Desde Tucumán
“Todos unidos triunfaremos”, parafraseó la marcha peronista Gustavo Bordet en su cuenta de Twitter una vez que confirmó su reelección en Entre Ríos. “Nos debemos a la unidad del peronismo, que tiene mucho para aportar. Y la tendencia es clara a nivel nacional”, aportó Juan Manzur al imponerse en Tucumán. Incluso los derrotados como José Alperovich y Carlos Linares –que perdió contra el massista Mariano Arcioni en Chubut– se sumaron a ese discurso. Todos, de acuerdo a su estilo, alientan que esa reunificación del movimiento nacional y popular, que incluye al elusivo Sergio Massa, se concrete alrededor de la fórmula que integran Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Especialistas en sondeos de opinión reconocen la existencia de una ola que se va corporizando con estos triunfos provinciales pero, advierten, debe expresarse con nitidez en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del próximo 27 de octubre.
Cada triunfo provincial del peronismo que se concreta en el atiborrado calendario electoral tiene un mensaje hacia el interior de cada distrito porque, de alguna manera, resuelve o aplaca diferencias. Al mismo tiempo, le aportan carnadura al proceso nacional que, en estas últimas jornadas, parece estar encaminándose. Ese mensaje también lo reciben en la Casa Rosada y en contados dirigentes que le pueden ofrecer a Mauricio Macri un triunfo.
Gerardo Morales, reelecto en Jujuy, parece haber entendido lo que está sucediendo de cara a los comicios de octubre. Si bien su triunfo es indudable también es cierto tuvo una caída en votos importante. Allá lejos quedó el 58 por ciento con el que accedió a la gobernación cuatro años atrás. El domingo pasado volvió a ganar pero por el 43,7 por ciento. En ese sentido, el radical reclamó modificar la estrategia electoral que Macri le compró a Jaime Durán Barba: “Me parece muy temeraria y arriesgada la estrategia duranbarbista de apostar todos los caballos a la segunda vuelta. Lo hicieron en 2015 y en esa elección no ganó esa estrategia sino que perdió el kirchnerismo. Por eso vuelvo a la convención radical de Gualeguaychú: había que hacer el frente más amplio posible”, dijo (ver página 7). Sin quererlo, el mandatario jujeño coincidió con la lectura que realizan dirigentes del peronismo e incluso aquellos encuestadores que suelen trabajar para el PJ, que afirman que si bien hay una “ola” que va creciendo por los triunfos en las provincias aún así es importante garantizar el triunfo en primera vuelta.
Ayer, Manzur, que consiguió su reelección con poco más del 50 por ciento de los votos, señaló que “hay una tendencia clara que expresan los triunfos del PJ y es que el peronismo va a volver gobernar el país”. Es más, escribió en Twitter que “con el apoyo del pueblo tucumano y con la fuerza del #PeronismoUnido hoy enviamos un mensaje a todo el país. Tucumán consolida la esperanza de otra Argentina” y le entregó su reelección a les Fernández como un anticipo de lo que ocurrirá en octubre. El tucumano se mostró exultante porque considera que reafirmó su condición de líder del peronismo tucumano al superar ampliamente a su ex aliado José Alperovich, que cosechó un magro 10 por ciento de las voluntades. Sin embargo, en la política la necesidad siempre tiene cara de hereje y esos 100 mil votos que cosechó Alperovich serán necesarios para las presidenciales. El ex gobernador no ignora esa situación y a través de un hilo de tuits felicitó primero a Manzur pero también advirtió que “ahora empieza un nuevo desafío electoral. Todos juntos a conseguir la victoria” de Alberto Fernández y CFK. La comunicación se pareció mucho a un puente de plata que le ofreció a su ex aliado. Es probable que la fórmula del peronismo tenga que mediar entre ambos por el bien del resultado electoral. Un hecho que incomodará a Manzur que quiere concentrarse en su condición de nexo entre Alberto Fernández y los gobernadores peronistas. Un rol que encarnó el pasado 18 de mayo cuando a poco de anunciarse la fórmula Fernández-Fernández recorrió el espinel de los mandatarios provinciales para que sumen su respaldo al binomio. Ese gesto es el que suele destacar Fernández cuando lo consultan sobre su vínculo con Manzur.
El holgado triunfo de Bordet se debe tanto a su gestión como a la unidad que consiguió con los referentes kirchneristas de Entre Ríos. Ese acuerdo se anudó en la provincia pero también en reuniones entre Bordet y Cristina Kirchner. El gobernador reelecto no descuidó ese costado al celebrar su triunfo pero no con la vehemencia de Manzur. Bordet cultiva un perfil más moderado hasta en las expresiones públicas y como tal dijo que “hicimos un gran frente en base a consensos y entendemos que debe darse también en el ámbito nacional que, más allá de los nombres propios, nos permita salir de un esquema que prioriza la especulación financiera para ir hacia otro que aliente el empleo y el desarrollo”.
En rigor, Bordet, Manzur e incluso el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, no se definen como kirchneristas o cristinistas. Si bien no ignoran la importancia y el peso político-electoral de CFK, la presencia de Alberto Fernández les permitió sumarse al proceso de unidad sin tanto prurito. Aquello de responder al liderazgo de una mujer todavía es parte de un proceso que no está terminado.
En tanto, el escurridizo Sergio Massa tampoco escapa a este desafío y mientras alarga la realización del café prometido a Alberto Fernández aprovechó el triunfo del gobernador de Chubut, Mariano Arcioni, para afirmar que “no hay mensaje más claro que decirle a los argentinos que ganó un dirigente que cree en la unidad”. El chubutense surge de una alianza de partidos vecinales y provinciales de raíz peronista y que logró imponerse al Frente Patriótico de Carlos Linares que adhiere al kirchnerismo. Es el único gobernador que Massa tiene para mostrar como propio o cercano pero que le sirve a la hora de la negociación por la tan mentada unidad. Esa que permita hacer realidad aquello de “todos unidos triunfaremos”.