El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, celebró ayer en Tijuana el acuerdo migratorio alcanzado con Estados Unidos. En el pacto firmado la noche del viernes, México se compromete a dar un giro en su política hacia los migrantes, que se traduce en mayor control en las fronteras y en el despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional en la parte sur del país. El mandatario, sin embargo, recibió críticas por acordar con el presidente Donald Trump la militarización en la frontera. Este es el caso de Luis Rey Villagrán, un activista que defiende los derechos de los migrantes, que afirmó: “En este acuerdo los migrantes sirven de moneda de cambio. Están criminalizando el fenómeno migratorio. Van a militarizar la frontera y detener a mujeres y niñas”.
El 30 de mayo Trump anunció que impondría una tasa del cinco por ciento a los productos importados de México si el gobierno de López Obrador no detenía a los inmigrantes centroamericanos que atraviesan el territorio mexicano para llegar a Estados Unidos. La tasa, que de no haber acuerdo comenzaría a regir mañana, aumentaría hasta llegar al 25 por ciento en octubre. El acuerdo consiste en tres puntos: el primero apunta a desplegar seis mil miembros de la Guardia Nacional en los 11 municipios de la frontera sur. “Este despliegue empezará el lunes y dentro de un programa nacional que ya estaba en curso”, explicó el canciller mexicano Marcelo Ebrard. El segundo punto contempla ampliar el programa conocido como “Permanecer en México” a toda la frontera. De modo que los migrantes que cruzan a Estados Unidos para solicitar asilo serán retornados “sin demora” a territorio mexicano donde esperarán la resolución de sus casos por las autoridades estadounidenses. Y el tercer punto establece la disposición de ambos países a continuar con el diálogo en caso de que las medidas adoptadas no den resultados. En este escenario las partes tendrían 90 días para conversar.