En comunidades pequeñas como El Colorado, donde yo vivo, son muy escasos, muy infrecuentes los crímenes pero cuando suceden, agregan al espanto, la fascinación y algunas veces la originalidad de los hechos. Por eso, desde hace unos años, me di a la tarea de reconstruir desde las artimañas de la literatura aquellos asesinatos reales que asombraron a las crónicas y a los vecinos. “No más de diez palabras”, que hoy acerco a los lectores de PáginaI12, responde a esa necesidad.
En este caso he utilizado el monólogo interior del protagonista (improbable en una crónica policial) para recrear los abismos interiores de alguien que todos conocíamos y que por sus actitudes ya anunciaba lo que era capaz de hacer. Los murmullos pueblerinos me ayudaron mucho en esta tarea.