UNA JUEZA DESESTIMO LA DEMANDA POR ACOSO SEXUAL CLINTON GANÓ POR COJONES
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Bill Clinton no ganó la guerra, pero sí una de sus principales batallas: la jueza federal Susan Webber Wright desestimó ayer la demanda por acoso sexual de Paula Jones contra el presidente norteamericano porque "había fracasado en probar que había un caso suficientemente serio para ser sometido a un jurado". El caso no está cerrado, según el fiscal independiente Kenneth Starr, porque la decisión "no tiene efecto sobre nuestra autoridad, y continuaremos trabajando para completar la investigación", en referencia a la continuación del caso de Monica Lewinsky. Los abogados de Jones ya anunciaron que están considerando "seriamente" apelar la decisión de la jueza. Desde Dakar, el vocero presidencial, Mike McCurry, dijo ayer que Clinton pensó en un primer momento que se trataba de una broma --porque el 1º de abril es en EE.UU. y en algunos países europeos el Día de los Inocentes-- y que luego se alegró de una "reivindicación por la que había esperado tanto tiempo". "Aunque la supuesta conducta del gobernador, si es verdadera, puede ser ciertamente grosera y ofensiva, incluso la lectura bondadosa de los documentos en este caso no logra revelar una base para un reclamo de asalto sexual criminal", escribió la jueza Webber Wright. Los analistas están sorprendidos por el hecho de que la jueza haya descartado la demanda en su totalidad: aun cuando Jones no haya demostrado que el rechazo del pedido de sexo oral --supuestamente formulado por el entonces gobernador de Arkansas-- perjudicó su carrera laboral, se esperaba que, al menos, siguiera el proceso por ultraje. "Estamos decepcionados", declaró ayer uno de los abogados de Paula Jones, John Whitehead, pero reconoció que "cuando uno entabla un proceso contra el hombre más poderoso del mundo, uno ya sabe que va a ser difícil". Del otro lado, como si fueran los cómputos de una elección o el final de un partido de fútbol, las voces triunfantes. "La decisión habla por sí misma", dijo ayer el abogado de Clinton, Robert Bennett. "Es un día formidable", agregó otro de los abogados, Jim Kennedy, un tanto más eufórico. A lo largo de todo el proceso, en especial cuando estalló el escándalo de la pasante de la Casa Blanca Monica Lewinsky, el equipo de defensores de Clinton fue fuertemente criticado por obligar a su cliente a negar todas las acusaciones, ya que luego, ante la aparición de una prueba aislada, Clinton debía corregir alguna de sus declaraciones. En opinión de estos críticos, la estrategia debía haber sido una confesión total de Clinton que lo exima de los delitos por el que podía ser destituido: mentir bajo juramento y presionar a Jones o Lewinsky para que a su vez también cometieran perjurio. Pero los abogados de Clinton apostaban a la falta de pruebas concretas: éstas circulaban sin cesar en toda la prensa norteamericana e internacional pero jamás fueron presentadas oficialmente. El mismo fiscal Starr decía tener pruebas pero la jueza Webber Wright no era notificada al respecto. Mientras tanto, el caso Lewinsky podrá seguir su curso. "En enero, el fiscal general y la División Especial (Departamento de Justicia) nos asignaron la investigación de una variedad de asuntos", dijo ayer Starr en el comunicado divulgado en Little Rock, capital de Arkansas, la ciudad donde todo esto comenzó. Cuando el diario The Washington Post reveló, el 20 de enero pasado, que Lewinsky había tenido una aventura sexual con Clinton y que había sido presionada para ocultarlo a la Justicia en su declaración en el proceso de Paula Jones, Starr tomó las riendas de la investigación. A la espera de un cambio de declaración de Lewinsky, el Gran Jurado (sala de acusación federal, encargada de instruir el caso) escuchó a muchos testigos, mientras en la prensa comenzaron a circular nombres de nuevas "acosadas": Gennifer Jones, una cantante de cabaret que dice haber mantenido una relación de 12 años con Clinton; Kathleen Willey, quien era voluntaria de la Casa Blanca y dijo haber sido manoseada en la Oficina Oval del palacio presidencial en 1993; y Elizabeth Ward Gracen, que dijo anteayer al New York Daily News que se acostó con Clinton en 1983. "Pero la parte más importante es que nunca me sentí presionada. Nada fue forzado. Fue completamente consensuado", declaró Gracen.
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