El 14 de enero de 1931 John Maynard Keynes, advirtiendo que la crisis golpeaba al corazón de la economía británica, lanzó un angustiante llamado a las amas de casa en un mensaje radiofónico en la BBC: “Salgan de compras, vayan a los negocios y adquieran esos miríficos saldos. No solo harán una estupenda y útil compra para sus hogares sino que además tendrán la alegría de contribuir a crear y mantener los empleos de los obreros textiles del Lancashire, Belfast. Muchas personas de este país piensan hoy que, ellos y sus vecinos, pueden mejorar la situación económica ahorrando más de lo que lo hacen habitualmente pero si cada uno de nosotros dejamos de gastar y ahorramos todos nuestros ingresos entonces todos no quedaríamos sin trabajo… y sin ingresos”.
Este mensaje es decisivo ya que Keynes expone por primera vez la paradoja del ahorro, a la vez que postula la relación entre la demanda y el empleo, que desarrollará en La Teoría General, y que constituirá la base de la revolución en la teoría económica más importante del siglo XX. La crisis es la consecuencia de la caída de la demanda global lo cual provoca la recesión la que a su vez agrava la pobreza.
No podemos hoy inspirarnos del maestro y pedir a los argentinos que gasten más, no sólo porque Macri los ha empobrecido, sino por que si las amas de casa aumentaran sus compras de textiles no serían los trabajadores de San Martín, Floresta, Villa Lugano que mantendrían sus empleos; serían los de Dacca y Shangai. La eliminación de los aranceles a las importaciones hace que el destino del país se decida afuera.
La pobreza que padecen las mayorías populares es el resultado de la disminución de la demanda agregada dirigida a las empresas argentinas, lo cual provoca recesión, desempleo y miseria: es el círculo vicioso de la crisis.
Las cifras publicadas por el Indec y por los paneles de consumidores suministradas por las encuestas privadas señalan una brutal caída de la demanda. Sus tres principales componentes el consumo privado, la inversión y el gasto público registran una tendencia a la baja de una magnitud que no se observaba desde la crisis del 2001.
La principal componente de la demanda global es el consumo privado que en el cuarto trimestre 2018 volvió, según el Indec, a disminuir 8,5 por ciento con respecto al trimestre anterior. Los resultados obtenidos en los paneles de consumidores para cada producto y marca, publicados en diarios financieros, indican una caída de las compras de bienes de consumo en 2016, 2017 y 2018 y anticipan una nueva disminución en 2019. O sea, cuatro años consecutivos de baja, como lo ocurrido entre 1999 y 2002. En el país “granero –supermercado– del mundo” existe el hambre.
El consumo, tanto público como privado, que representa el 86 por ciento del PIB, está en caída libre, en particular el consumo de los hogares, lo cual es el resultado de una conjunción de varios factores: a) el cambio de la composición del gasto, donde la parte que no se puede resignar sin perder calidad de vida, como tarifas, alimentos y otros productos esenciales, absorbe un porción cada vez mayor del ingreso y deja cada vez menos recursos para la compra de otros productos; b) la baja del ingreso global de los consumidores debido al desempleo creciente reduce la masa salarial total; y c) la disminución de los salarios reales que disminuye la capacidad de compra de los hogares.
La política económica de Macri ha consistido en una acción coordinada destinada a disminuir la capacidad del consumo de las familias (“la fiesta”, como fue definida por el oficialismo), actuando simultáneamente sobre las diversas variables:
- El incremento de las tarifas de los servicios públicos, luz, gas, combustibles, telefonía ha incrementado la parte de los costos fijos, que pasaron a representar el 6 por ciento del salario en 2015 al 28 por ciento a fines del 2018, según los cálculos de la Universidad de Avellaneda.
- El creciente desempleo, que pasó del 6 por ciento en 2015 al estimado arriba del 10 por ciento en la primera mitad de 2019, redujo la cantidad de trabajadores que reciben un salario. Como los trabajadores gastan todo lo que ganan, esto significa que el ingreso global disponible en valores constantes disminuyó, ya que los nuevos desempleados no cobran salarios.
- La baja de los salarios reales. Como decía el General Perón, los salarios suben por la escalera y los precios por el ascensor: los aumentos nominales de los salarios son inferiores a la inflación y su poder de compra se contrae y el consumo sigue también esta orientación.
Consumo
El análisis de las empresas que realizan estudios de mercado muestra que el volumen de los “productos de marca” más caros adquirido por los consumidores disminuye de manera regular y contundente desde principios de 2016. El 66 por ciento de los productos de consumo masivo disminuyó su volumen de venta durante los últimos 3 años. Vale decir que no solo disminuyó el volumen del consumo sino que además se priorizan los productos de precios más bajos. A esta caída del consumo privado debe agregarse, en 2018 y 2019, la disminución del consumo público del orden del 3 por ciento.
La caída de la inversión, otro componente de la demanda global, se explica de manera simple. La tasa de interés se ubica en niveles siderales de arriba del 70 por ciento anual e imposibilita cualquier inversión privada, ya que ningún ningún nuevo proyecto puede obtener una rentabilidad de ese orden inflación incluida. Pero además ningún proyecto de inversión privada puede realizarse en la medida en que existe un capacidad instalada ociosa de la mitad. Es simple comprender que antes de invertir en nuevas maquinarias los empresarios tratarán de utilizar las que ya existen y disminuir los costos fijos.
La teoría económica muestra que cuando el consumo disminuye el acelerador de la inversión funciona al revés, ya que no se invierte y una parte del capital es destruida. Pero no solo hay una caída de la inversión privada sino que Macri tuvo que abandonar el pésimo proyecto PPP (Participación Pública Privada), en el cual había puesto todas las fichas para la inversión “publica”.
EL consumo global, consumo privado más el consumo público representan el 86 por ciento del PIB, lo cual significa que cuando el consumo disminuye 1 por ciento, el conjunto de la actividad económica disminuye 0,86 por ciento. A esto hay que agregar que la disminución de los aranceles es un aliciente para la entrada de las importaciones subvencionadas que provocan también una caída de la actividad económica y el empleo y un aumento de la pobreza. Por eso como decía el General Perón, “debemos evitar el espectáculo de la miseria en medio de la abundancia e impedir que millones de seres perezcan de hambre mientras que unos pocos centenares de hombres derrochen estúpidamente su plata”
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ed. Ciccus, mayo 2019.