El video es triste y hermoso. Los árboles otoñales, los autitos chocadores en el parque de diversiones abandonado, el negro del barro en los caminos vacíos, las explosiones de verde que cortan el gris de los monoblocs deshabitados desde la evacuación, en 1986. El director británico Mike Christie, realizador de decenas de documentales para la BBC, Channel 4, Sky y Discovery filmó el año pasado a la ciudad Prypiat como protagonista del video “Life is Golden”, una gloriosa y melancólica canción de la banda Suede, incluida en su disco The Blue Hour. Christie se especializa en documentales, sobre todo de deportes y de música. Dirigió, entre otros, The Insatiable Ones, sobre Suede, Decades, sobre New Order y Hansa Studios: By The Wall 1976-90, sobre el mítico estudio berlinés, ubicado casi junto al Muro, donde grabaron David Bowie, Iggy Pop, U2 o Nick Cave & The Bad Seeds.
Entrar a Prypiat y a la zona de exclusión es una obsesión mórbida de ciertos rincones de la cultura popular. Los videogames Call of Duty y S.T.A.L.K.E.R tienen a la ciudad como locación; este último toma el título de la película de Andrei Tarkovski, cuya idea de “la zona” es tan profética que da miedo extenderse en las conexiones. Algunas pocas películas y varios videos o cortos ya se filmaron ahí; hay tours y la zona tiene sus personalidades propias, como Markyan Kamysh, novelista y turista ilegal que investigó el área sin permiso durante siete años. Todavía, sin embargo, los visitantes son relativamente pocos y Mike Christie fue uno de ellos. En charla con PáginaI12, el director explica que fue no llegó a la ciudad sólo para filmar el video de Suede: acompañó a Dmitrij Sribnyj, un nativo de Prypiat que fue evacuado de chico y ahora es corredor de autos, porque estaba filmando un documental sobre su vida, Road To Gymkhana Grid. “Creo que el documental nos ayudó a obtener el permiso. Fue la oportunidad perfecta para hacer el video, porque a Brett, el cantante de Suede, lo fascinan los lugares abandonados que la naturaleza recupera”.
–¿La preparación fue larga?
–Obtener el permiso no es fácil: nosotros necesitamos de dos “arregladores” locales para manejar la burocracia. También viajamos con un científico nuclear como chaperón, que conocía las áreas seguras y llevaba consigo el equipo para chequear en todas partes los niveles de radiación. Antes, consultamos con un especialista en el Reino Unido. Hay una zona de exclusión de 30 kilómetros y tres checkpoints que se deben atravesar para entrar y salir. Si a la salida se detecta radiación, hay que someterse a una limpieza: no está permitido irse. Creo que es importante decir que, aunque se cree que ya es un lugar seguro y así lo promocionan las agencias de turismo, no es cierto. Hay peligros reales que deben ser manejados.
–¿Cómo son los protocolos?
–Todos los visitantes reciben un documento que los explica. Hay muchos lugares prohibidos: no se puede ingresar a la vegetación y tampoco a algunos interiores. Una regla peculiar es no tocar jamás el musgo, porque es muy radiactivo. El parque de diversiones está contaminado porque se usó como lugar de aterrizaje de los helicópteros que combatieron el incendio del reactor. No se puede apoyar la piel sobre ninguna de las superficies que todavía tienen radiación alta, porque se contrae cáncer. Nosotros no podíamos poner equipo directamente sobre el suelo sin algún aislante, que después se descartaba. Hay animales, pero no se los puede tocar. Se puede comer sólo dentro de vehículos, está prohibido hacerlo al aire libre o en los departamentos. No se puede tocar ninguna superficie con polvo y si hay viento, se usan máscaras. El polvo en el viento es muy peligroso. Tuvimos suerte durante nuestros días de rodaje, porque llovió.
–El video está filmado sobre todo con un drone. Eso debe haber sido fácil.
–Al contrario. Por la cuestión del polvo y el viento, el 99% de las solicitudes para filmar con drones son rechazadas. Fue el permiso más difícil y llegó tardísimo.