Pasó y lo celebramos. Fueron hermosas las imágenes de los pibes festejando en las plateas la clasificación para el Mundial y además, como se sabe, siempre está bueno para el folclore futbolero que los brasileños queden detrás de los nuestros cantando una tonada triste. Y hasta podríamos llegar a creernos que es cierto que existe ese valor agregado, ese plus de fortaleza anímica que caracteriza a los futbolistas argentinos. Hasta aquí el árbol que nos muestra el inesperado fruto de una clasificación para el Mundial sub 20 y lo que representa. Pero el árbol no puede taparnos ese bosque lleno de especies secas, huecas, abichadas, marchitas, quemadas, picadas que enmarcan a la dirigencia del fútbol nacional.  

La milagrosa clasificación no puede hacer olvidar que Argentina ocupó el cuarto puesto en el hexagonal en el que se clasificaban cuatro equipos; que todo fue producto de un milagro porque no figuraba en los pronósticos de nadie que los pibes colombianos, ya eliminados, le iban a arrancar un empate a los brasileños; que el equipo argentino jugó bastante mal en casi todo el torneo; que fue goleado por Ecuador y Uruguay en la fase final; que terminó con una diferencia de gol de -3; que mostró como principal virtud el amor propio de los chicos, pero al mismo tiempo dejó en evidencia fallas  colectivas muy grandes, en todas sus líneas como consecuencia de una inadecuada preparación.

Y mucho menos se debe olvidar en que circunstancias se dio la elección del entrenador, Claudio Ubeda, quien aterrizó en paracaídas en el predio de la AFA. En un reciente reportaje publicado en La Nación, al borde de la eliminación declaró Ubeda Ubeda, textualmente: “Duele ver todo lo que pasa en el entorno del fútbol argentino, que permanentemente vive tirando agua para su molino en lugar de tener un ideal común. Duele que no se deje de pensar en la parte propia y pensar en conjunto. Cuando logremos eso, vamos a cambiar rotundamente. No soy un idealista, pero sueño en que eso algún día pueda pasar y ojalá que lo podamos ver.”

Tiene razón. Pero es necesario recordar que entre los males del fútbol argentino figura que en la Comisión Normalizadora de la AFA fueron presentados y analizados 44 proyectos y finalmente se optó por designar a Ubeda, quien no había presentado ninguno. 

Con Mundial o sin Mundial hay que empezar a talar árboles podridos de una buena vez.