Si uno se quedara sólo con las palabras del entrenador Claudio Ubeda tras la victoria por 2-0 frente a Venezuela que, luego del empate entre Brasil y Colombia, le facilitó al equipo nacional el cuarto y último pasaje para el Mundial de la categoría que se disputará entre finales de mayo y principios de junio de este año en Corea del Sur, podría llegar a pensar que la Selección hizo en el Sudamericano de Ecuador lo que todos esperaban: que jugara un buen torneo y que incluso tuviera chances de pelear el título como lo hicieron hasta la última fecha los otros tres clasificados: Uruguay (12 puntos, y campeón), Ecuador y Venezuela (7 puntos, al igual que Argentina, pero mejor diferencia de gol).
“Fue el mejor partido, desde todo punto de vista: tuvimos solidez defensiva y agresividad en ataque”, fueron las palabras de Ubeda. “Si teníamos el arco en cero íbamos a tener chances de gol por el sistema que implementamos”, agregó. Justamente el sistema de juego fue algo que a lo largo del torneo el entrenador –elegido a dedo por la Comisión Normalizadora y por recomendación del secretario de Deportes de la Nación, Carlos Mac Allister, incluso por encima, y por afuera, de los 44 proyectos que se presentaron ante la convocatoria de la AFA– no había conseguido instalar debido al constante cambio de jugadores, usó a los 23 que llevó, incluidos los tres arqueros, y de sistema. Algo que, más allá del resultado final, se percibió a lo largo del torneo como gestos de desorientación más que como aciertos de orden táctico.
Es cierto que frente a Venezuela –ya prácticamente con la soga al cuello–, el equipo nacional jugó su mejor partido en el torneo y que de no ser por el arquero venezolano, Wuilker Fariñez Aray, que tapó varias pelotas de gol, hubiera hasta podido anotar más goles, incluso siendo optimistas los cinco que necesitaba para no depender de otros resultados. Pero en los hechos, los chicos de la Sub 20 debieron esperar el resultado del partido entre brasileños y colombianos, que por suerte los primeros no pudieron ganar (0-0). “Es una sensación fea”, expresaba Ubeda con respecto a la espera que, con el corazón en la boca, sus dirigidos sufrieron desde un palco en el estadio Olímpico Atahualpa, en Quito.
En los números, a lo largo de las dos fases del torneo la Selección ganó tres partidos, empató cuatro y perdió dos, ambos en el hexagonal final 0-3 ante Uruguay y 0-3 ante Ecuador, resultados estos últimos que explican la diferencia de gol que complicaba la clasificación del equipo de Ubeda; pero más allá de los números, lo más preocupante fue el flojo desempeño del equipo ante rivales que en los papeles debían ser accesibles. “Me quedo con la imagen que transmitió el equipo frente a Venezuela”, puntualizó el ex DT de Huracán y Racing.
Seguramente, algunos de los valores destacados en el equipo argentino como los delanteros Lautaro Martínez (Racing) y Marcelo Torres (Boca), o los volantes Santiago Ascacíbar (Estudiantes) y Tomás Conechny (San Lorenzo), el defensor Juan Foyth (Estudiantes), tengan futuro en la Selección Mayor, pero para ello será clave que en el Mundial de Corea del Sur no se repitan los errores ni el flaco balance de este Sudamericano.
Eso fue posible con los seleccionados Sub 20 campeones del Mundo bajo la dirección técnica de José Pekerman, de Hugo Tocalli y de Francisco Ferraro, en los que se lucieron jugadores como Sorín, Aimar, Riquelme, D’Alessandro, Saviola, Romero, Di María, Messi y Agüero, entre otros. Eran otros tiempos, en los que los proyectos se imponían por su peso formativo y los resultados llegaban como consecuencia del trabajo colectivo de entrenadores, preparadores físicos y el apoyo real de los clubes, que no escatimaban sus futbolistas a los equipos juveniles porque eran una gran vidriera y la oportunidad de mostrar sus joyas al resto del mundo.
Nada de eso ocurrió en el Sudamericano de Ecuador, que como última imagen del equipo nacional entregó un festejo por la obtención del cuarto cupo mundialista. Más allá del resultado final, del objetivo de mínima conseguido, lo que queda es la preocupación de pensar si dentro de tres meses en el Mundial de Corea del Sur el seleccionado argentino Sub 20 llegará a convertirse en un equipo protagonista o si volverá a mostrar la imagen pálida y borrosa de los últimos quince días. La obligación es cambiar, trabajar duro e intentar mejorar la producción para que a los dirigidos por Ubeda no le pase lo que les pasó a los dirigidos por Humberto Grondona, cuyo Sub 20 no logró superar la primera ronda del Mundial de Nueva Zelanda 2015, incluso después de haberse coronado campeón del Sudamericano que se disputó el mismo año en Uruguay.