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EL CASO MOLFINO Y LA INDIGNIDAD


POR MEMPO GIARDINELLI

t.gif (67 bytes)  Esta nota la firmo yo, pero es un texto escrito desde el dolor y la rabia de mi amigo Miguel Angel Molfino, hijo de Noemí Esther Gianetti de Molfino, hermano de la desaparecida Marcela Molfino, y quien fue apresado en 1976, torturado brutalmente por la policía del Chaco y preso durante toda la dictadura en las cárceles de Resistencia y de Rawson.

Escritor y publicista, desde hace un año y medio Miguel Angel Molfino está trabajando en México, donde es uno de los más importantes creativos publicitarios de aquel país.

Dolorido hasta lo más profundo de su alma sensible, lastimado hasta donde más lastima lo inhumano, y declarado "harto de que el nombre de mi vieja sea utilizado por estos canallas", me ha pedido telefónicamente que sea yo quien escriba esta nota para protestar por el uso miserable de su dolor y el de su familia por parte de diputados justicialistas. Esos mismos que frente a las investigaciones de la Justicia española acerca de los horrores y el latrocinio de funcionarios y militares durante la dictadura de Videla y Massera, en lugar de apoyarlas están empeñados en frenarlas. Y cuyo interés principal es desacreditar al juez Baltasar Garzón y a la Justicia española toda, en lugar de contribuir a determinar la verdad histórica.

La solicitada que esta semana llamó la atención de diarios argentinos, firmada por el Bloque de Diputados Justicialistas, habla de "justicia" y de "verdad" con un cinismo que recuerda las mentiras y la contumacia de los tiempos del videlato. Impresiona que la firma del Bloque abarque a la totalidad de los diputados. Impresiona que no haya sido desmentida por ningún legislador del Partido Justicialista. Realmente impresiona que muchos de ellos, que supieron luchar por la libertad y la dignidad, se dejen usar ahora por esta patraña de las autoridades del bloque y permanezcan en silencio.

Por un lado, claro está, lo indignante es la inmoralidad que significa todo uso político del dolor ajeno. Pero por el otro lado lo que impacta de este episodio es la mentira y la total falta de escrúpulos en función de un objetivo que parece haberse constituido en una razón de Estado para el menemismo. Porque al gobierno argentino, es evidente, le duele muchísimo que el juez Garzón investigue lo que aquí se quiere tapar.

Y lo hacen con la misma lógica con la que echaron a Astiz de la Marina: por lo que dijo y no por lo que hizo. La misma lógica por la cual Bussi no renuncia a la gobernación en Tucumán ni es renunciado, y, peor aún, después de reconocer que mintió, que sí ha tenido en Suiza las cuentas que ocultaba, termina defendido por el Gobierno y por el propio Ejército. Porque si solamente nuestras fuerzas armadas estuvieran en un proceso como el que por momentos parece expresar el general Balza, ya deberían haber expulsado a Bussi por mentiroso y por haber deshonrado una vez más el uniforme militar.

El llamado caso Molfino no fue sino otro de los muchísimos atropellos de la feroz dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976. La disquisición retórica que intenta esa infame solicitada no es sino otro de los muchísimos atropellos a la democracia a que nos tienen acostumbrados este Gobierno y la mayoría de los legisladores del partido en el poder, partido que--en otros tiempos heroicos--fueron luchadores por la dignidad y la libertad pero que hoy parece haberse convertido en un repositorio de oportunistas y ladrones.

A estos legisladores no les preocupan, en lo más mínimo, los 18 años de silencio a que aluden en el título de su solicitada. Parece más bien que ellos hubieran querido muchos años más de silencio. Después de todo, es el silencio y el sometimiento lo que los caracteriza desde los indultos de 1990, concedidos por Menem para proteger a asesinos y torturadores.

Lo que pasa ahora es que la verdad --como siempre-- por algún lado sale. La verdad siempre les estalla en la cara, como ya ocurrió con el caso del soldado Carrasco, con María Soledad Morales y como alguna vez va a ocurrir --sin dudas va a ocurrir-- con la AMIA y con el asesinato de José Luis Cabezas.

Cuando la verdad les estalla en la cara, estos sujetos hacen lo que siempre hacen: mienten, cacarean con "la verdad y la justicia" y no reparan en el sufrimiento ajeno.

La verdad es que estos diputados --que no serían capaces de derogar los indultos que concedió Menem, que no serían capaces de juzgar ni condenar a los jueces títeres que integran lo que Horacio Verbitsky llama el Bloque Menemista de la Corte Suprema, y que no serían capaces de forzar a que los ricos paguen los impuestos que no pagan para que con eso se aumenten los salarios docentes-- ahora se ponen en fiscales acusadores tan luego del juez Garzón... Daría risa si no fuera trágico, si no fuera tan patético y vergonzoso que tenga que ser un juez de otro país el que abra la asquerosa pústula que se incubó en el nuestro durante la dictadura.

Yo no sé si esta nota tiene el tono adecuado de mesura que uno debe imponerse. Pero acá están mintiendo y utilizando del modo más asqueroso el tremendo asesinato de una madre que en la dictadura entregó su vida tras el secuestro de su hija y yerno y la destrucción de su familia. Acá está en juego el dolor de una familia que, en cierto modo, también fue y es la mía, y está en juego el horror que le hacen revivir a uno de mis amigos más queridos. Así que disculpen los lectores si confieso que no encuentro el tono. De modo que terminaré con las palabras que me dijo anoche Miguel Angel Molfino, quien autoriza este texto que yo escribo: "En realidad, lo que están haciendo es favorecer a encubrir a los asesinos de mi madre. Porque lo que se quiere con esto es que Garzón no siga investigando los crímenes de la dictadura, de los cuales el de mi vieja fue uno más y de los más horrendos. Con esa solicitada sólo benefician a los asesinos. Así que ahora deberían publicar otra, pero para apoyar a Garzón en sus investigaciones de las barbaridades que han hecho los milicos".

 

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