaini, cada vez que alguien le pregunta sobre el rol que le cabe al gremialismo en un potencial gobierno peronista. En estos tiempos que corren, la frase gana en intensidad y entre los dirigentes gremiales que conformaron el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FSMN) consideran que algunos de sus miembros deben tener jugar un papel en caso de que les Fernández triunfen en octubre. Eso se puede materializar con espacios en las listas de diputados nacionales, provinciales, concejales y también en algunos lugares del Poder Ejecutivo. El debate está abierto y nada indica que vaya a ser fácil. Los que conducen la CGT también tienen sus aspiraciones y relaciones con diferentes dirigentes del peronismo y, como tal, también exigirán ocupar un espacio.
El sindicalismo siempre buscó tener una representación en el Parlamento. Es uno de los espacios que les abrió el entonces presidente Juan Domingo Perón y hasta le puso una proporción: el 30 por ciento. A partir de ese momento, el sindicalismo tuvo bancas en el Congreso. Esa presencia estuvo más relacionada con la capacidad política del dirigente gremial, el peso del sindicato y hasta se convirtió en una alternativa para aquellos que estaban de salida del gremio o la central obrera. También estuvieron aquellos que ocuparon sillas ministeriales como la de Jorge Triaca padre. El dirigente del plástico supo ser diputado durante el gobierno de Raúl Alfonsín y con el menemismo se transformó en ministro de Trabajo. Triaca, al igual que su hijo Jorge, no se caracterizaron por la defensa de los derechos del trabajador. En aquel tiempo como ahora también con el gobierno de Cambiemos, las condiciones laborales se degradaron, se flexibilizaron y el desempleo creció.
Ahora, con la nueva etapa que parece estar surgiendo, el sindicalismo que más confrontó con el gobierno de Macri pretende no transformarse en esa rama seca de la representatividad y, como tal, aspiran (presionan y negocian) tener ese famoso 30 por ciento de los cargos legislativos tal como lo afirmó el secretario adjunto de Camioneros, Pablo Moyano, durante una entrevista en AM 750. Moyano hijo justificó el reclamo recordando que el sector que integra “fue el que llevamos la bandera de la lucha contra el gobierno de Macri” y que además frenó la reforma laboral que pretendía imponer Cambiemos a través de las gestiones de Jorge Triaca hijo cuando dirigía el extinto Ministerio de Trabajo.
Hay algunos nombres en danza como el del titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, integrante de la Corriente Federal de los Trabajadores y miembro fundador del Frente Sindical. El otro nombre que suena ese justamente de Plaini que ya tuvo experiencia parlamentaria al llegar de la mano del FpV en tiempos de CFK. Luego se distanció pero hacia finales de su mandato restableció el vínculo con el kirchnerismo y hoy integra la mesa de acción política del PJ. Es además uno de los dirigentes que llevó adelante la “reconciliación” entre Hugo Moyano y Cristina Kirchner. En el Frente Sindical también tienen el nombre de Héctor Amichetti, de la Federación Gráfica, como un posible aspirante a pelear por un curul en Diputados.
En este momento la representación sindical en la Cámara de Diputados es un tanto escasa. En 2017 y de la mano de Unidad Ciudadana llegaron al recinto el titular de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, el secretario general del gremio de Curtidores, Walter Correa y la líder del sindicato de Trabajadores Judiciales (Sitraju), Vanesa Siley. Entre las bancas del FpV-PJ se encontraron con el metalúrgico Abel Furlán quien por ahora finaliza su mandato en diciembre próximo. Este último mantuvo firme su adhesión a la conducción de Cristina Kirchner a pesar del enfriamiento del vínculo entre el jefe de la UOM, Antonio Caló y CFK. Una relación que pareció reverdecer luego de la designación de Alberto Fernández como precandidato a presidente y el corrimiento de ella hacia la vicepresidencia. Sin duda, la conflictiva relación de los dirigentes sindicales con las dirigentes políticas mujeres es todavía un tema no resuelto.
Entre los integrantes de la conducción de la CGT también hay hombres con experiencias parlamentarias que podrían intentar repetir la vivencia. Héctor Daer supo ser diputado por el Frente Renovador y no sólo se sumó a la mesa de acción política del PJ a modo de expresión del proceso de unidad que vive el peronismo, sino que también se congratuló con la precandidatura presidencial de Alberto Fernández con quien dice tener una antigua amistad.
En tanto, Carlos Acuña es un hombre cercano Sergio Massa y supo ser legislador bonaerense pero hasta que el líder del Frente Renovador no decida qué camino tomará para estas elecciones, el posible futuro político de Acuña está indefinido. Algo parecido le pasa al petrolero Guillermo Pereyra que ocupa una banca en el Senado, se le vence el mandato, y además anunció que apoyaba a Massa y se llamó a silencio. En ese consejo directivo de la CGT también están los que quieren jugar con Roberto Lavagna como es el caso de Gerardo Martínez pero no volvió a abrir la boca desde que el ex ministro quedó solo como aspirante a referente de la “tercera vía”.