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Por Pablo Vignone "No cometí un solo error, cumplí con lo que me pidieron; el abandono no fue por mi culpa. Anduve al ritmo máximo sin hacer macanas. Eso sí, espero que en Argentina no se rompa nada". Esteban Tuero arribó ayer desde San Pablo, donde el domingo sufrió la segunda rotura consecutiva de su Minardi-Ford en el Mundial de Fórmula 1, para participar hoy del lanzamiento del Gran Premio de la República Argentina, una carrera que lo ilusiona. De eso habló todo el fin de semana en Interlagos con Página/12: --Como carrera, Brasil me gustó menos que Australia, pero ni yo sé por qué. No podía pelear los puestos a los de adelante. --Ahora puede venir la revancha en Buenos Aires. ¿Cuál es la expectativa? --Tengo muchas ganas de que llegue la carrera de Argentina. Me muero por correrla. Espero que no se rompa nada... Sé que habrá una ansiedad general, pero es como la mía por andar en esa pista, delante del público. ¿Sabés lo que significa para mí correr Fórmula 1 en un autódromo que conocí cuando tenía un año? Voy a tratar de ganarles a todos mis rivales directos. --Seguramente no serán los McLaren, ni Villeneuve o Schumacher... --Sería absurdo pensar eso. Ellos tienen 26 y 29 años, cuatro o cinco años de F-1, y yo recién empiezo. No, los equipos a los que podemos ganarles son Tyrrell y Arrows. Para apuntar a Stewart, habría que pegar un salto... -¿Estás enterado de que el Presidente de la Nación va a ver la carrera en el palco oficial con unos auriculares con los cuales escuchar la comunicación que el equipo mantenga con vos desde los boxes? --Sí. Y bueno... --se encoge de hombros. --¿Dos abandonos seguidos antes de Buenos Aires no crean una presión adicional? --No. Si alguno de esos abandonos hubiera sido mi culpa, quizás... --Estas dos carreras en F-1 cuando todavía no tenés 20 años, ¿te hicieron crecer de alguna manera? --No puedo decir que soy más maduro, pero siento que en cada carrera aprendo algo nuevo, algo distinto. La Fórmula 1 es una experiencia muy fuerte, y más para un pibe como yo. --En setiembre, cuando asomaba esta posibilidad, afirmaste que "la F-1 es una picadora de carne". ¿Lo seguís pensando? --Sí, claro, si no servís te bajan del auto. Por suerte los 2000 kilómetros de pruebas que hice sirvieron para que pudiera demostrar lo que soy, que puedo estar dentro de este circo. --Y corriendo con un Minardi, un equipo en el cual no puede haber exigencias de resultados, ya que hace dos años que no sacan un punto... --La verdad es que, aun aquí, yo hago todo lo posible para ganar. Mi mentalidad no cambia. A mi auto le exijo siempre todo lo que puedo, pero eso lo hacen todos los pilotos, sin importar en qué auto corran. Pero, por otro lado, no sufrir esas presiones me quita responsabilidad y me da tranquilidad para hacer lo que sé. --De estas dos carreras, ¿cuál fue la experiencia más fuerte que viviste? --En Australia seguí durante varias vueltas al Sauber de Jean Alesi. Y no se me escapaba mucho. Entonces me acordé de aquella vez que Alesi, con un Tyrrell, le peleó una carrera a Ayrton Senna en Phoenix... --...Eso fue en 1990. --Sí, yo tenía 11 años y la vi por TV. De pronto, estaba persiguiendo a ese mismo tipo arriba de un coche de Fórmula 1. Comprender eso fue una sensación muy especial.
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