ASESINATO POR EQUIVOCACIÓN
Por Horacio Cecchi "Estamos destrozados, no tenemos palabras que decir." En la casa Corbetto, en Quilmes Este, sólo queda el silencio. Ayer, pasadas las 3 de la mañana, Luis Angel Corbetto, jubilado municipal de 66 años, escuchó ruidos extraños en la entrada de su vivienda, tomó un arma que guardaba como defensa y disparó contra una sombra. Cuando la sombra tuvo nombre y apellido se desató el drama: Roberto Claudio Corbetto, hijo del dueño de casa, agonizante, no alcanzó a llegar con vida al hospital. Como parte de la instrucción, la policía detuvo al padre filicida e incautó el arma --un revólver calibre 22--, pero quedaron sueltas las causas: la psicosis por la inseguridad que lleva a valorizar los bienes por encima de la vida. Poco después de las 3 de la mañana, Corbetto padre escuchó ruidos dentro de su casa. "Estaba asustado porque ya habían entrado a robar dos o tres veces. El arma la tenía hace mucho, para defenderse", comentó a este diario Stella Maris, una de las hijas del matrimonio, con la voz entrecortada. Los investigadores explicaron que "dos tipos habían estado rondando por el frente y, cuando escuchó el barullo, Corbetto creyó que se habían colado encañonando a su hijo, que acostumbraba volver tarde". El jubilado, que se encontraba durmiendo, se despertó, tomó la 22 y se dirigió hacia la única entrada de la casa. En penumbras, sin preguntar ni dar aviso, disparó al bulto. Sólo cuando encendió la luz tomó conciencia de lo que había hecho: los asaltantes sólo habían existido en su imaginación, mientras que el menor de sus cuatro hijos, Roberto Claudio, boqueaba en el piso, herido. "¿Qué hiciste, qué hiciste?", gritó Laura Blanca Maggi, de 59 años, esposa de Luis Angel Corbetto y madre de Roberto, presa de una crisis de nervios, después de escuchar el disparo y descubrir a su marido con el arma en la mano y a su hijo agonizante. Una ambulancia trasladó de urgencia al herido hasta un hospital de Quilmes, pero llegó sin vida. El dueño de casa y del arma se presentó en la Comisaría 1ª, donde relató el hecho y quedó detenido. También declaró su esposa, ofreciendo una versión coincidente con la de su marido. Luego, Corbetto fue trasladado a la Comisaría 3ª, donde quedó a disposición del juez Oscar Alberto Hergott, titular del Juzgado en lo Correccional y Criminal 7 de Quilmes, quien tiene previsto indagarlo el próximo lunes. De todas formas, anticipadamente, el juez tendió un manto piadoso opinando que "lo ocurrido es una prueba más del estado de absoluta indefensión que sufren los ciudadanos bonaerenses". Inmediatamente, y casi en una versión simulcop, el comisario Dante Villanueva describió al periodismo la situación emocional por la que pasa el detenido: "Imagínense, mató a su propio hijo". Pese al comentario de una de las hijas, Villanueva no tenía registro de robos sufridos por los Corbetto. También es posible que no hubieran realizado la denuncia. En ese caso, la tranquilidad vendría con un arma. La historia vivida por los Corbetto reabre un debate, cuyo final parece muy lejano: la población armada por inseguridad. "Podemos terminar como en el far west --dijo a Página/12 Enrique Mathov, secretario de Gobierno porteño, que monitorea el traspaso de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires--. Hay que alentar el desarme voluntario de la sociedad, pero todavía no es posible proponer una medida de ese tipo. Primero hay que tener una política de seguridad diferente, con un sistema preventivo y después buscar apoyatura social. Hoy todos se llenan la boca con el ejemplo de la policía neoyorquina, pero nadie habla de que allá un policía, además, ayuda a un par de jubilados a tomarse un taxi o a una mujer embarazada a cruzar la calle." Para el abogado penalista Daniel Stragá "la psicosis del armamentismo es consecuencia de la apología del justiciero que se viene llevando adelante desde hace tiempo. Estos no dejan de ser casos de gatillo fácil que terminan volviéndose contra sí mismos. En este ocasión, fue el hijo, como podría haber sido cualquier otro, no importa. Hay una psicosis de que la gente se tiene que armar porque sus propiedades son más importantes, más queribles que la vida humana. Este caso particular, en mi opinión, no es otra cosa que un homicidio agravado por el vínculo".
UN CASO EN PUNTA DEL ESTE Un caso semejante al vivido por la familia Corbetto ocurrió el 1º de enero del '97 en Punta del Este, y tuvo gran trascendencia pública porque la víctima resultó ser José Luis Ricciardi, de 15 años y nieto del dueño de la famosa joyería. El responsable de su muerte fue el coronel retirado Norberto González, de 58 años y pareja de María Cristina de la Arena, abuela del joven asesinado de un disparo en la cabeza. Ese día, González regresó a su casa en el barrio San Rafael, de la ciudad uruguaya a las 2.50 del Año Nuevo. En la ventana divisó una sombra, tomó un revólver calibre 38 y disparó. José Luis Ricciardi, que había regresado imprevistamente temprano, murió en el acto. González sigue detenido en Maldonado acusado de homicidio simple. |