“No podemos competir como industria frente a otros países con tasas de interés del 70 por ciento”, señaló a Página/12 Carolina Castro, la empresaria que ingresó como prosecretaria al selecto grupo de 26 integrantes del comité de la Unión Industrial Argentina (UIA). “Estamos en un contexto complicado a nivel regional, con lo cual se arma una tormenta perfecta con un mercado interno deprimido y las exportaciones que no permiten compensar”, señala la flamante directiva de la entidad fabril. Desde esta semana, que asumió formalmente, se convirtió en la primera mujer que integra en más de 130 años de historia la mesa chica de la UIA.
Proviene de una familia autopartista, dueña de Industrias Guidi, que preside actualmente su madre. Se recibió de politóloga en la UBA pero la crisis de 2001-2002 la obligó a ayudar a hacer frente a la situación en la empresa familiar. “Somos muy feministas. El trabajo para la paridad es desde abajo. En materia empresaria tiene que venir desde la empresa, luego de las cámaras y así llegar a ocupar un lugar en la UIA”, comenta Castro y pone como ejemplo que en su nueva planta de Zárate se definió un piso de 20 por ciento de mujeres en la plantilla. “Ya no podemos conformar equipos en los que no haya mujeres que participen y sumen”, resalta.
Hace diez años, Castro que se desempeña como coordinadora de la Asociación de Fábricas de Componentes (AFAC) y ahora la representa a este sector dentro dela UIA. También tuvo un breve paso por la función pública, como subsecretaría de la Pequeña y Mediana Empresa (hasta mediados de 2017) y fue directora ejecutiva del foro empresarial que se desarrolla en el marco del G20.
--¿Cómo fueron los comienzos como industrial?
--Mi formación fue de politóloga, en la UBA. Sin embargo, en 2001-2002, en plena crisis, con gente suspendida, tuve que ayudar en la empresa familiar y aprender a hacer de todo, desde laburo de cadete hasta tareas administrativas y comercio exterior, aprendiendo con la gente que estaba trabajando allí. Desde 2012 participamos en la cámara autopartista, como empresa. Somos una autopartista, con 60 años de historia, que provee piezas a Toyota, General Motors y Mercedes Benz. Actualmente tiene 550 empleados con dos plantas, una en Burzaco y la otra en Zarate, y la preside mi madre. En esos años se arma UIA Joven, que fue una camada de empresarios muy interesados en aprender cuestiones gerenciales, pero también de procesos productivos, a partir del perfil de la UIA como representa de distintas regiones y actividades.
--También pasó por la esfera pública.
--En el espacio de UIA Joven fui secretaria y presidenta pero renunció cuando asumió como subsecretaria pyme. Ahí corté todo vínculo privado. De hecho, me presenté espontáneamente a la oficina anticorrupción para saber qué podía y qué no podía hacer en funciones. No lo busqué pero en su momento me pareció interesante aportar a la participación público y privada. La gremial empresaria siempre me pareció importante y me dieron la oportunidad de hacer algo concreto desde lo público. En ese ámbito propuse hacer la Ley Pyme, que se votó por unanimidad. El objetivo era bajar la presión tributaria y crear un régimen que apuntale la inversión. En esa época uno esperaba que la macro se iba a dar de manera distinta.
--¿Volvería a la función pública?
--Me cuesta volver a verme en lo mediato en la función pública después de haber estado un año y medio a un ritmo muy intenso. Ese es un componente personal que debería charlarlo con la familia. Desde lo técnico, habría que ver qué se puede hacer. Hoy por hoy no tendría mucho lugar para aportar. En algún momento de mi vida puede ser
--¿Cuál va a ser su aporte desde la UIA?
--Hay al menos dos ejes. Por un lado, tengo mandato de representación de autopartistas en la mesa chica y ampliada de la UIA. Por ello estoy muy orgullosa de representarlos y de ser la voz de los autopartistas. Quiero ayudar en lo que pueda con esto en un momento en que el sector no atraviesa un buen momento. El otro es la situación de género y paridad. La entidad no tiene un departamento específico por lo toma en distintos seminarios de integración. Hoy hay ocho mujeres, el 10 por ciento de la mesa ampliada de la UIA, cuando solía ser menos del 1 por ciento En todos los ámbitos están los que entienden y apoyan y los que se resisten. En mi caso no lo hubiese logrado sin la decisión política de Miguel Acevedo (presidente reelecto de la UIA), quien quiso tener presencia femenina en la entidad. Pero también desde la cámara, porque son quienes definen a sus representantes. El trabajo es siempre desde abajo. Hay que trabajar desde las cámaras para llegar a la UIA. Lo mismo pasó con los rubros naval, alimento y papel, que junto al sector automotor, nombraron mujeres. No podemos conformar equipos en los que no haya mujeres que participen y sumen. Los tiempos cambiarios y eso está buenísimo.
--¿Y cómo se da esa paridad en el seno de las empresas?
--En la planta de Zárate decidimos que hubiera mujeres operarias. Es una empresa muy feminista. De hecho, salimos a buscar operarias en los diarios especificando que fueran mujeres. No tengo el dato a nivel sectorial. Pero el famoso techo de cristal para los puestos dirigenciales es una realidad que debe terminarse. En todo el mercado laboral la mujer está subrepresentada. Las empresas tenemos mucho para hacer y tener una actitud proactiva en el tema. La ley de paridad que se trata en el Congreso es necesaria. También debe discutir en términos de productividad, y no por si utilizan más o menos licencias.
--Sin inversión, ¿la productividad vendrá por el lado del costo laboral?
--No. La idea es que no sea bajar salarios. Por eso estos debates hay que darlos en momentos de crecimiento económico, así cuando se discute de productividad, la mejora no sea a costa de ningún derecho laboral. El nivel de inversión actual impide dar ese salto cualitativo en la productividad. No podemos competir con otros países con tasas del 70 por ciento.
--¿Cuál es la situación del autopartismo?
--El sector viene con varios meses de caída. Y la producción de este año va a ser menor a la del anterior, la cual ya había sido más baja que el previo. Estamos en un contexto complicado a nivel local y regional, con un Brasil que no tracciona. Se arma entonces como una tormenta perfecta con un mercado interno deprimido y las exportaciones que no logran compensar la caída de las ventas. El tema retenciones es un tema complejo para el sector, porque cuanto más piezas importás menos pagás por exportar luego el vehículo terminado. Sin bien eso no va a conducir a que se empiece a reemplazar producción nacional por importada sólo por la medida, no está bueno como señal a la industria nacional. Nos gustaría más política activa para el sector.