En el inicio del año electoral, Mauricio Macri tiene un gran desafío que resolver: cómo ordenar el complejo escenario político para evitar una derrota en su histórico bastión, la Ciudad de Buenos Aires. Hace unas semanas, el embajador en Estados Unidos, Martín Lousteau, le planteó directamente al Presidente su voluntad de competir como candidato a diputado nacional dentro de Cambiemos y enfrentar al postulante que proponga el PRO. La respuesta fue que no aceptarían internas en la Ciudad, por lo que para poder replicar la alianza conformada a nivel nacional deberían ponerse de acuerdo en una lista de unidad. El PRO apuesta a que sea Elisa Carrió quien encabece la boleta y que, en todo caso, Lousteau acepte acompañarla o espere hasta el próximo turno. Esa solución, sin embargo, cuenta varios obstáculos. Por un lado, Carrió no definió si jugará en tierra bonaerense o porteña y por el otro, no se podrían satisfacer los cargos que pretenden todos los jugadores en una elección que, según sus propios cálculos, podría dejarles entre 6 y 7 diputados nacionales y 13 o 14 legisladores porteños. El plan B del macrismo, si Carrió no se postula y finalmente Lousteau compite por fuera del paraguas de Cambiemos, es postular a Diego Santilli, el actual vicejefe de Gobierno porteño.
La cantidad de variables que entran en juego en la elección porteña es casi inabarcable. Como primer punto, no está definido el cronograma. Hasta ahora, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, apunta a unificar las elecciones porteñas con las nacionales, aunque la decisión no está tomada. Con el argumento de no repetir la extenuante situación del 2015, cuando los porteños votaron seis veces en un año, Rodríguez Larreta podría aprovechar la simultáneidad para generar un efecto arrastre de arriba hacia abajo.
“Están todos esperando que mueva el otro”, explica un hombre que sigue al detalle las negociaciones. Pero “el otro” no sólo remite a los integrantes del oficialismo, ni a los dirigentes de la Capital Federal. Si Cristina Fernández decide presentarse de candidata a senadora por Buenos Aires, suben las chances de que Carrió busque enfrentarla para reposicionarse a nivel nacional. Ese escenario complicaría los planes del Rodríguez Larreta porque le deja libre el camino a Lousteau.
El embajador en Estados Unidos avisó que su objetivo es gobernar la Ciudad de Buenos Aires en 2019. Desde el PRO le habrían garantizado que podría competir para ese cargo dentro de Cambiemos, si acepta armar una lista de unidad en este turno. En la conformación de la boleta, al radicalismo le ofrecerían 3 legisladores porteños y 1 diputado nacional. “Nosotros vamos a una lista unificada si eso no significa la dilusión del radicalismo o un radicalismo en desventaja”. Esa respuesta tiene una traducción concreta: el 23 por ciento que sacó Lousteau en la primera vuelta de 2015, que a su vez significa 3 diputados nacionales y 6 legisladores porteños. La discusión parece empantanada.
Pero Lousteau tampoco tiene un escenario tan sencillo. Está apoyado por la UCR, pero podría correr el riesgo de quedar con ese único respaldo y que los demás integrantes de ECO terminen “seducidos” por el macrismo. La “hormiguita” Graciela Ocaña es una de las que los macristas cuentan más de su lado que del de ECO en caso de que no haya acuerdo. Hasta la Coalición Cívica también podría jugar con el PRO: “Lo de las listas lo van a cerrar Macri y Lilita. Ellos tienen la lapicera”, explica un hombre cercano a la chaqueña. Si bien no fue momento de definiciones, la semana pasada tuvieron una reunión los emisarios del PRO y la CC para preparar el terreno. Estuvieron presentes Fernándo Sánchez, Maximiliano Ferraro y Maricel Etchecoin Moro por la Coalición Cívica y JOsé Torello y Francisco Quintana por el PRO, entre otros.
Como si eso fuera poco, existe un sector del radicalismo porteño con ganas de convertirse en el ala disidente del partido y acercarse al macrismo para salir del lugar relegado en el que los dejó la aparición de Lousteau. La línea argumental de ese grupo es sencilla: “es tiempo de fortalecer Cambiemos en todo el país y no producir divisiones en base a ambiciones personales”.
De todas maneras, la conducción de la UCR porteña, con la eterna figura de Enrique “Coti” Nosiglia detrás, apuesta todas sus fichas al candidato estrella. Existen incluso quienes se entusiasman con llevar a Lousteau a recorrer el país y preparar el terreno para una candidatura presidencial. De paso, Nosiglia comienza a cobrarse unas cuentas pendientes con los dos hombres más fuertes de la UCR: el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales y el asesor presidencial Ernesto Sanz. Cuando ambos eran socios inseparables lograron hegemonizar la conducción del partido. Pero la alianza con el PRO los separó y el vínculo nunca volvió a ser cómo antes. Nosiglia siempre tuvo un enfrentamiento con Morales, mientras que a Sanz le reprocha no haber sido lo suficientemente “agradecido” cuando lo apoyó para llegar a presidir el Comité Nacional. Al ex senador por Mendoza, en cambio, siempre le molestó la injerencia que Nosiglia mantiene desde las sombras en los asuntos partidarios. La grieta que todavía no cerró entre Morales y Sanz podría ser el espacio por donde Nosiglia vuelva a recuperar un terreno perdido.