PáginaI12 En México

Desde la Ciudad de México

La sociedad mexicana finalmente expresó su repudio a la administración de Donald Trump, a sus amenazas e insultos contra el país, y de paso cuestionó las agallas del presidente Enrique Peña Nieto para hacer frente diplomático a su homólogo, ante quien se ha mostrado errático y sumiso.

Pese a sus constantes llamados a la “unidad nacional”, Peña Nieto ha logrado fracturar a la sociedad mexicana al extremo de impedir un frente social amplio contra las agresiones de Trump.

Ayer, 18.000 personas marcharon apenas 2,9 kilómetros del Auditorio Nacional, frente al exclusivo barrio de Polanco, hasta el Ángel de la Independencia, a unos metros de la embajada de Estados Unidos. Ahí esperaron que dieran las 2 de la tarde, cantaron el Himno Nacional… y se fueron a buscar un buen lugar para comer. Las suspicacias en torno a la convocatoria a esta manifestación se reflejaron en redes sociales los días previos en torno al alcance de la protesta contra Trump. ¿Eso implica apoyar a Peña? La duda generalizada no fue gratuita, pues priístas se montaron en la urgencia de establecer un frente contra el rijoso presidente estadounidense para maquillar el hundimiento en picada de la aceptación de Peña Nieto, ya en 12%, contra el 50% que tenía al inicio de su administración. Esto inhibió la participación de mucha gente que se quedó con la percepción de una convocatoria artificial y manipulada.

Aun así, una parte de los carteles recogió las mismas expresiones contra la xenofobia fascista que representa Trump que el repudio a Peña Nieto. A final de cuentas, la convocatoria era también a “exigir el buen gobierno que merecemos”, una sutil forma de reprochar la falta de dignidad y firmeza de Peña Nieto frente a Trump. Sin embargo, las pocas consignas contra la tibieza diplomática de Peña y la corrupción, impunidad y sistemática violación de derechos humanos fue acallada por una mayoría de manifestantes de clase media alta y alta que pedían a los rijosos marchar “sin gritos”. Era la marcha de los empresarios, de sus ejecutivos y sus familias. La manifestación de los privilegiados.

La marcha en la capital del país convocada como “Vibra México”, bajo la consigna de ser “apartidista, pacífica y respetuosa”, fue replicada en al menos 15 estados del país, en las ciudades de Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Tampico, León, Irapuato, San Miguel de Allende, Morelia, Toluca, Puebla, Hermosillo, Coahuila, Saltillo, Mérida, Villahermosa, Pachuca, Colima y Tequisquiapan. Se anunciaron movilizaciones en Alemania y en  ciudades de EE.UU..

Entre los convocantes destacan organizaciones como Amnistía Internacional, Artículo 19 y el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), así como varias instituciones académicas como La Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Guadalajara, el Colegio de México, el Centro de Investigación y Docencia Económicas, el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Iberoamericana, entre un total de 79 organizaciones.

Inmediatamente después apareció otra convocatoria: “Mexicanos Unidos”, encabezada por Isabel Miranda de Wallace, una activista que ha vivido a la sombra de gobiernos panistas y priistas, llamando a marchar en apoyo a Peña Nieto, quien llama a esta mujer “mi ONG favorita”. Esta manifestación no reunió a más de 1.500 personas, que también llegaron al Ángel de la Independencia, pero fueron abucheadas por una parte de quienes ya habían llegado ahí bajo el manto de “Vibra México”

Así, mientras arrecian las redadas en contra de mexicanos en Estados Unidos y la deportación de migrantes indocumentados, el presidente Enrique Peña Nieto mantiene una postura timorata y la gente bien de la capital del país se insoló un par de horas, entre carteles escritos en inglés y sus aparatos electrónicos de última generación. 

Un mensaje en Facebook sintetizó la sensación que en muchos dejó esta marcha:“Aviso a los manifestantes: Los señores con casco se llaman antimotines, no son valet parking”.