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EL 18 DE ABRIL, EN PUERTO MADERO

AHORA SÍ, DYLAN GRATIS

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Todavía no hay confirmación de que Dylan vaya a unirse a los Stones.

El músico quiere hacer su propia versión de "Like a rolling stone".

Gratis: Dylan dará un show gratuito en la calle Rosario Vera Peñaloza de Costanera Sur, y se está gestionando la presencia de León Gieco y Andrés Calamaro.

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Los Stones serán homenajeados por De la Rúa en el mismo estadio.

Como en el '95, las últimas dos noches serán a cancha llena.


t.gif (67 bytes)  Continúa la saga Dylan-Stones en Buenos Aires. Las entradas para el show de esta noche están casi agotadas: ayer por la tarde se llevaban vendidos 57.000 tickets. Para mañana todavía quedan algunas, pero lo más probable es que se agoten esta mañana. No se sabe si la tan esperada reunión Stones-Dylan sobre el escenario será posible: hasta ayer Bob no se mostraba muy entusiasmado. Según trascendió, el prócer quiere hacer su propia versión de "Like a rolling stone" y tampoco tocará muchos de sus clásicos, porque su show estará enfocado en Time out of mind, el CD que lo devolvió a la escena después de 10 años. Tampoco quiere fotógrafos ni camarógrafos durante su actuación en River, hoy a las 20.30, durante 75 minutos. Después, a las 22, harán lo propio los Stones. Aunque quizá Dylan acceda finalmente a compartir escenario. Con Bob nunca se sabe.

De cualquier manera, hay otra novedad, y de peso: está confirmado lo que se venía barajando durante todo el mes de marzo: Dylan dará un show gratuito al aire libre en Puerto Madero, en la calle Boulevard Rosario Vera Peñaloza de Costanera Sur, organizado por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, según confirmó a Página/12 el subsecretario de Cultura Darío Lopérfido. Será el 18 de abril, tentativamente a las 20 horas, y se está gestionando la posibilidad de que toquen como soportes León Gieco y Andrés Calamaro. Antes del show gratuito, Dylan viajará a Brasil para tocar con los Stones el 11 y el 13 de abril. Después tiene una fecha en Chile y recién entonces volverá a la Argentina.

Ayer por la tarde, Dylan y los Stones todavía no se habían encontrado: los músicos de Bob visitaron a sus majestades satánicas en el Hyatt, pero eso fue todo. Y el hermetismo de Dylan sigue siendo proverbial. A pesar de que Rock & Pop le pidió una conferencia de prensa, el músico se negó a hablar con los medios. Sigue recluido en el Marriot Plaza y no tiene ninguna actividad prevista en Buenos Aires. Los que sí tienen una actividad oficial son los Stones, que hoy a las 20, dos horas antes de que pisen el escenario de River Plate por cuarta vez, recibirán el nombramiento de Visitantes Ilustres de la Ciudad de Buenos Aires de manos del jefe de Gobierno, Fernando de la Rúa. Si Dylan accede, también se le dará la distinción a él, pero por ahora oficialmente los únicos distinguidos serán los Stones. El cuarteto ni siquiera se moverá del estadio para recibir el reconocimiento, ya que el encuentro tendrá lugar en las mismas instalaciones. Media hora después comenzará el show de Bob Dylan.

Mientras tanto, la agredida cantante Meredith Brooks decidió no volver a telonear aquí los Stones, ni siquiera tentada por la posibilidad de pisar el mismo escenario que Dylan. "Creo que a veces hay que dejar de lado los sueños que uno tiene para pelear por lo que está bien. No puedo poner en peligro a mi banda y a mí misma nuevamente." Además, Brooks sostuvo que "les voy a decir a mis compañeros que si son teloneros en Argentina tienen que entender en lo que se están involucrando, y negarse a tocar sin una garantía de los organizadores de que esto no va a pasar nuevamente". De todas maneras volverá en setiembre a hacer un show para sus fans. Los shows con los Stones en la Argentina iban a servir para que Brooks registrara imágenes de un videoclip, proyecto que se vio frustrado. Ayer, Meredith viajó a Brasil, donde el 11 y el 13 será telonera de los Stones y Dylan otra vez.


TREINTA Y DOS AÑOS DESPUÉS

Por Miguel Russo

t.gif (67 bytes) El tipo recuerda, mientras camina de la mano de su hijo de ocho años, que una tarde de 1966 se agarró a trompadas con su hermano por última vez. El tipo tenía, entonces, 10 años; su hermano, 14. El hermano del tipo había llevado a la casa, hacía unos meses, un long play de los Beatles y lo ponía una y mil veces en el Winco. El tipo cree recordar, pero sólo cree, que era Rubber Soul. Y sólo cree recordar porque recuerda que, a esa edad, le preocupaba mucho más jugar al fútbol con sus amigos que escuchar los discos de su hermano en el Winco. El tipo recuerda mientras mira cómo su hijo va pateando las latitas de gaseosa o cerveza aplastadas a su paso.

Esa tarde de 1966, el hermano del tipo trajo otro disco. En la tapa, que el tipo recuerda haber mirado de reojo, no había cuatro sino cinco músicos. La cara de esos cinco músicos, recuerda, era muy distinta a la de los otros cuatro que su hermano escuchaba una y mil veces. No, no eran los Beatles, recuerda que pensó en ese momento. El tipo recuerda que su hermano puso el disco en el Winco con cierto aire de asco en la cara. Con cara de "no, no son los Beatles". Y que el disco empezó a sonar y que algo distinto sonaba en su cabeza. Que empezaba, tibiamente, a olvidarse de jugar al fútbol con sus amigos. El tipo recuerda eso y suelta la mano de su hijo para que ambos levanten los brazos y sean palpados por los controles. El hijo de ocho años mira al tipo. Después se mira el buzo anudado a la cintura y sonríe.

El tipo recuerda que esa tarde de 1966, cuando su hermano sacó el disco antes de que terminara el lado A, le gritó algo. Recuerda que el hermano también gritó y que entonces se trenzaron a las trompadas, revolcándose por el piso, puteándose como locos. El tipo, mientras toma firmemente la mano de su hijo para ayudarlo y ayudarse a subir las escaleras del estadio de River, recuerda que cuando terminaron de pelearse, su hermano se fue. Seguramente a fumar cigarrillos a escondidas con sus amigos. Y recuerda que tomó el disco --De nuestra inspiración, se llamaba-- y lo puso del lado B. El tipo recuerda que cree haber peleado con su hermano esa vez --esa última vez-- porque se empezaba a olvidar del fútbol, pero también para llevarle la contra, como siempre, a su hermano mayor. Pero cuando sonaron las cinco notas de la guitarra del primer tema, supo, sin dejar de mirar las cinco caras de los músicos en la tapa, que había peleado por algo más.

Después, no mucho después de esa tarde de 1966, recuerda que comenzaron --su hermano y él-- a juntar vueltos para comprar los discos de esos cinco músicos. Después, no mucho después, sabría por ellos que lo único que podía hacer un pobre pibe --en Londres o en Buenos Aires-- era cantar en una banda de rock'an'roll. Que después, mucho después, cada uno por separado se empezaron a comprar los CD, pero que jamás pudieron desprenderse de los gastados vinilos. Entonces, el tipo deja de recordar, se apagan las luces del estadio y mira a su hijo que, al lado, saltando arriba de la butaca de la popular, unos segundos antes de que vuelvan a sonar 32 años después las cinco notas de "Satisfaction", se desanuda el buzo, empieza a revolearlo con el brazo derecho y grita, sonriente, tratando de lograr la voz más grave posible de sus ocho años, "losestón, losestón, vamo' losestón".



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