La inversión marcó en abril una contracción del 20,2 por ciento frente al mismo mes del año pasado. La medición elaborada por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala registra su doceava caída consecutiva interanual. Al ritmo del ajuste fiscal, las elevadas tasas de interés y la volatilidad cambiaria, el Indicador Mensual de la Inversión (IMI) acumuló una caída del 20,8 por ciento durante el primer cuatrimestre de 2019. La comparación mensual, por su parte, presentó un leve incremento del 1,5 por ciento contra marzo. El derrotero de la inversión no solo permite dimensionar la magnitud de la crisis sino que expone cómo el Fondo Monetario Internacional subestimó el impacto del programa de austeridad y reformas. El organismo multilateral estima que la inversión se desplomará 14,5 por ciento este año. La caída esperada es 590 por ciento más profunda que la prevista por el staff del FMI doce meses atrás.
"La inversión cae porque la actividad económica está por el piso, los costos financieros son muy elevados y las perspectivas no lucen bien. El problema de la caída en la inversión no es solo su efecto recesivo en el corto plazo, sino que incide de forma negativa sobre las posibilidades de crecimiento en el mediano plazo", indicó a este diario el investigador del ITE, Juan Cuattromo. La merma en la demanda interna y el endurecimiento de las condiciones financieras operan como una pinza sobre la inversión privada. La inversión en maquinaria y la construcción, los dos componentes del indicador, mostraron profundas caídas en abril (ver aparte). A ese combo se suma el recorte en la inversión pública implementado por el gobierno. "Para impulsar la inversión hay que dinamizar el crecimiento en un contexto de costos financieros razonables para sostener la viabilidad en la proyectos. Si bien cualquier proceso de inversión va a ser mayoritariamente impulsado por la actividad privada, esto no quita que el sector público tiene que jugar un rol, tanto en el financiamiento y desarrollo de proyectos propios como en la planificación y apoyo de iniciativas privadas", expresó el economista y ex director del Banco Central.
La Directora Gerente del FMI, Christine Lagarde, afirmó la semana pasada que el organismo multilateral subestimó la magnitud de la crisis argentina. "Es una situación económica increíblemente complicada que creo que muchos jugadores, incluidos nosotros mismos, subestimamos un poco cuando empezamos a tratar de armar con las autoridades un programa para abordar lo que había sido crítico con la economía, que era la posición fiscal, la posición de cuenta corriente", expresó la abogada francesa. Una revisión de los informes elaborados por el organismo multilateral evidencia que no solo "subestimó" la magnitud de la crisis sino que además minimizó el impacto del programa de ajuste fiscal y financiero.
Elaborado doce meses atrás, el diagnóstico inicial del FMI vaticinaba una leve caída de la inversión del 2,1 por ciento en 2019. El Staff Report explicaba que la implementación del programa de austeridad y reformas estructurales transformaría a la inversión en uno de los motores principales para la recuperación económica. "El avance en el abordaje de la corrupción fortalecerá el clima de negocios y construirá el respaldo público para las reformas. A medida que se afiance el compromiso del gobierno con los objetivos del programa, volverá la confianza del mercado, dando lugar a una progresiva reducción en la tasa de interés de corto plazo y un modesto rebote en el peso", expresaba el informe publicado apenas un año atrás.
El guion del Fondo no se cumplió y rápidamente se vio forzado a revisar sus proyecciones: de leve caída a desplome. En octubre el pronóstico del organismo marcaba una contracción de 9,5 por ciento y en diciembre elevó la cifra hasta 9,6 por ciento. La caída era 4,5 veces más pronunciada que la prevista al comenzar el programa. Pero el derrotero revisado para la inversión tampoco se mantuvo a pesar del compromiso argentino con el programa de ajuste y las concesiones del organismo en materia cambiaria. Así, en abril los técnicos realizaron un tercer ajuste. Desde entonces esperan una contracción del 14,5 por ciento en el año. La caída proyectada apenas dos meses atrás es 590 por ciento más profunda que la prevista al comenzar los desembolsos del préstamo.
"El FMI subestimó los impactos contractivos de su plan. El programa de ajuste es una de las razones que explica la magnitud de la caída en la inversión. El hecho de que sea hayan firmado dos acuerdos Stand-By en tan pocos meses, y que el último ya no tenga mucho sentido dados los cambios en el esquema de política monetaria y cambiaria, demuestran una clara responsabilidad del FMI en la magnitud de esta crisis", indicó Cuatrommo a Página/12.