“Son esos estrenos soñados”, afirma Leonardo Nápoli, al momento de intentar ponerle palabras apropiadas al primer acto de 1919 Armonía Inconclusa. La obra es un musical histórico –mitad ficción, mitad no tanto– que acaba de ser estrenado en Hasta Trilce, y que repetirá hoy a las 21 en la hermosa sala de Maza al 100. A la vez, la puesta trae la Semana Trágica de 1919 al fango del presente, mediante un recurso originado en la imaginación de sus hacedores: un encuentro entre Leopoldo Marechal, Osvaldo Pugliese y Paquita Bernardo, durante aquella triste noche de enero. “Sí, un encuentro soñado –insiste Nápoli–. Con María siempre fantaseamos con el estreno como cuando se espera un hijo o una hija. Pero superó nuestras expectativas, porque arriba del escenario están los actores, los bailarines, los que ponen el cuerpo y dan sentido a este relato. Cuando terminó la obra y el público aplaudió de pie, pensamos que los muertos de la Semana Trágica podían descansar en paz, porque un grupo de jóvenes, cien años después, los trajo al presente de la mano de una poética dramática y emocionalmente potente”.
Lo que hace el director, además de intentar tentar con la obra, es presentar a María Pardo, la autora. Y a quienes corporizaron la fantasía: Rocío Araujo (Paquita a los 19 años); Franco Araujo (Pugliese a los 14); Rubén Santagada (Pugliese a los 80) y el “Bocha” Fernández (Marechal a los 18). “El encuentro entre los tres personajes empezó a configurarse cuando integramos los dos temas que queríamos contar”. Por un lado, traer al presente a Paquita, la joven obrera de una fábrica de medias y artista, creadora musical, bandoneonista, y directora de su orquesta; una mujer que trabajaba en el tango y tocaba el bandoneón con faldas en contextos complejos para la época. Quería compartir la historia de ella”, detalla Pardo. “Y, por otro lado, Leonardo preparaba una obra sobre la semana trágica, un acontecimiento ocultado en la historia cuyas consecuencias están aún vigentes”.
Pasado, vigencia y presente configuran entonces la dinámica temporal de una obra que fantasea a Marechal, Pugliese y Paquita cruzándose en las calles de aquella Buenos Aires, cuyas balas de terror azul acabarían con la vida de más de mil obreros. La empiria ayuda porque el autor de Megafón o la guerra y Paquita, compartían año de nacimiento (1900); y el pianista, tenía apenas cinco años menos que ambos. Además, Marechal efectivamente marchó con aquellos obreros desde los talleres Vasena hasta Chacarita, mientras Paquita se reunía con jóvenes escritores en Villa Crespo, amigos del luego poeta depuesto. “Si bien es un encuentro de ficción entre los tres, el contexto de la Semana Trágica los une por el barrio y nosotros imaginamos que también por las ideas vinculadas con los derechos sociales y laborales”, dice el director. “Además, son tres personas que vivieron el arte como un desafío en un contexto socio histórico en transformación”, agrega Pardo.
–¿Cómo trabajaron la obra a partir de decidir su objeto?
Leonardo Nápoli: –Luego de pensar en los personajes y sus historias de vida, comenzamos con la estructura dramática de la misma manera que lo hicimos con Homero, el color de la sudestada, obra sobre Manzi en la que también compartimos la autoría de los textos con María. La segunda decisión crucial fue trabajar con artistas jóvenes, porque lo eran los personajes históricos en los momentos narrados. Y también con la música de Oscar Laiguera y la coreo de Margarita Fernández.
–¿Por qué la Semana Trágica, hoy, además de la contundencia del aniversario?
María Pardo: –Porque aún tiene dimensiones que abordar y contar, y que se han repetido en nuestra historia. En este sentido, podría hablar del apoyo político al empresario metalúrgico Vasena, de los 1300 trabajadores asesinados por el Estado, del trabajo esclavo y el trabajo infantil, de los abusos y la violencia contra las mujeres. En fin, la obra musical es un intento de contar la tragedia, e invita a pensar la historia con sus tensiones, causalidades, recurrencias y tonalidades, todo esto como una “armonía inconclusa”. Un simbolismo que alude a decir, a interpelar los hechos que se han repetido en el presente y que tiene a la clase trabajadora en resistencia y construcción.