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Desde Barcelona
“Unidad y humildad” es lo que prometió Pablo Iglesias ayer, al revalidarse como secretario general de Podemos en el segundo congreso de la formación, Vistalegre II. El dirigente no podía encabezar su discurso de otra manera, si lo que buscaba era contentar a los militantes de un partido que amenazaba fracturarse tras meses de fuegos cruzados entre él y su, hasta ahora, número dos, Íñigo Errejón. Con el 89 por ciento de los votos, Iglesias aseguró su posición como líder de Podemos por otros cuatro años y, gracias a la victoria de su equipo con 37 butacas frente a las 23 de los errejonistas y las 2 de los anticapitalistas en el Consejo Ciudadano Estatal (CCE)– más la imposición de sus cuatro documentos organizativos–, el carismático politólogo consolidó indiscutiblemente su enfoque para el rumbo político de la fuerza.
La Asamblea ciudadana estatal celebrada en Madrid durante este fin de semana se había planteado– al menos a nivel mediático– como la puesta en escena de una final de boxeo. Los dos máximos dirigentes de Podemos, Iglesias y Errejón, llevaron sus diferencias ideológicas y personales a un primer plano, colocando el futuro de la formación a merced de quien saliera vencedor o vencido. Pablo Iglesias supeditó su continuidad en la cúpula del partido al triunfo de sus propuestas para la estrategia, la estructura orgánica, los principios éticos y los compromisos de igualdad y ese “todo o nada” le funcionó. Íñigo Errejón dejará ahora en manos del nuevo Consejo ciudadano su destino dentro Podemos, que tendrá que dirimir su posición tras una derrota que lo colocó incluso detrás de quien, hasta el momento, era el número 3, el secretario de Organización, Pablo Echenique.
En su primer discurso como secretario general reelecto, Iglesias puso énfasis en cumplir con el mandato de “unidad y humildad” que, según dijo, la Asamblea Ciudadana le exigió. Ayer, el líder de la formación de izquierda subió al escenario de Vistalegre con una satisfacción que hacía tiempo no se le veía y anticipó, delante de los miles de simpatizantes que lo aclamaban, su camino a seguir: “un Podemos más coral, femenino, fraterno y unido”. Acto seguido, el secretario general también asumió sus errores, pero no sin darle a ese “mea culpa” un giro heroico y esperanzador: “Cometeremos muchos errores, es imposible no equivocarse, pero quiero comprometerme a algo: nunca nos equivocaremos de bando”, exclamó ante la ovación de sus seguidores.
Íñigo Errejón aceptó con visible frustración la derrota pero sin desmoronarse, resaltando en todo momento que Podemos salió fortalecido de Vistalegre II por el alto grado de participación– votaron 155.275 personas–, lo cual para el hasta ahora secretario político de la formación significa una lección, por parte de las bases, de “responsabilidad, tranquilidad, unidad y madurez democrática y pluralismo”. Pese al fracaso que para su candidatura– Recuperar la ilusión– supone el 37,1 % de los cargos en el Consejo Ciudadano del partido, frente al 59,68% del grupo de Pablo Iglesias– Podemos para todas–, Errejón opina que éste es un resultado de “unidad y pluralidad” que demuestra que todos los vaticinios de fractura eran falsos ya que “cientos de miles de personas nos han dicho que juntos y unidos podemos”.
La incógnita es ahora el lugar que ocupará el representante de una visión que no fue legitimada por la mayoría y que, sobre todo a nivel estratégico, dista bastante de la de Iglesias. La línea defendida por Errejón aboga por la búsqueda de pactos con otras formaciones– incluidos los socialistas– y el trabajo desde las instituciones, mientras que la de los “pablistas” tiene un tinte más radical, de rechazo a cualquier acercamiento con “la vieja política”. En cualquier caso, Ínigo Errejón afirmó que la decisión se dicutirá ahora “de puertas para adentro” y que “no importan las distintas partes que ha habido en el partido, a partir de este lunes habrá una sola parte, que es Podemos”.
La tercera corriente que se presentó como candidata a la dirección de la formación, los anticapitalistas de “Podemos en movimiento”, se quedó con dos representantes en el Consejo ciudadano pero su cabeza de lista, Miguel Urbán, defendió que lo prioritario tras el congreso de Vistalegre es recuperar la unidad y “desterrar la lógica de vencedores y vencidos”. En sus declaraciones al conocer los resultados, el eurodiputado anticapitalista remarcó que “hay que salir con una idea clara que es la unidad y salir más fuertes para derrotar al partido y a la mafia de la Gürtel”.
Urbán no fue el único en recordar lo que verdaderamente une a todos los miembros de Podemos: su total oposición a las políticas de Mariano Rajoy. Errejón también quiso dejar claro que, más allá del puesto que ocupe a partir de ahora, se dejará la piel para seguir construyendo una alternativa al mandato del Partido Popular (PP), “un gobierno de corruptos que maltrata nuestro pueblo y que no tiene un proyecto de país”. E Iglesias, en su primer discurso como secretario general reelecto, volvió a poner por delante el propósito de ganarle las elecciones al PP, “para gobernar y cambiar España con sus gentes y sus pueblos”.
De hecho, la elección de la fecha de la segunda Asamblea ciudadana de Podemos estuvo en estrecha relación con esa oposición al partido de Rajoy y la voluntad de remarcar las diferencias que los separan. El mismo fin de semana que se celebraba Vistalegre II, la formación conservadora reunió a sus miles de simpatizantes en XVIII Congreso del PP, donde su líder salió reelegido con el 95,6% de los votos, única coincidencia con el partido de Pablo Iglesias.