Pasado mañana, a las 19, en la librería Mal de Archivo (Moreno 477), la escritora Alicia Kozameh presenta los dos primeros libros de poesía de su serie Sal de sangres. Viene de presentarlos en el congreso Orbius Tertius, en la ciudad de La Plata. Publicados a razón de uno por año por la editorial cordobesa Alción, suman un total de cinco tomos que abarcan en prosa poética los temas de toda su obra narrativa.

El primero, Sal de sangres en guerra, ya fue reseñado en estas páginas. Al escribir el segundo, Sal de sangres en declive,imaginó un mundo cúbico cuyas doce aristas están cubiertas por rígidas vallas que incomunican los planos entre sí. Quienes tratan de atravesarlas para saber qué hay del otro lado, caen al vacío y perecen en el intento. Se lo puede leer como una alegoría de un mundo tabicado y escindido, que a la vez no indica una referencia concreta.

"Un estar sin espacios, sin ondas sonoras, sin atmósfera, y sin esos pasadizos y recovecos que algunos atribuyen a la fiera voraz que llaman tiempo. Una desconcertante transparencia". ¿En qué mundo fuera del mundo sucede esto que se describe? "Se perciben formas. Sí. Pareciera, también, que existe allí un mínimo movimiento".

En su breve biografía publicada por Chapman University, institución de la ciudad de Orange, en el estado de California (EEUU), donde ella enseña creación literaria desde 1988, se la describe como "autora argentina y ex presa política". Que antes de su exilio Kozameh haya sido una más entre más de mil mujeres, jóvenes por entonces en su mayoría, que a partir de 1975 y muy especialmente con el golpe de Estado de 1976 ingresaron a la cárcel de Villa Devoto detenidas por motivos políticos, no debería arrojar la sombra de la Historia sobre una obra cuya riqueza y valor predatan y exceden ampliamente al testimonio: una obra que trabaja con la fantasía, el ensueño y el lenguaje.

Cuenta Alicia que ella ya narraba incluso antes de saber escribir, dictándole a su madre unos breves cuentos que quedaron guardados en la casa familiar. Cuenta que a los diez años inventó la historia de unos animales de la selva que rodeaban e invadían una ciudad. Cuenta que ese relato escrito también fue conservado, primero por su madre y luego por ella misma. Además está organizando en Villa Devoto, con sus compañeras sobrevivientes, un homenaje a sus compañeras fallecidas luego de haber sido puestas en libertad. Son más de cien y la mayoría murieron de cáncer. Evoca la risa como acto de resistencia y la encuentra representada en imágenes absurdas de su nuevo libro, como la de unos peces que ríen a carcajadas mientras agonizan en las redes de pesca.

"Decidí que la poesía era un recurso para escribir con menos presión

hasta volver a encarar otra novela. Trabajo con una estructura abierta".

Hay una agradablemente solitaria nocturnidad en la escritura de Kozameh. Es una obra abierta y ambigua pero no por ello menos comprometida, aunque se compromete de otro modo y con otra lógica que en sus actividades diurnas. En Sal de sangres en declive, los muertos están vivos en la memoria: son sesenta mil pares de ojos en el fondo de la tierra y del mar, dos por cada rostro. El epígrafe del libro está tomado de una canción elegíaca sublime de la película francesa Los Aventureros, "Laëtitia", un clásico del romanticismo moderno de los años setenta que adquiere un tinte trágico y de denuncia al traducirlo a las aguas rioplatenses: "Y tú reposas en lo azul del mar/ tú que coloreabas de azul nuestras quimeras".

-¿Por qué una serie de libros y no uno solo?

-Salí muy agotada emocionalmente de la escritura de la novela Bruno regresa descalzo (Alción, 2016), y decidí que la poesía era un recurso para escribir con menos presión hasta volver a encarar otra novela. Me di cuenta de que disfrutaba mucho trabajando con una estructura abierta.

-¿Qué es lo específico de cada uno, en especial los ya escritos?

-Cada uno es una especie de abanico que lleva por diversos caminos. El tercer tomo, que va a salir en marzo de 2020 (Sal de sangres en pánico), ya está prácticamente terminado, aunque necesita más revisión. Está en reposo por unos cuatro meses más mientras escribo el cuarto, Sal de sangres en incendio.

-¿Qué es lo común a los cinco?

-Lo común es el formato de poesía en prosa, la estructura desestructurada, la libertad para moverme y rodar de una página a otra, y la sorpresa con la que yo misma me encuentro frente a esta escritura.