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La buena relación que afirman tener Roque Fernández y Antonio Erman González tuvo ayer un cortocircuito a raíz del proyecto de reforma laboral. El cruce tuvo como marco la llegada de la misión del Fondo Monetario Internacional. Para el titular de Economía, "la duda que tenemos" respecto de las conversaciones que se mantendrán con los funcionarios del organismo pasan por esa iniciativa. "La última vez que estuve en Washington dijeron que, si la reforma es lo que se vio en los diarios, no es un avance", advirtió el ministro, trasladando a los visitantes los cuestionamientos que su cartera no pudo imponer, ante la bendición que Carlos Menem le dio al proyecto. González retrucó que la propuesta, consensuada con la CGT, será discutida con el FMI "en términos civilizados y también de respeto a nuestra soberanía". "Me llama la atención esa gente que dice: ya viene el Fondo y van a ver lo que va a pasar", redobló la apuesta el jefe de Trabajo, y envió un mensaje velado a su par de Economía. "A mí ya me tocó negociar con el FMI, y en condiciones más adversas para la economía argentina", recordó Erman. Señaló que cuando ocupó el despacho que ahora alberga a Roque "tuve que renegociar toda la deuda externa e iba con una mochila de 8 mil millones de dólares de atraso en el pago de intereses, que no se cumplían desde 1987". Por otra parte, el ministro señaló que la reforma laboral no alejará a los inversores extranjeros, uno de los argumentos esgrimidos por los empresarios. "Nos preguntan si acaso esta legislación puede llegar a asustar a algunos inversores y la respuesta es contundente: no hay tales rigideces o bloqueos; el diálogo se puede realizar perfectamente en la medida que cada uno respete al otro en sus derechos y asuma sus responsabilidades". En el cruce de declaraciones entre las carteras de Trabajo y Economía, fue el secretario de Hacienda, Pablo Guidotti, quien utilizó los términos más pesados. "El mismo Ministerio de Trabajo no considera que esta reforma vaya a tener un impacto importante sobre el nivel de empleo", aseguró. Y sostuvo que en Hacienda "hubiésemos querido una reforma más profunda". Roque, que acostumbra dejar a sus alfiles que afirmen lo que él mismo piensa pero dice con más cautela, se mantuvo ayer en la posición que asumió luego de que Menem se inclinó en favor de Erman. El proyecto "es un paso adelante", en especial por la caída de los costos indemnizatorios. "Otros temas no se tocan y quedan para más adelante, como la libre competencia entre las obras sociales y las prepagas, que daría mucha más eficiencia al sector", expresó. Con la misma lógica que atribuyó a los delegados del FMI las "dudas" por la reforma, Roque dio cabida al argumento de los empresarios que advierten por la eliminación de los contratos promovidos de trabajo. Cuando se le preguntó si esa medida entraña el peligro de que los trabajadores pasen a revistar "en negro" o queden desempleados, reconoció que "ése es un problema" y "el riesgo existe". No obstante, el ministro reconoció que ese método de contratación tiene "sus pro y sus contras", porque "por una parte, da flexibilidad pero, por otro lado, se prestó a ciertos abusos" de los empresarios. La reforma laboral estará esta semana en el centro de la escena por las conversaciones que, tanto los ministros de Trabajo y Economía, como el Grupo de los Ocho y la CGT mantendrán con los delegados del FMI. Anticipándose a ese momento, Erman señaló que "el Fondo Monetario no es un cuco ni un fantasma que viene con un látigo". Roque, en cambio, dijo "vamos a ver" qué opinan.
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