Desde Tucumán
Las paredes de la capital tucumana están empapeladas. La mayoría tienen el rostro del peronista Juan Manzur, el actual gobernador. Muy cerca en cuanto a cantidad aparece la de Germán Alfaro (Cambiemos) que si bien no compiten en la misma categoría, ambos representan las principales disputas electorales de esta jornada. Por un lado está la gobernación donde Manzur busca su reelección y para eso debe derrotar a su ex aliado, José Alperovich, a la macrista Silvia Elías de Pérez y Ricardo Bussi, el vástago del genocida. La otra pelea se da en la capital donde Alfaro lucha para que Elías de Pérez no lo hunda, retener el municipio, mantener vigente esta especie de isla amarilla y así darle a la Casa Rosada aunque más no sea una pequeñísima noticia no desagradable.
Todos los candidatos tienen al menos una encuesta que los favorece. Todos dicen que se sienten ganador pero al final reconocen que Manzur es el que tiene más posibilidades y advierten que el mandatario cuenta con el plus del control del aparato del partido pero sobre todo el del Estado provincial. La aparición de Alperovich tiende a debilitar al oficialismo local. El ex gobernador aspira que la cantidad de obras que realizó durante sus tres mandatos generen en el votante un recuerdo positivo (emocional) y lo prefieran a él antes que a Manzur. La diferencia entre ambos es que Alperovich gobernó durante el período kirchnerista que tuvo un fuerte desarrollo en obras que beneficiaron a Tucumán. Manzur gobierna desde que Macri llegó a la Casa Rosada, con todo lo que eso significa. Se cuidó de endeudar a la provincia y contener los conflictos gremiales y sociales. Las obras que hizo salieron de la caja provincial y claro, son muchas menos que la de su antecesor.
A diferencia de Manzur, el ex gobernador Alperovich compite sin recurrir al acople. Es una jugada arriesgada pero advierte que “yo salgo a correr cuando sé que voy a ganar”, dice y aclara: “también puedo perder”. Confía en que existe una especie de ola silenciosa para ungirlo como nuevo gobernador.
Esta división debería favorecer a un tercero: la radical macrista y furiosa antiderechos Elías de Pérez. Pero ella tiene más de un problema. Posee un alto grado de desconocimiento pero sobre todo es la cara de Cambiemos en la provincia. Macri cuenta con una imagen negativa que ronda el 80 por ciento. Además, hay un candidato radical a gobernador, Ariel García, que tiene escasas chances pero cuyos votos la perjudicarán. También está Ricardo Bussi, que está convencido de que los votos de los macristas desencantados engrosaran su cuenta. Fuerza Republicana (FR), el partido que creó su padre, el genocida Antonio Bussi, supo nutrirse de radicales y todavía persiste la broma dentro del partido que dice que FR significa Fuimos Radicales.
Este escenario deja a Elías de Pérez bien lejos del primer puesto pero al mismo tiempo perjudica a la municipalidad de la capital donde Alfaro, un peronista devenido en macrista, ve peligrar su reelección. Esto le permitirá a Mario Leito, el candidato de Manzur, acercarse a un triunfo. Tal vez por eso la gente de Alfaro pergeñó un operativo que comenzó ayer y que incluye la entrega de votos donde a la oferta de Alfaro le sumaron la sección de gobernador y vice de Manzur-Osvaldo Jaldo. Es una artimaña que Alfaro encontró para colectar más votos que lo beneficien. En rigor, Manzur también es un beneficiado de esta maniobra por aquello de la ola que habla el alperovichismo.