LA GENERACIÓN DEL ETERNO ZAPPING
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Mirar televisión se ha convertido, definitivamente, en la actividad preferida de los chicos. Al menos, los que cursan sexto y séptimo grado pasan en promedio cuatro horas diarias frente a la pantalla de TV, incluso los fines de semana, lo que representa, al final de cada mes, más tiempo del que permanecen en la escuela, de acuerdo con una encuesta realizada en escuelas públicas de todo el país. Los libros, mientras tanto, vienen perdiendo la batalla con los medios audiovisuales de manera estrepitosa: sólo un 10 por ciento de los consultados se amargaría por la desaparición de su biblioteca. Además, escuchar música en una FM supera con creces a la lectura de comics, y el interés por jugar con un videogame es muy superior a leer diarios y revistas. El estudio revela que la mitad de los chicos de esos cursos --que en su mayoría, entre 11 y 13 años de edad-- tiene radio y televisión en sus habitaciones, pero menos del 40 por ciento cuenta con una biblioteca en el cuarto. La encuesta involucró a 3610 chicos de dieciséis provincias y la ciudad de Buenos Aires, y fue impulsada por la Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina (ADIRA), en el marco del programa "El diario en la escuela", dirigido por Roxana Morduchowicz. Las películas son el género televisivo que más disfrutan los chicos de ambos sexos. Luego les siguen, en preferencia, las telenovelas y los programas musicales, para las chicas, y los deportivos y series de acción para los varones. Tanto unos como otros usan con insistencia el control remoto: el 65 por ciento cambia de canal varias veces antes de decidir lo que va a ver, mientras que otro 65 por ciento vuelve a cambiar, para ver lo que dan en otro canal, una vez seleccionado el programa. En la mayoría de los casos (75 por ciento) la TV está apagada a la mañana temprano, cuando los chicos se levantan. Sin embargo, cuando regresan de la escuela, el aparato está encendido en el 60 por ciento de los casos. La mitad de los consultados dijo que en su casa se apaga cuando él se va a dormir. Ese horario, en días de semana, oscila entre las 23 y las 24. El trabajo, titulado "Los consumos culturales de los chicos de 11 y 12 años en la Argentina hoy", revela además el escaso contacto que los chicos de este sector tienen con la informática. La mitad de los encuestados dijo que no sabe lo que es Internet ni un CD rom; el 65 por ciento nunca vio usar esa tecnología y el 55 por ciento no usa "casi nunca" la computadora en la escuela. Además, sólo el 33 por ciento de los consultados hace un uso semanal de la PC en el colegio. Tanto desapego con la informática también está relacionado con el acceso a la computadora en su propia casa: casi el 65 por ciento no tiene una PC en su hogar. Pese a ese desconocimiento sobre las nuevas tecnologías, los chicos tienen mucho interés en acceder a una computadora: la mayoría (el 65 por ciento) la eligió como el regalo preferido para su próximo cumpleaños. Le siguieron en orden de preferencia --otra vez-- el televisor (el 40 por ciento), un videogame y un teléfono (el 27 por ciento) y, por último, el libro, que fue elegido apenas por el 19 por ciento. Este deseo por la PC se manifiesta también en el interés que tienen por saber más de computación: la gran mayoría (el 87 por ciento) asegura que le interesa aprender más y coincide en que la escuela debería enseñar más esa asignatura. La TV ha invadido la vida de los chicos, al punto de convertirse en el principal tema de conversación en el diálogo con sus amigos: junto con la música, fue elegida por el 85 por ciento de los encuestados. En casa pasa lo mismo: en las charlas con los padres, la TV también ocupa el primer lugar como tema de conversación, en el 75 por ciento de los casos. Sin embargo, el segundo tema de diálogo (73 por ciento) es "lo que pasa en el país y en el mundo". Mirar la tele les demanda en promedio unas cuatro horas diarias. A la lectura de libros o revistas, la mayoría dice dedicarle media hora. A las historietas y al diario, sólo unos minutos. Mirar un video lleva entre una y dos horas, lo mismo que escuchar música. Casi el ciento por ciento de los chicos ve televisión cuando no están en la escuela. El 80 por ciento escucha música todos los días, mientras que el tercer lugar de su preferencia lo ocupa escuchar radio, especialmente frecuencia modulada. Un 20 por ciento de los consultados suele ver videos una vez por semana y otro tanto, una vez por mes. En relación con la lectura, los chicos dicen que leen algún libro o revista una o dos veces por semana; no suelen leer historietas, excepto las tiras cómicas de los diarios, que ven una vez por semana. El 10 por ciento juega con videogames una vez cada siete días, mientras que el 30 por ciento no utiliza este tipo de juegos. Finalmente, el 56 por ciento de dijo que nunca utiliza la computadora, mientras que un 13 por ciento afirmó que sólo la utiliza una vez por semana.
Por María Silvia Pérez --¿Cuáles son los pecados de la televisión? --Su papel es terrorífico y hace daño. Produce el video-niño que está menos preparado que las personas maduras de los viejos tiempos. La TV sustituye la palabra por la imagen que tiene que ser sugerente y no permite ni produce el pensamiento. Cuando se lee un diario, por ejemplo, se sabe que la información ofrecida allí tiene tendencias políticas, se puede pensar sobre si son de izquierda o de derecha. Pero si las noticias son ofrecidas por la televisión, el público está convencido de que son absolutamente objetivas. "Salió en televisión", dice la gente para dar por cierto algo. La gente cree que todo lo que se ve es cierto y eso forma parte del ambiente perverso que crea este medio. --¿Toda la televisión es perversa? --Un buen modelo a seguir es la BBC de Londres, pero también es un modelo en dificultades, como todo lo que es bueno. Está en un mundo dominado por el rating, un mundo en que la televisión crea opinión más que informa. --¿En qué medida que la televisión cree opinión es peligroso? --Crear opinión es peligroso en sí. Pero no crear nada también es un daño. Yo estudio cuáles son los instrumentos para crear una opinión relativamente libre e informada. Para mí, en este tema se trata de que haya un mal menor, o sea una opinión informada frente a lo que puede ser un desierto total. Trato de estudiar los problemas importantes y fundamentales para la gestión de sociedades libres, como pueden ser los distintos pasos del proceso de formación de la opinión pública y hago prevención afirmando que se está creando una información insuficiente. Es decir, una desinformación que pasa por información y que por lo tanto resulta muy peligrosa para una sociedad. --¿Cómo son los video-niños? --El punto primordial es que estos niños no leen. El niño empieza a mirar la TV antes de aprender a leer y a escribir. A los tres años, todo niño es como una esponja y si el primer contacto que tienen con el mundo es lo que ven a través de una pantalla, entonces sus relaciones con este mundo serán un cosmos reducido a todo lo que sea visible. Si se percibe el exterior de esta manera, o sea que "existe porque lo veo", se destruye la capacidad de abstracción y por lo tanto de pensamiento. --¿Cuáles son las consecuencias de este tipo de formación? --El niño forjado por la TV se queda en el mundo sensible y en las cosas que se sienten, pero no puede ingresar al mundo inteligente, de las cosas que se entienden. El problema se plantea en términos de conceptos abstractos y doy ejemplos: la Constitución, el derecho y la igualdad no los vemos, pero los entendemos. Por lo tanto el video-niño como ha recibido esta impresión no entiende los conceptos abstractos y no le interesan, produciéndose la destrucción del homo-sapiens a nivel de masas. --Usted responsabiliza a los padres por estos niños-versión posmoderna. --Absolutamente. El niño es inocente pero sufre el daño que le hacen los padres dejándolo frente a la TV muchas horas. Uno de los propósitos de este libro es concientizar a los padres de este abandono. Por eso predico con el ejemplo: durante diez años eliminé la TV en mi casa y ahora tengo una hija que lee. Cuando volví a mirar TV tuve una mirada fresca y pude escribir este libro. --¿Y qué pasa con la escuela? --La escuela apoya este proceso de degradación cultural por motivos
independientes. La escuela lo que hace es destruir la cultura. He sido un militante
estudiantil durante las revueltas del '68 y el '69, por lo tanto hoy puedo aseverar que
esos movimientos destruyeron la cultura porque se sepultó el pasado considerándolo como
malo. En el Mayo francés se pregonó una nueva manera de crear poder a través de la
imaginación y eso a mí no me convenció nunca. En definitiva, la misión principal del
hombre es la de transmitir cultura, cosa que no ha ocurrido. La escuela baja su nivel
frente a la TV porque los maestros que están en ella provienen de la generación de la TV
y no tienen una formación completa.
"Hay que orientarlos" Emilio Tenti Fanfani (sociólogo, investigador del
Conicet): "Con la irrupción de las nuevas tecnologías, una tercera pata interviene
en la construcción de la subjetividad, además de la familia y la escuela: los medios de
comunicación, que cambian el concepto de la infancia. Ya no es sólo una cuestión
cronológica o biológica. El problema es que las tres patas no siguen un mismo compás y
la constitución de la subjetividad queda librada al azar. Los chicos tienen acceso a una
información no dosificada y pasan horas frente a la tele, solos, sin el acompañamiento
de los adultos. Entonces hay que alertar a la familia, concientizar del impacto que genera
en los chicos y, fundamentalmente, interesarse por los programas que vieron y conversar
con ellos sobre el tema. Lo preocupante no es que vean televisión, sino con qué criterio
lo hacen. No sirve prohibir lisa y llanamente la televisión, hay que orientar, guiar y
dar criterios de percepción y aprendizaje al chico. Pero como la información circula por
todos lados, cuando se cometen excesos los propios productores de los medios son los que
deberían establecer límites y códigos en forma autónoma. Creo que no hay un efecto
directo entre la violencia que se muestra y la que existe en la sociedad. Ambas ejercen
efectos recíprocos, pero recargar o exacerbar a los medios de violencia puede tener un
impacto sobre la violencia real. No se trata de un invento de los medios, ni los medios
son totalmente inocentes". "No es cierto que atonte" Graciela Peyrú (médica psiquiatra, autora de ¿Papá, puedo
mirar la tele?): "No es cierto que la televisión atonte a los chicos. Aumenta
el conocimiento de los grupos humanos y sus culturas y la capacidad de percibir los
conflictos y la información. Como televidentes entrenados, a los 11 años los chicos ya
pueden decodificar los complejos códigos de la televisión. Sin embargo, también es
cierto que interfiere en el aprendizaje de la lectoescritura, en el desarrollo de las
habilidades relacionales y da una visión más hostil de lo que el mundo realmente es. A
los 12 años el chico se ha convertido en un 'televidente pesado', que supera las cuatro
horas de exposición frente a la pantalla y está muy interesado en aprender los tipos de
conflictos humanos y sociales que se le empiezan a presentar. Y a través de estos
programas está aprendiendo cómo resolverlos. Los expertos recomiendan pautar el número
de horas, idealmente a dos por día, que los chicos elijan previamente el programa y que
los padres hayan visto al menos un episodio completo de ese programa. También que
prohíban el zapping".
"Lo malo es la calidad" Adriana Puiggrós (doctora en Pedagogía, diputada de la Alianza por el
Frepaso): "Me parece que es errado horrorizarse porque los chicos miran televisión.
El problema no es que lo hagan, sino que existe un monopolio televisivo cada vez más
concentrado que difunde programas de bajísima calidad. Creo que la televisión puede
cumplir una función educativa muy importante y tenemos ejemplos con el Discovery Channel,
los Simpsons o Plaza Sésamo. Hay un problema en el tipo de valores con que se producen
los contenidos de los programas, donde producciones violentas, mediocres, híper realistas
muestran la vida cotidiana sin dar lugar a la fantasía y la imaginación. En el borde de
la televisión interactiva puede ser una herramienta de enorme ayuda para aprender en
forma más sistemática y acompañar la acción de la escuela, promoviendo que los
maestros sean 'directores de orquesta'. Los adultos debemos llenar de contenidos
humanísticos y científicos a la tecnología, implicarnos colectivamente y generar
valores diferentes a partir de criterios que ayuden a los chicos a encontrar programas
atractivos. Pero la comunicación también es un problema de Estado y la cuestión de
fondo que aparece es que para lograrlo los padres tienen que trabajar menos y ganar más.
En definitiva, la culpa no la tiene la tele sino esta sociedad donde nadie se hace cargo
de los chicos y los convierten en víctimas del mensaje, sólo les ponen una pantalla que
pretende hipnotizarlos". "No es chivo expiatorio" Adriana Zaffaroni (socióloga, docente de la carrera de Ciencias
de la Educación de la UBA): "No podemos buscar un chivo expiatorio para todos los
males de la sociedad en la cantidad de televisión que consumen los chicos. Para los
'colgados culturales', esos sectores que no acceden a los bienes culturales, la
televisión es un medio de socialización que de otro modo no tendrían y una forma de
estar conectados con las nuevas tecnologías. La cuestión, entonces, es generar espacios
más allá de la escuela donde los jóvenes puedan ser protagonistas de sus proyectos y se
acerquen a otro tipo de ofertas donde expongan el cuerpo, se comprometan y canalicen las
energías que la sociedad les niega. Creo que más que reproducir las imágenes de la
sociedad adulta, es la sociedad adulta la que está dando mensajes violentos. Hay
violencia en los salarios que no alcanzan y en la falta de transparencia política. Pero
lo fundamental es desarrollar un sentido crítico en los chicos, filtrar los mensajes que
reciben con criterios propios". |