Por quinto año consecutivo, la ola verde feminista llenó las calles de la ciudad de Buenos Aires –desde Congreso a Plaza de Mayo– para levantar una vez más la bandera del Ni una menos, pero también, como se dijo en el documento escrito en lenguaje inclusivo que se leyó en el cierre de la manifestación, para reclamar la legalización del aborto y una serie de demandas compartidas con distintos sectores de la sociedad. “Estamos acá para decir basta de violencia económica, sexista, racista y clasista contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, no binaries, gordes e intersex; de la clase trabajadora; ocupades, desocupades, precarizades, piqueteres y de la economía popular”. Lo que se busca es “visibilizar especialmente a las mujeres indígenas, originarias, afroargentinas y negras en pos de empezar a saldar la deuda histórica con ellas y todas las identidades vulneradas por el capitalismo patriarcal y el modelo económico de Mauricio Macri y la Alianza Cambiemos”. “Los feminismos tenemos que ser resistencia y alternativa”, señalaron.
En ese marco, el edificio blanco, situado ante la Plaza de Mayo y de la Casa de Gobierno, se volvió a convertir en Cabildo abierto. Desde sus paredes, con pintadas en color naranja furioso, se gritaban las consignas principales: “Vivas nos queremos” y “Mujer defiéndete”. Sobre las tres columnas principales, en la fachada del histórico edificio, se instaló un enorme tapiz multicolor, en el cual familiares de niñxs abusados “escracharon” públicamente, con nombre y apellido, a centenares de hombres acusados de violaciones de mujeres y niñxs.
Mónica Marcela, madre de una de las víctimas, le dijo a PáginaI12 que lo que se buscó fue “realizar una denuncia colectiva para visibilizar lo que hemos sufrido”. En su caso personal, dijo que viene luchando “desde 1996, cuando dejé de lavar los platos para denunciar lo que le había pasado a mi hija”. Sostuvo que “de esta manera nos sentimos acompañadas porque antes éramos las locas, las que salíamos a decir mentiras”. Al mismo tiempo, anunció que “gracias a esta iniciativa conjunta, el año que viene vamos a estrenar un documental con testimonios de muchas familias para seguir visibilizando estos casos de abuso sexual”.
Durante la marcha, varios grupos de mujeres acompañaron a las manifestantes haciendo sonar tambores y redoblantes. “Yo soy La Tingui, la profe de Talleres Batuca, que es lo que acaban de escuchar”. Explicó que se trata de “una escuela de mujeres y disidencias que nació en el 2015, con la primera Ni una menos y acá seguimos bancando a las manifestantes; no se si sonamos cada vez mejor, como dicen algunos, pero lo que sí sabemos es que sonamos cada vez más fuerte y más convencidas de que tenemos que seguir manteniendo el reclamo en la calle, porque nos siguen matando, porque ya tenemos más de 90 femicidios, travesticidios y transfemicidios en lo que va de 2019, de manera que no podemos parar”. La escuela tiene cerca de cien alumnas y ensayan todas las semanas en la zona de Chacarita.
“Para que haya aborto legal y para que tengamos servicios de salud, lo que tiene que pasar es cambiar el gobierno de Mauricio Macri”. La que tiene la certeza es Estela, que se vino con sus dos hijas, estudiantes de carreras de asistencia social, desde Villa Tesei, en Hurlingham.
“Hoy no tenemos servicios de salud, el Hospital Posadas, uno de los más importantes del conurbano, está totalmente desmantelado, todos los hospitales están en un estado terrible y en ese marco no basta con que se legalice el aborto”. Aseguró que vienen “todos los años a la marcha para reivindicar a la mujer y ponerla en el lugar que corresponde”. Estela aseguró que su militancia feminista “surgió gracias al ejemplo de mis hijas, porque nosotras, las de cierta edad, tenemos una marca machista encima que no nos deja ser libres, pero yo lo estoy logrando”.
La legisladora porteña Myriam Bregman (PTS), que estuvo en la cabecera de la marcha, le dijo a este diario que “hay que seguir acompañando a las pibas que salieron el 28 (de mayo) a pedir que se apruebe el proyecto de ley de aborto legal, porque ya no podemos seguir esperando”. Agregó que “así como nunca se pudo unir esclavistas con esclavizados, opresores y oprimidos, no puede haber ninguna comunidad entre pañuelos celestes y verdes”. Llamó a “seguir en la calle, peleando juntas, para que de una vez por todas dejemos de tener una bota sobre nuestras cabezas y hay que decirle basta porque las que mueren siempre son las más pobres; por eso que no nos digan, en nombre de la pobreza, que tenemos que esperar”.
En el documento se pidió la libertad de todas las presas políticas: Patricia Cabana, Mirtha Guerrero, Mirta Aizama, Gladis Díaz, María Condorí, Mariana Condori, Milagro Sala y la absolución de Highi de Jesús.