50 años de bronca llamó José Tcherkaski a la antología que reúne sus canciones y textos. La cuenta comienza con un hito fundacional: la publicación de “Mi viejo”, el tema que dio inicio a la fructífera dupla creativa del poeta y periodista con Piero, y que alcanzó una dimensión popular que al mismo autor lo sigue asombrando hasta hoy. “Ojo, no es que he vivido medio siglo con bronca por la calle”, se ríe el escritor en diálogo con PáginaI12, sobre un título que remite inmediatamente a una época y a un género que representa a esa época –el de la canción “de protesta”–, aunque puede extenderse a cualquier obra atenta a la realidad social. Hoy domingo las 19.30 el libro se presenta en Pista Urbana (Chacabuco 874), y junto al autor estarán el historiador Sergio Pujol y las cantantes Miriam García, Eugenia Brown y Valeria Blanco.
“En estos últimos cincuenta años la Argentina nos ha dado motivos permanentes para la bronca, con todos sus altibajos. Por eso me pareció un título adecuado”, dice el autor de “Para el pueblo lo que es del pueblo”. Pero enseguida aclara que el punto de partida le genera otros sentimientos. Es que “Mi viejo”, aquel tema que escribió a los 25 años, cuando todavía era un periodista que trabajaba en la revista Siete Días, dio la vuelta al mundo y sus versos se quedaron en pintadas en colectivos, nombres de cabañas, y hasta tatuados en más de un brazo, como muestran algunas de las fotos que se ven en este libro. “Esa es una imagen muy fuerte para mí. Que un tipo se grabe para siempre en su cuerpo algo que escribí yo, como he visto aquí pero también en Chile, o en Colombia, donde la canción entró con una fuerza inusitada, es algo tremendo”, reflexiona Tcherkaski.
Fue en la redacción de Siete Días, recuerda el autor medio siglo después, que unos compañeros le sugirieron a Piero que musicalizara algo de lo que tenía escrito “el pibe que escribe canciones”. “Yo no tenía la menor idea del mundo de la canción, de las compañías grabadoras, de los derechos de autor... Piero ya había hecho una carrera, hicimos una serie de canciones, y me dijo: bueno, ahora hay que presentarlas en las compañías grabadoras. Y allá fuimos, a recorrer sellos y mostrar el tema, ¡con un grabador Geloso de los viejos! Resulta que Piero ya había grabado y según un viejo concepto, si ya grabaste y cortaste tu carrera, ya está, perdiste. La cuestión es que en todos lados nos decían que no tenían interés, nos echaban. Yo ya le decía al Tano: mirá, no vayamos más, porque yo me deprimo... Hasta que llegamos a CBS y un productor, Héctor Techeiro, vio un negocio para el Día del Padre. Ahí empezó la historia que conocemos. “Mi viejo” hizo su propio camino, se fue... ¡Ya le perdí el rastro a papá! (risas).
–¿Le encuentra alguna explicación a esa historia?
–No hay una explicación, las canciones son misterios. Sin duda coincidieron una temática, una época, un momento justo. Tanto, que cuando fuimos a registrar la canción me encontré con que no se podían repetir los títulos, y dije: soné, seguro algún tango “Mi viejo” hay... Y no, no había. De verdad no podría explicar cómo el público tomó el tema, de inmediato. Cuando la canción salió, en Buenos Aires había casas de discos por todos los barrios. Nos llevaron de recorrida a publicitar el disco. Me encontré con gente que me decía, con lágrimas en los ojos: compré el disco porque está por morirse papá... me contaban anécdotas de infancia... y lloraban, literalmente, en mi hombro. Fue un impacto para un pibe de 25 años, ahí me di cuenta de que pasaba algo grande. Algo que yo nunca imaginé cuando la escribí, de la manera tan simple como cuento en el libro.
–También cuenta lo que le dijo su amiga Cipe Lincovsky: “Podés escribir los más bellos textos, pero siempre y hasta tu muerte vas a ser el autor de ‘Mi viejo’”. “Esta afirmación me persigue y me molesta todo el tiempo. Es mi logro y cruel castigo”, dice. ¿Por qué?
–En todos los lugares a los que voy, en vez de decirme José, me dicen: es el autor de “Mi viejo”, como si fuese una especie de título nobiliario... Tampoco me agobia o estoy loco por la vida por el tema. Le estoy muy agradecido a la gente, que ha hecho suyas mis canciones.
Junto al libro –una edición de Warner Chappell y Música Nuestra, destinada no para su distribución comercial sino para escuelas de música y espacios culturales– hay un disco con la versión original del tema homenajeado, que Piero grabó en 1969; una de Cipe Lincovsky, con la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca, otra en el recitado del propio Tcherkaski, con arreglos de Jorge López Ruiz. Y una perlita: una versión en chorote, con traducción de Carina García, interpretada por Miriam García. “La señora que hizo la traducción es una artesana que vive en Salta, tomó una tarea muy difícil. Estudió el texto dos meses porque es un lenguaje muy difícil. Es una de las satisfacciones más grandes que he tenido: que un pueblo aborigen tome un tema mío y que lo cante en ese lugar. Es un elogio muy grande, un honor. Invité a la artesana para la presentación pero lamentablemente no puede venir, iré a visitarla y a agradecerle. Mi sueño ahora es hacer distintas versiones en las distintas lenguas”, dice Tcherkaski.
En las páginas transcurre la historia de la dupla Piero-José, con temas como “Pedro nadie” y “Coplas de mi país”, entre tantos. Están también los recitatorios Bronca Buenos Aires y Coraje Buenos Aires, con música de Jorge López Ruiz; o Travesía, de los 90, interpretado por Cipe Lincovsky (“Ella fue como una hermana mayor, fue muy generosa cuando me tuve que ir por la dictadura: no tenía dónde caerme muerto y ella me dio casa en España”, recuerda el escritor). Aparece también un intercambio epistolar con Piazzolla, donde el bandoneonista invita al escritor a trabajar juntos en una Tangata –y a conseguir dinero para eso–, un trabajo que no se llegó a concretar.